miércoles, 12 de septiembre de 2007
Tema 1: Los fundamentos históricos de la España Moderna
LOS FUNDAMENTOS DE LA ESPAÑA MODERNA
1. Evolución política, econ., social y características culturales de AL-ANDALUS
Tras los visigodos, en el año 711 se produce una nueva invasión de España: esta vez por los árabes y beréberes, al mando de Tarik.
En poco tiempo, casi toda España caería fácil y rápidamente en poder de los ejércitos que provenían del norte de África, que se vieron favorecidos por la crisis política que afectaba a la sociedad y monarquía visigoda (rematada por el funesto reinado de don Rodrigo, que fue derrotado en el Guadalete). Así, los recién llegados incorporan sus esquemas administrativos, las nuevas estructuras económicas y sociales, su religión y cultura, a la vez que rebautizan a Hispania: AL ANDALUS.
El origen de los recién llegados será determinante en las posteriores aportaciones culturales, ya que los árabes, procedentes de las áreas urbanas de Arabia y sus alrededores, optan por establecerse en los fértiles valles del Guadalquivir y el Ebro (donde introducen el modelo de explotación agropecuaria denominado "aparcería"), así como en las zonas costeras; mientras que los beréberes, que en gran número venían de las comarcas montañosas del Magreb, prefieren repoblar los espacios serranos, dada su secular tradición ganadera. Aunque muy pronto se rompe el pacto entre ambos pueblos, debido a la supremacía de los árabes sobre los beréberes (éstos llegarán a ser devueltos a África).
Dada la habitual tolerancia religiosa y cultural de los árabes hacia otros pueblos, unido a la grave crisis económica y social que afectaba a los hispanovisigodos, la resistencia contra los invasores fue mínima, lo que propició las relaciones mutuas, el mantenimiento de las estructuras precedentes y la gradual islamización (aunque ésta fue muy reducida y lenta al principio).
1.1.- Evolución tras la conquista: el Emirato de Córdoba
Durante medio siglo, la España musulmana -Al Andalus- era una provincia del califato de Damasco (es decir, un "Valiato"), con capital en Córdoba y dividida en varias regiones al mando de un gobernador militar, aunque ya acuñaban moneda propia.
Sin embargo, a mediados del siglo VIII, un príncipe omeya -Abderramán I- rompe con Damasco y se proclama emir, dando origen al Emirato de Córdoba (independiente, pero respetuoso con el califa de Bagdad). Divide al territorio en "Koras" (como la de Albalat) al mando de un jeque, construyen reductos fortificados para asegurar las comunicaciones y controlar el emirato y sus fronteras.
Al surgir varias revueltas sociales, se recrudece la represión y el incremento de los impuestos, lo que se tradujo en un aumento de la islamización, aunque sólo fuera para sobrevivir mejor (los cristianos convertidos al islam reciben el nombre de "muladíes", y los que mantenían su fe eran llamados "mozárabes"). La corte cordobesa imita a la de Bagdad, en torno a una soberanía absoluta con una administración demasiado centralizada, dirigida por los "visires" encabezada por el "hachib" (primer ministro).
En esa fase también hubo un incremento demográfico en las áreas urbanas de Al Andalus, al mejorar las explotaciones agrarias y artesanales, con lo que se aviva el comercio, así como las manifestaciones artísticas e intelectuales. Se crean nuevas ciudades (como Murcia) y crecen otras más antiguas.
Las circunstancias anteriores motivan una cierta tranquilidad en el país, especialmente durante el reinado de Abderramán II; pero en base al control militar, y no voluntariamente.
Por eso, cuando al morir el emir citado antes coincide con una crisis económica y la presión de los cristianos del norte de España, numerosos colectivos se enfrentan al Emirato:
. Los propios árabes -al menos un elevado número de ellos- se oponen al despotismo de los emires cordobeses, en contra de la tradicional costumbre árabe (cuando era un "jefe de jefes": equivalente al conocido lema de "primus inter pares").
. La rebelión de un destacado contingente de mozárabes, ante el cariz que estaba tomando la situación: con un descenso del cristianismo en favor de la religión islámica, lo que tradujo en un sonado conflicto religioso donde se mezclaron las persecuciones y otros actos que nos recuerdan época romanas (como el "martirio"). A destacar los casos de Córdoba y Toledo.
. También los muladíes se enfrentan al Emirato, al sentirse inferiorizados respecto a sus hermanos árabes. Muchos de ellos se levantan en las zonas fronterizas, y algunos llegan a proclamar su independencia respecto al Emirato.
1.2.- El Califato de Córdoba
En ésas estábamos cuando llega al poder Abderramán III. Quien, tras conseguir cierta pacificación exterior (sobre todo ante las presiones de los cristianos del norte y de sus levantiscos hermanos del Magreb) e interior (frente a los citados muladíes), en el año 929 proclama el Califato de Córdoba: lo que significaba la independencia política y religiosas respecto a cualquier poder externo (caso del califato de Damasco o similares), apoyado en un poder económico y militar fuerte. Lo primero lo consiguió a través de los impuestos a sus súbditos o a los reinos cristianos (incluso con el control de las caravanas saharianas), lo segundo fue logrado con el establecimiento de un poderoso ejército de mercenarios beréberes y eslavos (fieles a sus amos).
La política de Abderramán fue continuada por su hijo Alhákam II (el Sabio, con el que Córdoba alcanza su mayor esplendor cultural). Sin embargo, a la muerte de éste, el hachib Almanzor domina al califa y al Estado, modificando la situación de relativa paz anterior: ese caudillo árabe organiza un gran ejército y se lanza a una serie de campañas (55 en total) contra los cristianos (sobre todo en el valle de Duero), lo que le proporciona numerosas victorias y botines en un principio (llegaron hasta Santiago), pero que al final (al morir Almanzor en Calatañazor, el año 1002, tras la coalición de Castilla, León y Navarra) motivó el fin del Califato de Córdoba (año 1031), que se desmembra en una veintena de Estados (Granada, Sevilla, Toledo, Badajoz, Valencia, etc.).
1.3.- De los reinos de Taifas al de Granada
En la fecha indicada, esos reinos Taifas intentan sobrevivir frente al renovado empuje cristiano (incluso luchan entre ellos mismos), para lo que tienen que recurrir a nuevos impuestos (ahora se produce lo contrario que con el Califato, pues son ellos los que tienen que abonar tributo a los cristianos) y al desarrollo del comercio y la actividad artesanal; pero, esto mismo motiva un destacado esplendor artístico y cultural.
En esas circunstancias llegamos al año 1085, fecha en que Alfonso VI (rey de León y Castilla) conquista la ciudad y el reino taifa de Toledo. Ante el peligro que eso representaba para ellos (además, son los años del Cid Campeador...), los reyezuelos taifas llaman en su ayuda a los almorávides (secta árabe muy guerrera, integrista e intolerante), que ya constituían un imperio poderoso en todo el norte de África. Quienes derrotan al año siguiente a Alfonso en la batalla de Zalaca (o Sagrajas), con lo que frenan la expansión de la Reconquista, pero también acaban por dominar a los reinos taifas.
Sin embargo, el poder de los almorávides tenía los años contados, ya que fue presionado desde tres frentes: por los propios andalusíes, que se rebelan contra un régimen riguroso en casi todos los sentidos (tanto económicos como culturales); por el rey aragonés Alfonso I el Batallador, que los expulsa del valle del Ebro y organiza una expedición contra Andalucía; y por la aparición de un nuevo imperio musulmán en el norte de África, los almohades (otra secta musulmana, defensora del monoteísmo), que se enfrenta a sus hermanos almorávides. Al final, éstos se desintegran otra vez en reinos taifas, hasta que terminan por ser absorbidos por los almohades.
Con éstos dominando la situación, Al Andalus vuelve a recuperarse. Ahora es Sevilla la capital (que sustituye a Córdoba, en casi todos los sentidos), donde florece el arte (como la Torre del Oro y la Giralda) y la cultura: es la época del árabe cordobés Averroes (médico, matemático, teólogo y filósofo aristotélico, que ejerció una gran influencia en la Edad Media y el Renacimiento) y del judío Maimónides (filósofo, médico y paisano del anterior).
Pero, como sucedió con los anteriores, también el dominio almohade duró poco, ya que en 1212 fueron derrotados en las Navas de Tolosa (por Alfonso VIII y sus aliados), lo que precipitó su final: medio siglo después perdieron Extremadura (sobre todo durante el reinado de Alfonso IX, que conquista Cáceres, Mérida y Badajoz) y el valle del Guadalquivir (a manos de Fernando III el Santo, hijo del anterior y que además une definitivamente los reinos de Castilla y León).
Mención aparte merece el reino nazarí de Granada, que se extendía hasta el Mediterráneo y constituyó un potencial económico (gracias a su riqueza agraria de la vega y comercial de la costa) y cultural de primer orden, propiciado por la voluntad de los reyes castellanos (que no la conquistaron dados los impuestos que generosamente pagaba)
1.4.- La economía, sociedad y cultura andalusí
Estuvo basada en varios parámetros:
. Una agricultura diversificada, con gran expansión del regadío (a través de norias, acequias y otros sistemas, lo que aumentó su productividad) dado su origen en áreas desérticas y mentalidad: con una obsesión enfermiza por el agua. A destacar también la ganadería ovina y el desarrollo del olivar, donde también influyó su religión (que prohibía el consumo de carne y grasa de cerdo). Introducen nuevos cultivos en España, que desde entonces se han generalizado: arroz, azúcar, alcachofa, berenjena, naranja, etc.
. Mientras que en el ámbito urbano sobresale una rica economía artesanal y mercantil, que abastecía a las cada vez más populosas ciudades e incluso permitía la exportación. Esas raíces arábigas se perpetuarían en el futuro, llegando hasta nosotros a través de numerosas manifestaciones (incluyendo los populares "mercadillos" y similares).
. La sociedad era muy variada, desde los hispanovisigodos, árabes y beréberes del principio, hasta los que más tarde se irían incorporando con la progresiva islamización: cristianos, judíos, muladíes, mozárabes, esclavos, etc. Si exceptuamos en contadas etapas (según hemos visto), en general fueron los árabes muy tolerantes con los demás.
. Ya hemos reflejado algunas manifestaciones culturales, que alcanzaron un gran esplendor, ya que las reconocidas obras filosóficas, literarias, artísticas, médicas, etc., estuvieron condicionadas por tres factores esenciales: el propio islamismo, que así lo potenciaba; los permanentes contactos con el mundo oriental, a través de unos circuitos de continuos intercambios; y las sólidas bases materiales de la sociedad andalusí, que en casi todo momento apoyó económica y moralmente dichas actividades. Dentro del arte son numerosas las muestras que han llegado hasta nosotros, especialmente en el área andaluza: como las ya citadas de Sevilla, Medina al Zahra y la Mezquita de Córdoba, Alhambra y Generalife de Granada, la Aljafería de Zaragoza y un larguísimo etcétera (incluyendo a nuestra comunidad extremeña, como en Badajoz y otro lugares).
2.Los procesos de reconquista y modelos de repoblación
La llegada de los árabes a España origina unos profundos cambios en la sociedad vigente, ya que se ruraliza, surge el feudalismo (con sus estamentos y relaciones señoriales), se renueva la cultura y se modifica el arte. Vayamos por parte.
2. 1.- El inicio de la resistencia al Islam (siglos VIII al X)
Al entrar los musulmanes en la península, la sociedad hispanovisigoda sigue distintos derroteros: unos permanecen en sus campos, pueblos o ciudades, acatando de mejor o peor grado a los recién llegados (por lo que tienen que someterse a sus impuestos y régimen de "aparcería" ya comentado); mientras que un reducido número (en su mayoría pertenecientes a los estamentos más privilegiados, caso de la nobleza visigoda o de algunos eclesiásticos) huyen hacia el norte de España, desde donde iniciarán en seguida el lento y gradual proceso de reconquista y repoblación, a veces con sus lógicos retrocesos (ante las campañas musulmanas, ya insinuadas en el tema anterior).
. El primer núcleo que se rebela contra los árabes fue el asturiano, en torno en Pelayo, que desde Covadonga (año 722) inicia la reconquista cristiana. La crisis que comienza a afectar al Emirato, unido a la orografía del terreno, a la secular oposición contra cualquier tipo de sometimiento externo que caracterizaba a los pueblos cántabros y al apoyo de la Iglesia, motivan que nazca y se desarrolle un reino a imitación del visigodo toledano, que poco a poco traspasa la cordillera Cantábrica, repuebla el valle del Duero (trasladando la capital desde Oviedo a León) y se prepara para campañas futuras más ambiciosas. En la segunda mitad del siglo X, un hijo mayor -Castilla- se independiza del hogar matriz y llevará por su cuenta el negocio expansivo hacia el sur durante casi tres siglos (hasta que los vuelve a unir definitivamente Fernando III el Santo). Con el progresivo avance de la Reconquista, la frontera se establece en el Sistema Central. Es la época de esplendor del Califato de Córdoba, bajo la dinastía de los Omeyas, y hay una fuerte pugna entre musulmanes y cristianos con sucesivos avances y retrocesos por ambas partes.
. Casi al mismo tiempo -aunque algo después-, el resto del sector septentrional español imita a los asturianos, comenzando también la "gran marcha" hacia el sur aprovechando similares circunstancias. Pero en esta caso hubo una diferencia, ya que son dos los colectivos que se enfrentan a los árabes: por un lado las fuerzas autóctonas, con parecidos objetivos que los asturianos; pero también intervienen los galos de Carlomagno, que desea aumentar sus dominios al área pirinaica, valle del Ebro y Cataluña, donde -a pesar de ser derrotado en Roncesvalle- establece condados filiales. Al final desembocan en los reinos de Navarra y Aragón, además de los Condados Catalanes (entre los que muy pronto comienza a destacar el de Barcelona); hasta que en el siglo XII la Corona de Aragón absorbe a estos últimos, y en el XIII Navarra pierde Vascongadas en favor de Castilla, por lo que se "refugia" en manos francesas.
Es la época del arte Prerrománico, de una cultura rural y clerical, donde los monasterios son los principales faros. Hasta que surge el "Camino de Santiago".
2.2.- La formación y expansión de los reinos cristianos
A partir del siglo XI, las tierras reconquistadas ya ocupan una notable extensión, repartidas entre cuatro estados:
. El reino de León: el mayor de todos ellos, pues abarcaba desde el Cantábrico al Duero (Galicia, Asturias, León, norte de Portugal y parte de Castilla).
. El reino de Navarra: compuesto por Navarra, La Rioja y lo que hoy es el País vasco.
. El reino de Aragón: que entonces era muy pequeño, entre el Ebro y el Pirineo.
. Los condados catalanes, con el de Barcelona a la cabeza.
En la segunda mitad del XI y primera mitad del XII surgen algunos cambios: se independiza Portugal, Castilla y León consiguen la hegemonía, desaparece el reino de Navarra (repartido entre León y Aragón) y se crea la Corona de Aragón (al unirse el reino de Aragón con los condados catalanes).
2.3.- Consolidación de los reinos peninsulares
En la segunda mitad del XII y casi todo el siglo XIII la situación quedó del siguiente modo:
. León y Castilla se separan temporalmente, lo que no impide que cada uno de ellos prosiga la reconquista contra el islam (Alfonso VIII de Castilla derrota a los almohades en las Navas de Tolosa, y su primo Alfonso IX de León recupera importantes territorios extremeños). Hasta que vuelven a unirse definitivamente con Fernando III el Santo en 1230, cuando Castilla toma la supremacía, formando un poderoso reino que incrementa la reconquista a costa del sur de Extremadura y Andalucía (en 1248 San Fernando conquista Sevilla). Su hijo Alfonso X el Sabio destaca más en temas jurídicos y culturales (como el Código de las Siete Partidas, donde se recogen las leyes más importantes de la Edad Media).
. Navarra vuelve a reaparecer, pero perderá Vascongadas en favor de Castilla y acaba por unirse a los franceses (hasta 1512).
. Según decíamos, en el siglo XII se crea la Corona de Aragón (aunque Cataluña y Aragón mantenían sus propias instituciones). Pero será en el XIII cuando consigue su gran expansión: sobre todo a partir de Jaime I el Conquistador, que recupera las Baleares y el reino de Valencia (el año 1236 toma la ciudad). Poco después inician su expansión por el Mediterráneo.
. Portugal avanza hacia el sur, ampliando su territorio a costa de las tierras tomadas a los árabes. efectiva y su puesta en explotación económica de los territorios conquistados.
Distinguimos diferentes tipos en las diversas fases de la reconquista:
Presura o Aprisco, en la repoblación del valle del Duero o de la plana de Vic (zonas casi desérticas)
Los campesinos, a veces pero no siempre dirigidos por un noble o un clérigo, ocupan de forma libre la tierra. El rey sanciona posteriormente la legalidad de la propiedad.
Esta repoblación genera una sociedad de campesinos libres basada en la pequeña propiedad. Estos campesinos se halla comprometidos en la defensa militar de la tierra conquistada (campesinos-villanos castellanos)
2.4 Los procesos de reconquista y los modelos de repoblación
A mediada que avanzaba la reconquista tiene lugar el proceso de repoblación: la ocupación
Repoblación concejil, en los valles del Ebro y el Tajo.
La repoblación se basa en la creación de concejos y ciudades con su alfoz, a las que se les dota de Fueros o Cartas Pueblas. Estos fueros otorgan libertades y privilegios a sus habitantes para atraer a la población a una zona peligrosa de frontera. La caballería villana queda encargada de la defensa y se configura como el grupo social hegemónico en los nuevos núcleos de población.
Esta repoblación fue dirigida por el rey y configura una sociedad basada en la mediana propiedad.
En las zonas como Toledo o Zaragoza, la abundante población musulmana fue expulsada al campo o a las zonas de los arrabales de las urbes.
Repoblación de los valles altos del Júcar-Turia y el Guadiana:
La repoblación se basó en repartimientos a las grandes Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa (Aragón).
Esta repoblación creó una zona caracterizada por los grandes latifundios ganaderos jalonados de fortalezas para la defensa del territorio de frontera.
Repoblación de Extremadura, valle del Guadalquivir y fachada levantina:
Los reyes otorgaron grandes territorios a los nobles y soldados que participaron en la conquista militar: donadíos (grandes latifundios en manos de la gran nobleza) o heredamientos (propiedades más pequeñas)
El nuevo tipo de estructura agraria se basó en la gran propiedad.
En las ciudades se organizaron concejos.
La mayor parte de los musulmanes tendieron a huir al reino de Granada. En los regadíos levantinos, sin embargo, muchos permanecieron trabajando para la nobleza cristiana.
En Baleares, hubo repartimientos entre la nobleza, siendo la población musulmana diezmada o expulsada.
Pese a estos diferentes modelos de repoblación, el modelo de sociedad feudal se consolidó a lo largo de toda la península con sus instituciones típicas como el vasallaje, el señorío territorial y señoría jurisdiccional.
2.5.- La economía
Fue muy diversa, aunque fácil de distinguir pues dependía de los distintos colectivos predominantes:
. Los campesinos cristianos sólo encontraron salida con la agricultura, dadas sus carencias en todos los sentidos (tierras, ganados, herramientas, etc.). Y, al aumentar la población (con la llegada de nuevos repobladores o inmigrantes), se ven obligados a incrementar la superficie cultivable, lo que hacen a costa de incendiar bosques o desecar zonas pantanosas. Sus escasos rendimientos (sólo aceptables en buenos suelo o en las vegas fértiles de los ríos y valles) estaban constantemente amenazados por las crisis climáticas y los excesivos impuestos con los que eran subyugados.
. Los nobles optaban por la economía pecuaria, especialmente en torno a la ganadería lanar, puesto que la lana era una fibra textil muy utilizada y valiosa entonces, controlada por el "Honrado Concejo de la Mesta" (en Castilla) o la "Casa de Ganaderos de Zaragoza" (en Aragón), y que constituía un papel importante en las exportaciones españolas.
. El resto de grupos sociales (judíos, mudéjares, etc.) se dedicaban a actividades muy variadas, entre las que destacaban las labores artesanales y comerciales, como veremos en el siguiente apartado.
La industria se basaba primordialmente en las prácticas artesanales. Y el comercio se centraba en las ciudades del interior (caso de Burgos, que gestionaba el de la corona de Castilla) y en los puertos del Cantábrico y Mediterráneo (donde destacaba Barcelona, que era el puerto principal de la corona de Aragón). Pronto empieza a brillar Sevilla, que con la epopeya americana se volcará en el Atlántico. Esa actividad comercial atraerá a numerosos mercaderes foráneos (como los genoveses y francos).
2.6 La España de las tres culturas
2.6.1.- Los grupos sociales
Con el progresivo avance de la reconquista se hace cada vez más numerosa la población hispana y cristiana, sobre todo con las incorporaciones de los mozárabes. La sociedad hispanocristiana se asentó sobre dos pilares básicos: la condición de "cristiano viejo" y la riqueza territorial. Entre estas mayorías sobresalían:
- La nobleza y el alto clero: constituida (por este orden) a su vez por señores (la nobleza propiamente dicha), ricos hombres (o magnates) e hidalgos (con títulos o herencia de sangre, pero a veces sin fortuna ya), basados en la técnica habitual del feudalismo (con su vasallaje y beneficio o feudo); y por los obispos, arcedianos y abades, dentro del ámbito religioso, en el que muchos fueron también señores. Los miembros más destacados de ambos estamentos formaban la Curia Regia, que asesoraba al rey.
- Los campesinos, que trabajaban la tierra y evolucionaron notablemente a la vez que la cronología: al principio de la Reconquista destacan los pequeños propietarios, pero poco a poco perdieron esa aparente libertad y comenzaron a depender de los señores, cuyas tierras trabajaban en enfiteusis (arrendamiento por un largo período de tiempo, a cambio de abonar una cuota fija).
- En los núcleos urbanos descollaban los comerciantes y artesanos, que formaban cofradías de oficios (asociados los de una misma actividad, bajo la advocación de un santo-patrón y que en algunos casos formaron auténticos gremios). Adquieren tanta importancia que desde finales del siglo XII algunos pasan a englobar la Curia Regia: que después se convierten en Cortes, y sería el germen de los actuales Parlamentos.
Pero también destacaban otras minorías, como eran éstas:
2.6.2.Los mudéjares, o musulmanes que se quedan a vivir en territorio cristiano, que se dedican fundamentalmente a dos actividades: como campesinos, especialmente en Aragón y otras regiones agrarias de regadío (en lo que eran grandes especialistas); o empleados en labores artesanales (sobresaliendo la construcción), caso de Castilla, donde vivían en morerías (barrios extramuros de las ciudades).
. Los judíos, que solían morar en las ciudades (en barrios llamados aljamas, donde conservaban sus autoridades religiosas y judiciales) y dedicados a actividades artesanales, comerciales y profesiones liberales (médicos, prestamistas, etc.). Al principio fueron bien tolerados (y en otras ocasiones, cuando interesaba), pero desde mediados del siglo XIII se les obligó a llevar un distintivo para su reconocimiento (el famoso sambenito). A finales del siglo XV serán expulsados por los Reyes Católicos.
. Los francos (franceses), que llegaron en gran número, sobre todo en los siglos XI y XII y se establecen junto al Camino de Santiago y otras ciudades del valle del Duero (incluso en Toledo). Su dedicación favorita sería el comercio (fueron buenos mercaderes) y la artesanía.
2.6.2.- Organización de la sociedad
. Según el aspecto físico, se distribuía por caseríos (viviendas familiares dispersas, muy abundantes al principio pero que después quedan relegadas a áreas montañosas del norte), aldeas (conjunto de varias casas, y que fue el modelo más extendido en los reinos cristianos, sobre todo en la mitad septentrional), villas (entidad mayor que la anterior, y que poseían jurisdicción propia) y ciudades (su titulación procedía, generalmente, de una concesión real). Estas últimas procedían de diversos orígenes: unas se erigieron sobre antiguos núcleos musulmanes o romanos (incluso prehistóricos), otras eran de nueva creación (en este caso se aplica una planificación urbana, normalmente radiocéntrica u ortogonal, diferente de la irregular de los árabes), y algunas surgieron al unirse varias aldeas próximas. Si se levantaron o desarrollaron en época de reconquista o de peligro (incursiones o razzias) se las protege con murallas.
. De acuerdo con los rasgos políticos, las comunidades anteriores se regían por diferentes modelos también: las aldeas se basaban en las costumbres tradicionales y tomaban decisiones en concejos abiertos (en los que participaban todos los vecinos, como sucedía en la Campana de la Mata, o en la de Albalat), hasta que fueron controlados por las ciudades o los señores; sin embargo, las villas y ciudades se regían por la costumbre y por los Fueros (conjunto de libertades y privilegios concedidos por los reyes a algunas ciudades para facilitar su repoblación, lo que les beneficiaba respecto a los señores y campesinos, como el de Plasencia). Y, en un principio, casi todas las tierras eran de señorío (es decir, que sus habitantes debían abonar rentas en dinero o especie a su señor, o realizar prestaciones personales en su favor), sobre las que el propietario tenía poder (tanto sobre la tierra como sobre las personas, ya que había señoríos territoriales y/o jurisdiccionales); se fueron incrementando con la reconquista, a través de donaciones reales (como el de Oropesa, Almaraz, Belvís, Serrejón, etc.), surgiendo así grandes latifundios en Extremadura y Andalucía; y los había de diferentes clases: de realengo, eclesiásticos (también llamados de abadengo), laico (o solariego, cuando era un noble el propietario) o colectivo (cuando pertenecía a las ciudades).
2. 3.- Manifestaciones artísticas y culturales
Las primeras fueron similares a las de otros reinos europeos, y se desarrollaron especialmente en las iglesias, donde la pintura y escultura (sobre todo en los capiteles y portadas) sirvieron para educar en la fe cristiana. El capital para edificar esos templos y sufragar ese arte procedía básicamente de cuatro estamentos: botín de guerra, impuestos que abonaban los reinos musulmanes (parias), diezmos (canon obligatorio que pagaban los cristianos) y donaciones (destacando en este caso la nobleza).
En el estilo arquitectónico constructivo destaca el Románico: primero en Cataluña (ya al comenzar el siglo XI, con la variedad lombarda), después a lo largo y ancho del Camino de Santiago, más tarde en los monasterios cistercienses y finalizando en las ciudades castellanoleonesa (Zamora, Salamanca, Ávila, etc.). Con el proceso reconquistador el Románico también llega a Extremadura, especialmente en el sector septentrional (caso de Plasencia, por un poner un claro ejemplo).
A finales del siglo XII aparece el Gótico (Ávila, Tarragona y Lérida), que durante el XIII se desarrolla y extiende con gran esplendor (León, Burgos, Toledo y un largo etcétera). También nos legará un rico repertorio en Extremadura, en sus diferentes tendencias.
Las manifestaciones culturales eran muy variadas, dependiendo de las "tres culturas" (cristiana, judía y musulmana; aunque en seguida prevalecerá la cultura de la cristiandad latina) y de si afectaba a la mayoría o a las minorías. Destacamos la progresiva transformación del latín (desde el siglo VIII) y el origen de las primeras lenguas románicas (lo que se consigue a partir del XIII): gallego, castellano y catalán, con sus correspondientes variables o dialectos (leonés, aragonés, etc.); aunque no afectó al euskera. El papel de los cantares de gesta y romances, trovadores y juglares, fue fundamental en esa evolución idiomática. Obras como el Mío Cid, las de Gonzalo de Berceo, Cantigas de Alfonso X y otras varias se recuerdan aún como hitos de nuestra lengua y literatura.
A destacar también las devociones populares (romerías, reliquias, generalización de devociones y cultos, etc.), el nacimiento de las Escuelas (de Traductores, Monacales, Catedralicias, Municipales, etc.) y de las Universidades (como las de Salamanca, Valladolid, Huesca y Lérida, tras el intento fallido de la de Palencia).
Crisis y recuperación demográfica, social y económica en los siglos XIV Y XV
Desde finales del siglo XIII, casi toda Europa se ve inmersa en una grave crisis que afecta directamente a la demografía (caso de la Peste Negra del s. XIV o de la Guerra de los Cien Años en los s. XIV y XV), pero que tendrá su lógica repercusión sobre la economía y sociedad de sus habitantes. Pero tras la tormenta vino la calma y, como es evidente, también tuvo su lógica recuperación. También se producen otros muchos cambios, entre los que destacan los culturales -el Gótico irá cediendo paso gradualmente al Renacimiento- y políticos -el origen del Estado Moderno, al imponerse la teoría de las nacionalidades sobre el vasallaje feudal-.
Crisis Demográfica
En España la situación era similar que en Europa occidental, por lo que también se vio afectada por la crisis demográfica, que estuvo propiciada por los siguientes parámetros:
. Crisis climática, al sucederse varios años en los que se generalizaron las inundaciones a destiempo con otros de sequías prolongadas. En un modelo de agricultura extensiva y básicamente de subsistencia, esas adversas condiciones meteorológicas influyen negativamente sobre la producción originando carestía y hambre; que, a su vez, incidirá directamente sobre la salud, que no podrá resistir con fortaleza ante el acoso de las epidemias (como la citada Peste Negra, que entra en España por el Mediterráneo).
. Crisis bélica: como también sucedía allende nuestras fronteras, la guerra estuvo presente en la península durante esos siglos XIV y XV, tanto en Castilla como en Aragón y Cataluña (internas, o externas entre esos reinos). Incluso hubo frecuentes casos de revueltas o conflictos sociales, que a menudo se resolvían con las armas (con mortandades incluidas).
. Crisis económica, al producirse cambios importantes en los sistemas de producción: al retroceder la agricultura cerealística en favor de otros productos más comerciales (con la lana, el vino, aceite y plantas industriales), por decisión de los señores propietarios de la tierra, lo que repercutía seriamente sobre la nutrición y subsistencia de una gran masa de población (precisamente, sobre los más necesitados).
- Sin embargo, a pesar de esos negros nubarrones, volvió a lucir el sol demográfico con la llegada del siglo XV, en el que se produce la recuperación de la población tras superar los escollos antes señalados: guerras, epidemias, carestía, etc. Esta superación no afectó a todos los reinos, territorios o épocas por igual, ya que fue más temprana e importante en Castilla, fue mayor en las ciudades que en el ámbito rural y en algunos casos hubo altibajos.
Crisis Económica
Como antes decíamos, con el retroceso de la agricultura ante los nuevos sistemas de producción y otros factores se produjo un grave problema económico, en el que se vieron involucrados casi todos los estamentos de la sociedad, pero que naturalmente afectó más a las clases menos favorecidas, especialmente a los campesinos. Esa calamitosa situación repercutió del siguiente modo:
. La mencionada crisis demográfica (por peste, guerra o emigración) originó un lógico descenso de población, sobre todo en las zonas rurales, por lo que muchas alquerías se despueblan y falta mano de obra.
. Hubo un retroceso de los cultivos, en favor de la ganadería y otros sectores productivos.
. Se desequilibran los precios y salarios, ante la lógica pugna entre oferta y demanda: al escasear mano de obra, suben los salarios, rebajando los beneficios del productor. Además, al disminuir la población, desciende la demanda y, consecuentemente, bajan lo precios, con lo que también se reducen las ganancias. De ese modo, muchas explotaciones dejan de ser rentables, siendo abandonadas o dedicándose a otra actividad (caza, ganadería, bosque, etc.). Eso también causó el incremento de los latifundios (a costa de esas propiedades abandonadas o mal vendidas) y la aparición de una figura que será clave en el futuro: el jornalero (que trabaja los bienes ajenos a cambio de un jornal o sueldo por día trabajado).
. Al descender la población en las áreas rurales bajan las recaudaciones que los señores obtenían de sus vasallos, debido a los derechos territoriales o jurisdiccionales que sobre ellos poseían.
- Pero hemos hablado al principio de recuperación en todos los sentidos que se produce a partir del siglo XV, lo que igualmente repercutió en este apartado, debido a la finalización de la crisis demográfica, a la aplicación de medidas políticas de apoyo y a la demanda de las ciudades o del comercio internacional. Se logró poniendo en cultivo tierras marginales o abandonadas, con la ganadería (que desde finales del siglo XIII había experimentado un progresivo auge con la creación de la Mesta, la demanda de la lana merina y el apoyo de la Corona) y desarrollando nuevos cultivos muy solicitados en esos momentos (como la vid y otros).
Mención aparte merece el Comercio, que se vio favorecido por la aparición de las rutas marítimas internacionales, lo que favoreció la especialización y exportación de la lana castellana, los tejidos catalanes, la siderurgia vasca, la naviera mediterránea o atlántica y la pesca. De ese modo surgen o se desarrollan las Ferias en Castilla o las Lonjas en Aragón, se incrementa el número de sociedades mercantiles y de los medios de pago (monedas, casas de cambio y letras de cambio), o se reanuda la actividad portuaria (sobre todo en el Cantábrico, Valencia y Sevilla
Crisis Social
Es comprensible que, ante tanta crisis demográfica y económica, las relaciones sociales también se verían afectadas, como veremos a continuación:
. Los señoríos continuaron dominando sobre tierras y habitantes, pero llevan a cabo algunas modificaciones para superar los tiempos críticos que se presentaron, con el fin de aumentar su poder y rentas: incrementan las facultades jurisdiccionales, usurpan tierras de realengo (aprovechando la debilidad política de algunos monarcas), se dedican también a las actividades comerciales, crean verdaderos grupos de poder (especialmente los ricos homes, y también optan al gobierno de las ciudades en pugna con los burgueses) e introducen la figura del Mayorazgo (de ese modo, el Señorío no se podía dividir, siendo heredado íntegramente por un único heredero, normalmente el hijo mayor: como sucedió con los Señoríos de Almaraz y Belvís, ambos en el siglo XIV). Esta postura de los señores origina el rechazo de los campesinos, muchos de los cuales huyen a tierras de realengo o deciden dedicarse al bandidaje.
. En esa situación, la conflictividad social fue muy elevada. Unas fueron eminentemente locales o restringidas a ámbitos reducidos (agricultores contra ganaderos, campesinos contra señores o nobles entre sí, gremios contra nobleza o villanos contra hidalgos, por poner varios conocidos casos), pero otras rebasaron los límites comarcales: como sucedió con el antisemitismo que se generaliza a partir del siglo XIV, ya que los cristianos odian a los judíos por diferentes motivos (les culpan de los males y epidemias que surgen, incluso de haber matado a Cristo; pero en el fondo son envidiados por sus riquezas y profesiones, basadas sobre todo en el comercio, la banca y el arrendamiento), por lo que muchos han de exiliarse o convertirse al cristianismo (estos últimos, llamados conversos, también recibieron su correspondiente animadversión); o con las revueltas sociales que proliferan en diversos lugares (la de los payeses de remensa en Cataluña, o las de los campesinos contra los nobles en Mallorca y Galicia).
A diferencia de los anteriores problemas, la crisis social no se resolvió con la llegada del siglo XV, sino que seguiría siendo uno de los seculares conflictos de la historia de España.
Política y administración
En la Baja Edad Media, el sistema monárquico constituía el máximo poder reconocido en cada reino, a pesar de la jurisdicción que cada señor poseía sobre su feudo y del progresivo avance que en este sentido iban experimentando las ciudades.
Sin embargo, ese poder real admitía dos versiones que diferían bastante, por lo que a veces se enfrentaron:
. Los propios monarcas, con el apoyo de algunos, defendían la teoría autoritaria: según la cual el rey tenía el máximo poder, por lo que su voluntad se convertía en ley.
. Pero muchos señores y ciudades (sobre todo los/las más importantes) no estaban de acuerdo con esa opinión, defendiendo la teoría pactista: es decir, que todo debía ser pactado.
Respecto al propio gobierno, los reyes se ayudaban del Consejo Real (heredero de la antigua Curia Regia), que le asesoraba y colaboraba en las tareas de gobierno); mientras que la Chancillería se encargaba de administrar la justicia en última instancia, dejando los temas menores para los señores o ciudades (de acuerdo con la jurisdicción de cada lugar); y las Cortes representaban en teoría al reino (constituidas por miembros de la nobleza, el clero y las ciudades), ayudando económicamente al monarca a cambio de algunas prerrogativas.
En cuanto a la administración, los señores siguieron siendo el eje fundamental. Surgen aduanas y fronteras entre los distintos reinos (no sólo con los musulmanes, sino también entre los cristianos). En Aragón aparecen las primeras capitales en sus respectivos reinos, mientras que en Castilla sigue siendo ambulante. Y aparecen otras muchas novedades: fiscalidad (como la alcabala sobre el comercio), regidores y corregidores, ejército casi nacional, tribunales de justicia, etc.
Evolución política de los reinos
El reino de Navarra
En el siglo XIII pasa a depender de la órbita francesa, unas veces regido directamente por los reyes galos y otras por dinastías francas. Durante los siglos XIV y XV continuará esa tendencia, así como las guerras o enfrentamientos entre los defensores de esa postura y los que deseaban el acercamiento a los reinos hispanos. El reino de Navarra terminará cuando Fernando el Católico lo conquista en 1512, uniéndolo a la recién unificada nación (o monarquía) española.
El reino nazarí de Granada
Era el último reducto que le quedaba a los musulmanes tras las campañas de Fernando III el Santo en la primera mitad del siglo XIII (y porque fueron sus aliados en la reconquista de Andalucía). Abarcaba el territorio de las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería (aproximadamente), y durante los siglos XIV y XV se caracterizó por estos acontecimientos:
. El relativo interés de los castellanos por apoderarse de este reino, lo que sólo se evitaba a cambio de abonar cuantiosos impuestos (en esos dos siglos, en realidad fue un reino vasallo de Castilla).
. La presión de los benimerines: árabes que, desde el norte de África, querían tomar Granada y desde ahí volver a restaurar un imperio musulmán en la península, de forma similar a como hicieron antes los almohades o almorávides. Su derrota por Alfonso XI en la batalla del Salado acabó con esa amenaza.
. Guerras internas entre los miembros de la propia dinastía nazarí, por el deseo de poder.
. Gran actividad artesanal y comercial, sobre todo desde que un grupo de genoveses se instalan en Málaga.
. Desarrollo de una valiosa campaña intelectual y artística, que nos ha legado joyas como La Alhambra (por poner su ejemplo más admirado).
La Corona de Aragón
En el apartado de política interior, este reino tuvo que superar tres destacados escollos:
. La postura autoritaria de los reyes estuvo enfrentada con los deseos pactistas de los nobles, a los que a veces tuvo que conceder privilegios (sobre todo durante las campañas del Mediterráneo): como el Privilegio General (o de la Unión) a los aragoneses en el s. XIII, o la Generalitat a los catalanes en el XIV (que aún perdura, como órgano de representación de los ciudadanos).
. El problema sucesorio que surgió al morir Enrique III de Castilla, regente de Aragón (al morir sin descendencia Martín I, el Humano), se solucionó con el Compromiso de Caspe (1412, eligiendo a Fernando I de Antequera, castellano, de la familia de los Trastámara).
. La Guerra Civil catalana del siglo XV.
¨ En el aspecto exterior, una vez que alcanza su apogeo peninsular en el siglo XIII con Jaime I el Conquistador, tomando Baleares y Valencia, a finales de ese siglo los reyes aragoneses inician una serie de campañas de expansión por el Mediterráneo, dirigiéndose hacia el Este:
. Aprovechando la crisis surgida en el Reino de las Dos Sicilias (la isla de Sicilia y el sur de Italia, con capital en Nápoles), y ante la petición de ayuda a cargo de algunos sicilianos, las flotas de Roger de Lauria y Roger de Flor (al servicio del rey Pedro III de Aragón) se apoderan de Sicilia y la incorporan a la Corona de Aragón a principios del S. XIV. En el siglo XV, el rey aragonés Alfonso V (el Magnánimo) conquista Nápoles, donde instala su corte renacentista.
. Córcega y Cerdeña: casi similar al anterior, en competencia con Francia y repúblicas italianas, aunque su conquista fue posterior (comienzos del siglo XV). En el siglo XV, el mencionado Alfonso V renuncia a Córcega, pero se reafirma en Cerdeña.
. Zona oriental del Mediterráneo (Grecia y su entorno): en el siglo XIV, la flota del citado Roger de Flor consigue arrebatar a los turcos los ducados de Atenas y Neopatria.
La Corona de Castilla
Como en el caso anterior, también hay que distinguir entre sus relaciones internas y externas, de las que resumimos las siguientes:
¨ En política interior, cuatro fueron los acontecimientos más destacados:
. También hubo enfrentamiento entre el deseo autoritario de los reyes con las pretensiones pactistas de los nobles y ciudades: como ocurrió en el siglo XIII entre el rey Alfonso X y su hijo Sancho IV el Bravo, o en el XIV con Alfonso XI el Justiciero y las ciudades (a las que concede los regimientos y corregidores, a la vez que unifica el código judicial con el Ordenamiento de Alcalá y la fijación del Código de las Siete Partidas (que ya será la fuente definitiva del derecho español hasta el siglo XIX).
. Y guerras fratricidas, como las sostenida entre Pedro I el Cruel y hermanastro Enrique II de Trastámara, con la muerte del primero a manos del segundo.
. A finales del siglo XIV, el rey Juan I de Castilla intenta incorporar Portugal a la corona castellana, al ser su esposa hija del difunto rey del país luso. Pero la oposición de las ciudades portuguesas (sobre todo de la burguesía) y parte de la nobleza de ese país hermano, que se inclinaban por la alianza con su tradicional amiga Gran Bretaña, así como por la expansión marítima y comercial (por lo que apoyan al maestre de Avís, futuro Juan I de Portugal), acaban con los deseos españoles derrotándonos en la batalla de Aljubarrota.
. Y, como en el caso aragonés, también hubo Guerra Civil en Castilla durante la segunda mitad del siglo XV, entre el Enrique IV y su hermana Isabel (la Católica): en la que se mezclaron problemas sucesorios (como la opinión de que la heredera, Juana, no era hija suya), posturas divergentes de nobles y ciudades (unos apoyan a Juana y otros a su tía Isabel), pactos o enfrentamientos externos con Francia o Gran Bretaña (y Portugal), el matrimonio de Isabel con Fernando de Aragón, las teorías autoritarias y pactistas, etc. (como veremos en el tema siguiente).
¨ En lo referente a la política exterior, otros hechos también llamaron la atención de los castellanos:
. Al contrario que Aragón, Castilla se orienta hacia el Atlántico: tanto por el norte, a través de los puertos del Cantábrico (que transmitían el comercio organizado en Burgos); como por el sur, a través de Sevilla, una vez que se libera el estrecho de Gibraltar (tras la toma de Tarifa y, especialmente, una vez que Alfonso XI derrota a los benimerines en la batalla del Salado, casi a mediados del siglo XIV). Esa apertura del estrecho motiva que tanto Francia como Gran Bretaña se fijen en Castilla, pero no porque estuvieran enamorados de nosotros, sino porque ambos deseaban la fuerza naval castellana en la Guerra de los Cien Años que ambos mantenían entre sí: por eso intervinieron en la citada guerra fratricida, ya que Pedro I se alió con los ingleses y su hermanastro Enrique con los franceses, a los que ayudaron respectivamente.
Relacionado con lo anterior (mirada hacia el Atlántico) podría estar la conquista de Canarias, en la que intervinieron marinos andaluces y cántabros, así como nobles franceses (como Juan de Bethencourt) al servicio de la corona castellana (fruto de las buenas relaciones que imperaron con Francia tras la victoria de Enrique II sobre su hermanastro Pedro I). Si inicia la conquista y colonización (muy pronto se vieron sus excelentes posibilidades agrarias, comerciales y de puente), aunque no se ocupan definitivamente hasta el reinado de los Reyes Católicos.
Como contrarréplica a los avances castellanos en esas zonas, los portugueses se apoderan de Ceuta (que más adelante pasará a manos españolas, ya en tiempo de Felipe II), Azores y Madeira.
Arte y Cultura de la Baja Edad Media española
En esos dos siglos críticos hubo cambios importantes en las mentalidades españolas, pues el hombre medieval fue evolucionando gradualmente hacia el hombre moderno. De ese modo, la variedad fue la tónica general de los hispanos: mientras unos optan por el goce mundano (como nos refleja el Arcipreste de Hita en su Libro del Buen Amor), otros prefieren reformar su vidas y comportamientos (como hacen varias órdenes religiosas), a la vez que los ejemplos moralizantes se mezclan con otros de ostentación y acaparamiento (en la novelas de caballería hay demasiados ejemplos...). En fin, un verdadero cacao el existente en esos siglos XIV y XV.
Respecto al arte, y debido a lo anterior, también fue una época marcada por la transición: en este caso desde el Gótico al Renacimiento, que ya empezaba a amanecer por el horizonte.
El reinado de los reyes Católicos puede considerarse como el punto de partida de la Edad Moderna en España, ya que en algunos aspectos marcó el comienzo de una nueva época: la autoridad monárquica se impuso sobre la poderosa nobleza; se finalizó el proceso de la Reconquista con la incorporación del reino de Granada; se implantó una política de unidad religiosa; se acabó con la tolerancia hacia las prácticas y creencias musulmanas y judías; se descubrió un nuevo continente y se fraguó la unión entre Castilla y Aragón, aunque ésta fue sólo de tipo personal, por el matrimonio de los reyes, sin que se pretendiera dar un paso hacia la integración política de sus reinos en una monarquía unitaria.
La configuración del territorio
La unión dinástica de Castilla y Aragón
A la muerte de Enrique IV de Castilla en 1474 tiene lugar una guerra civil por la sucesión al trono entre su hija Juana, apodada la Beltraneja, ya que en opinión de algunos su verdadero padre era Beltrán de la Cueva, favorito del rey, y su hermana Isabel, apoyada por la nobleza y la Corona de Aragón, dado que en 1469 había contraído matrimonio secreto con Fernando. La guerra terminó en 1479 con la derrota de Juana. Ese mismo año subía al trono de Aragón Fernando II, que con su mujer Isabel I unía por el matrimonio sus respectivos reinos.
Sin embargo, aunque los Reyes Católicos (cuyo título de Católicos les fue concedido en 1494 por el Papa Alejandro VI) decidieron gobernar conjuntamente en todos sus territorios, la unión de Castilla y Aragón fue meramente dinástica, ya que cada reino conservó sus propias leyes e instituciones. No se plantearon la posibilidad de crear una monarquía centralizada.
Aunque gobernaron en régimen de igualdad en todos sus territorios, las diferencias entre la Corona de Castilla y la de Aragón son destacables. Por un lado, Castilla superaba a Aragón en extensión territorial y población (tenía más de las tres cuartas partes de la población peninsular). También disfrutaba de una mayor riqueza económica basada fundamentalmente en la ganadería ovina trashumante, controlada por la Mesta, lo que generaba un importante comercio de exportación de lana principalmente con Inglaterra. Por otro lado, Castilla era además un estado unido (un gobierno, una moneda, unas Cortes y sin aduanas internas), al contrario que Aragón con tres reinos que poseían instituciones propias.
La conquista del reino de Granada
El reino nazarí de Granada, último reducto musulmán en la Península, se había mantenido como vasallo de Castilla desde 1246. Los Reyes Católicos, para orientar el carácter belicista de la nobleza, deciden poner fin al proceso de Reconquista conquistando Granada.
La guerra civil granadina entre bandos nobiliarios rivales (abencerrajes y zegríes) facilitó los avances cristianos. La conquista fue una guerra de asedios más que de batallas a campo abierto. La última campaña fue el largo asedio a la ciudad de Granada, que duró casi un año, finalizando con las Capitulaciones de Santa Fe entre los Reyes Católicos y el último rey nazarí, Boabdil (por las que permiten a los árabes permanecer en Granada con todas sus propiedades, costumbres, leyes, religión, etc.). El 2 de Enero de 1492 los reyes tomaron posesión de la Alhambra culminando la Reconquista frente a los árabes.
La anexión de Navarra
Si la conquista de Granada fue una de las grandes empresas de los comienzos del reinado, la incorporación de Navarra se produjo años después de la muerte de Isabel. El pretexto alegado fue una supuesta conspiración de Navarra y Francia contra Castilla, que sirvió a Fernando el Católico para enviar en 1512, al duque de Alba a ocupar militarmente Pamplona y seguidamente todo el territorio navarro.
En 1515, en las Cortes de Burgos, Fernando anexionó el reino de Navarra a la Corona de Castilla, pero en plano de igualdad, conservando la autonomía de sus fueros e instituciones y su condición de reino propio.
El fortalecimiento de la monarquía
Los Reyes Católicos se propusieron transformar una monarquía de tipo feudal, con predominio de la nobleza, en una monarquía autoritaria, con predominio de los reyes. Para ello iniciaron una serie de reformas encaminadas a restaurar la paz social y a reforzar la autoridad de la monarquía, dotándola de los necesarios instrumentos de control.
Problemas sociales
- Los payeses de remensa eran campesinos adscritos a la tierra de forma hereditaria, que podían romper dicha adscripción mediante el pago de una cantidad de dinero, la remensa. Además de la remensa, los campesinos soportaban los denominados malos usos (seis, contando la remensa). Se trataba de seis obligaciones o condiciones abusivas impuestas para mantener la relación del campesino con la tierra de trabajo. El levantamiento de los payeses contra la nobleza en 1484 determinó el apoyo de la monarquía a los nobles y tras la derrota de los insurrectos, fueron ajusticiados sus principales dirigentes.
La Sentencia Arbitral de Guadalupe de 1486 acaba con el conflicto, ya que a cambio del pago de un censo a sus señores, los payeses consiguieron la abolición de los malos usos y el reconocimiento de su domino sobre la tierra con facultad para traspasarla. El señor seguía teniendo la propiedad de la tierra mientras que el campesinado conservaba el dominio útil a cambio de una renta.
- La nobleza era el grupo social que más podía truncar las aspiraciones autoritarias de la Corona. Por ello se redujo su poder político apartándola de los cargos superiores de la administración, que fueron ocupados por juristas y letrados universitarios. Como compensación, se consolidó su riqueza económica y su poder social y apenas se menoscabó su poder jurisdiccional.
- Las Órdenes Militares creadas en el siglo XII, con el espíritu de cruzada de la Reconquista, se habían convertido en poderosas instituciones con elevadísimas rentas y un inmenso patrimonio territorial. Los Reyes Católicos se propusieron controlarlas, tanto para limitar su poder político como para beneficiarse de sus rentas, que compensarían las pérdidas de la Corona. Para ello presionaron a las Órdenes Militares castellanas para que eligieran al rey como gran maestre de cada una de ellas. De este modo, Fernando fue nombrado gran maestre de la Orden de Calatrava en 1487, de la de Alcántara en 1494 y de la de Santiago en 1499.
Reorganización institucional
Los Reyes Católicos desarrollaron una política de fortalecimiento de las instituciones de gobierno, creando una serie de organismos nuevos y reforzando los existentes.
- Crearon la Santa Hermandad, cuerpo armado que debía garantizar la seguridad en las ciudades y los campos, y reprimir el bandidaje en los caminos.
- En la milicia crearon el núcleo de un ejército profesional, basado en la movilidad de la caballería ligera y la infantería, que alcanzó notables éxitos en la guerra de Italia.
- En materia de justicia, consolidaron la Chancillería, con función de tribunal superior con dos sedes: una en Valladolid y otra en Granada y la Audiencia, como tribunales de rango inferior a las Chancillerías, también con dos sedes: una en Santiago y otra en Sevilla.
- Crearon la figura del corregidor, especie de alcalde delegado del rey en las ciudades y municipios. El cargo estaba directamente designado por el rey y costeado por el municipio, lo cual otorgaba a la figura del corregidor un carácter impopular.
- Modernizaron el Consejo Real, al desbancar de éste a la alta nobleza y el clero, sustituidos por burgueses letrados fieles a la Corona, convirtiéndole en el órgano de gobierno más importante. Se constituyeron consejos especializados en ciertas materias, como el de Aragón, la Inquisición o el de Indias. Los demás asuntos los seguía tratando el Consejo Real, que estaba por encima de todos los demás y que acabó denominándose Consejo de Castilla, como prueba del predominio de esta corona.
- En la fiscalidad, los reyes aseguraron la capacidad recaudadora de la Hacienda Real. En las Cortes de Toledo de 1480 sometieron a revisión las mercedes concedidas por los reyes anteriores, lo que permitió recuperar parte del patrimonio real.
De esta forma, el poder real crece y se centraliza, y se impondrá a la nobleza que cada vez dependerá más de la monarquía. Se impone, pues, la teoría autoritaria que defendían.
La política religiosa
Los Reyes Católicos representan el final de la tolerancia medieval en materia religiosa, utilizando la religión como un instrumento más de control político y social.
Para ello llevaron a cabo una reforma de la Iglesia, a través de la cual los reyes ejercieron un control muy estricto en el nombramiento de obispos, afirmando el regalismo por el cual los reyes tenían privilegios en asuntos eclesiásticos. También iniciaron una reforma disciplinaria de las órdenes religiosas, con el apoyo del Cardenal Cisneros, para acabar con la vida disoluta y frívola del clero.
Crearon el Tribunal de la Inquisición en 1478, única institución junto a la Corona con jurisdicción sobre todos los reinos hispanos, para luchar contra los conversos que continuaban con sus prácticas religiosas y acabó convertida en un instrumento también de control político e ideológico de la población. El primer inquisidor general fue el dominico Fray Tomás de Torquemada.
En 1492 los Reyes Católicos decretaron que los judíos debían convertirse al cristianismo o abandonar la Península en el plazo de cuatro meses. Las causas de esta decisión pueden radicar en el antisemitismo de la población, el afán de apropiarse de sus bienes o impedir que arrastrasen a los conversos al judaísmo. La principal consecuencia fue una pérdida cuantiosa de población que además formaba un grupo que desempeñaba actividades económicas de gran utilidad (médicos, artesanos, prestamistas…).
A partir de 1499, el Cardenal Cisneros emprendió una política de conversiones forzosas para los mudéjares granadinos. El descontento de la población islámica estalló en las rebeliones del Albaicín (barrio de Granada) y de las Alpujarras, que acabaron con una dura represión que obligaba a los mudéjares a abandonar España o a convertirse al cristianismo. Los mudéjares se transformaron así en moriscos (musulmanes cristianizados) que también serían expulsados un siglo después.
La proyección exterior
La política matrimonial
Los Reyes Católicos intentaron reforzar sus relaciones exteriores mediante una estudiada política de enlaces matrimoniales de sus hijos, que perseguía dos objetivos:
- Consolidar la amistad con Portugal y poner los medios para una futura incorporación de Portugal a la monarquía hispánica. Para ello casaron a su hija mayor Isabel con el heredero de la corona portuguesa y tras su muerte, con el propio rey Manuel I, quien tras enviudar de Isabel se casó con María, la cuarta hija de los Reyes Católicos. Si el príncipe Miguel, hijo del primer matrimonio de Manuel con Isabel, no hubiese muerto en 1500 siendo niño, habría heredado todos los reinos de la Península.
- Estrechar relaciones con los vecinos y rivales de Francia (Inglaterra y el Imperio Romano Germánico) con el fin de aislarla:
- Para obtener la amistad de Inglaterra, casan a su hija menor, Catalina, primero con su príncipe heredero Arturo de Inglaterra y, tras su muerte, con el rey Enrique VIII (quien la repudiará más tarde).
- Para establecer vínculos con el Imperio, se concertó un doble matrimonio: el del primogénito Juan y su hermana Juana (futura Juana I, la Loca) con los hijos del Emperador Maximiliano de Austria, Margarita de Austria y Felipe el Hermoso, respectivamente.
La expansión mediterránea: Italia y norte de África
El Mediterráneo era un ámbito de interés tradicional para la Corona de Aragón desde la incorporación de Sicilia en 1282. También Castilla tenía intereses en el Norte de África demasiado próximo a las costas andaluzas como para no suponer una amenaza.
Las guerras de Italia
La tradicional rivalidad aragonesa con Francia es heredada por Castilla y se convierte en una constante en la política exterior española hasta finales del siglo XVII. El escenario de los enfrentamientos será Italia, dividida en pequeños estados codiciados por las dos grandes potencias militares del momento: la monarquía francesa y la española.
Con los Reyes Católicos las guerras de Italia se desarrollan en dos fases, donde los protagonistas fueron, por un lado Carlos VIII y Luis XII de Francia, y por otro Fernando el Católico, cuyas tropas fueron dirigidas por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. El objetivo era el Reino de Nápoles, conquistado por Alfonso V de Aragón, pero separado a su muerte de la corona aragonesa. El resultado fue la victoria de Fernando frente a las pretensiones francesas. Así se reincorporaron a la Corona de Aragón los condados catalanes de Rosellón y Cerdaña, en posesión francesa y el Reino de Nápoles.
La ocupación de las plazas del norte de África
Desde el siglo XIII Castilla había pretendido conquistar Marruecos y desde la toma de Granada, la expansión hacia el Magreb parecía una solución para contener la piratería y los posibles ataques de los berberiscos a las costas españolas. Sin embargo la ocupación española del Norte de África quedó limitada a un reducido número de plazas fuertes en la costa: Melilla, Orán, Bugía, Trípoli…, cuya eficacia contra la piratería era prácticamente nula.
La expansión atlántica: Canarias y América
La conquista de Canarias
Las primeras iniciativas de conquista de las islas Canarias datan de 1402 cuando el rey de Castilla Enrique III otorgó a Juan de Bethencourt el señorío de las islas para su conquista y evangelización frente a las pretensiones portuguesas, reconociéndose a mediados del siglo XV su soberanía sobre las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y Hierro. Pero fue tras la guerra de sucesión castellana y el Tratado de Alcaçovas, cuando los Reyes Católicos tomaron a su cargo la conquista las tres islas restantes: Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Para ello utilizaron el sistema de capitulaciones. Por este procedimiento se establecía un contrato con capitanes y eclesiásticos para que llevaran a cabo la conquista y evangelización de los nuevos territorios en nombre de la monarquía, pasando a ser tierras de realengo. Este método sería aplicado después en América. Las islas estaban habitadas por gente que se hallaban en grado de desarrollo neolítico. El grupo más numeroso era el de los guanches en Tenerife, bajo la jefatura de los menceys. Los pobladores canarios asimilaron la cultura de los conquistadores y se mezclaron sin conflictos. Por su situación geográfica, las Islas se convirtieron en una escala de aprovisionamiento de gran valor en las expediciones del descubrimiento y colonización de América.
Las grandes exploraciones oceánicas
Durante la Edad Media, Europa había mantenido un activo comercio con Oriente (China, Indonesia e India), basado en la importación de especias, sedas y piedras preciosas. Las rutas de comercio atravesaban el continente asiático controladas por caravanas de comerciantes musulmanes hasta llegar al Mediterráneo donde eran distribuidas por genoveses y venecianos. Los largos y peligrosos trayectos, así como los numerosos intermediarios encarecían los precios de las mercancías. Además, la caída de Constantinopla en 1453 terminó de cerrar el comercio con las Indias. De ahí que castellanos y portugueses iniciaran la exploración del Atlántico con el fin de descubrir nuevas rutas en las que accedieran de manera directa a los centros de producción orientales.
Los primeros protagonistas son los portugueses. Su objetivo era circunnavegar la costa atlántica africana para hallar una vía marítima alternativa a la terrestre. Logran establecer la ruta del Atlántico sur entre 1487, cuando Bartolomé Díaz dobla el cabo de Buena Esperanza, y 1498, cuando Vasco da Gama llega al puerto de Calicut (India).
Colón y el descubrimiento de Ámérica
En 1482, Cristóbal Colón, expone al rey de Portugal su proyecto de llegar a las Indias por el oeste. Según él esta ruta era más corta que la del este. Calculó que la distancia entre Canarias y Cipango (Japón) era de 2.400 millas marinas y que se podía realizar en un mes de navegación, pero la distancia real es de 10.600. Rechazado por los portugueses, que ya estaban a punto de lograr su objetivo por la ruta africana, en 1485 pasa a España y pone todo su empeño en convencer a los Reyes Católicos. Aunque los científicos de la Corte no niegan la posibilidad teórica del proyecto, lo que sí discuten es la distancia y la duración real del viaje. A pesar de ello, una vez concluida la conquista del reino musulmán de Granada, los Reyes firman con Colón las Capitulaciones de Santa Fe, en 1492. Con la participación de los armadores de Cádiz, los hermanos Pinzón, y la financiación de la Corona junto a la de Luis de Santangel y Francisco Pinelo, salen del puerto de Palos (Huelva) dos carabelas, la Pinta y la Niña, y una nao, la Santa María, el 3 de agosto. El 12 de octubre de 1492 pisan las primeras tierras americanas, la isla de Guanahaní (San Salvador) en el archipiélago de las Bahamas. Después, descubrió Colón Cuba y La Española (Haití) y emprendió el regreso a la península Ibérica en 1493.
Ante el éxito de la expedición, Colón realizó tres viajes más a los nuevos territorios entre 1493 y 1504, aunque murió convencido de haber llegado a las Indias. La confirmación de que se trataba de un nuevo continente la proporcionó Américo Vespucci en 1499. Las anotaciones que Colón registró de ese viaje (Diario de Colón) nos han servido para conocer la travesía, con sus peripecias.
Tras el primer viaje de Colón a América, en 1493 los Reyes Católicos obtuvieron del Papa Alejandro VI una bula Inter caetera o decreto que les concedía los derechos exclusivos sobre las tierras descubiertas y sobre las que pudiera descubrir al oeste de una línea de demarcación imaginaria, trazada de polo a polo a cien leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo Verde, correspondiendo las situadas al este a Portugal.
Pero el arbitraje papal no satisfizo a los portugueses y los Reyes Católicos, interesados en mantener buenas relaciones con el reino vecino, propiciaron un nuevo acuerdo en 1494, mediante la firma del Tratado de Tordesillas, que desplazaba la línea divisoria entre ambas zonas de expansión a trescientas setenta leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Esto dejaba a Portugal la ruta que bordeaba África y le permitía la futura ocupación de Brasil.
RESUMEN Tema 1: Los fundamentos históricos de la España Moderna
Evolución política, económica, social y características culturales de AL-ANDALUS
Invasión musulmana (711)
Dependencia del Califato de Damasco
Emirato Independiente
Califato de Córdoba
Crisis del s. XI · Reinos de Taifas (invasiones almorávides, almohades y benimerines)
· Reino Nazarí
Organización económica y social (influencias orientales)
Innovaciones agrarias: regadíos, nuevos cultivos
Economía agraria, importancia de las ciudades: orden público, comercio, no fueros
Sociedad urbana, no feudal
Diversidad étnica y religiosa: árabes, bereberes, mulaidíes, mozárabe, judios
Cultura: Modelos árabes + influencia persa y greco romana
+ esplendor época de taifas. Arte: mezquitas y palacios. Artes decorativas
Los procesos de reconquista y modelos de repoblación
Primeros núcleos de resistencia: · Reino de Asturias
· Reino de León
· Castilla
Frontera entre francos y árabes: · Reino de Navarra (s.IX)
· Condados Pirineo Central
· Condados catalanes (s.IX)
Reconquista: inferioridad reinos cristianos del s. VIII al XI
Avance hacía el Tajo y el Ebro (s XI y XII)
Hegemonía cristiana (s. XII y XIII)
Modelos de repoblación o colonización (diferentes según época y zonas)
Objetivo militar, estratégico y económico
Occidente · Valle del Duero (s. IX y X) Cesión regia por PRESURA de terrenos vacíos a monasterios, nobles y campesinos
· Territorios entre Tajo y Duero (s. XI) Por CONCEJOS
· Entre el tajo y Guadiana (s. XII) a ÓRDENES MILITARES
· Andalucía y Extremadura (s. XIII) Tierras habitadas por REPARTIMIENTOS a concejos, órdenes militares y alta nobleza (dió lugar a latifundios)
· (s. XV) Cesiones reales por REALENGO (similar a SEÑORÍO)
Oriente · Cataluña (hasta s. X) monasterios y magnates
(s. XII) CARTAS PUEBLA (similar a fueros)
· Aragón, Navarra, valencia y Murcia: REPARTIMIENTO
S. XII y XIII Hegemonía de los reinos cristianos: 5 reinos. Monarquía medieval
Portugal
León Fernando III Sevilla y Alfonso X Murcia y Cádiz
Castilla
Aragón: Baleares y Valencia
Navarra
Diversidad social: · Señores y alto clero
· Campesinos: relaciones feudales
Desarrollo económico: marco rural: señorío: Realengo, abadengo, solariego, colectivo
Reglamentan, jurisdicción, guerra, tributos
Agricultura y ganadería
Marco urbano: municipios: fueros
Comercio e industria (escasa)
Cortes, chancillería y Consejo Real
Castilla: fortalecimiento poder monárquico. Atlántico
Aragón: pactismo: Mediterráneo
Cultura: Camino de Santiago. Románico, Gótico. Mudéjar. Universidades. Castellano
Mudéjares y moriscos: población musulmana que permanece (+ Aragón y Valencia)
Crisis s. XIV: Peste y transformaciones económicas y s. XV recuperación demigráfica y auge económico en Castilla
Conflictos sociales urbanos y campesinos
Los Reyes Católicos: el Estado modernos
Unión de ambas coronas en una dinastía: Instituciones y funcionamiento diferenciado
Objetivos: Interior: · establecer el orden. Inquisición [1]
· Unidad religiosa Expulsión judíos
Conversión forzosa musulmanes
· Control de nobleza y clero sin quitarles privilegios
Exterior: · Incorporar Navarra, Granada, El Rosellón, Nápoles y plazas de África
· Convertir su monarquía en una potencia europea
· Conquistar las Canarias y financiar descubrimiento. Tº de Tordesillas
Organización del estado: Centralizar poder político, ceden poder económico a nobles
Castilla: Monarquía autoritaria: · Santa Hermandad
· Chancillerías (tribunal supremo)
· Corregidores (poder municipal)
· Sanear Hacienda real
· Consejos de Castilla. Consejo de Aragón. Consejo Ordenes M.
Aragón: Monarquía pactista
Evolución económica, social y cultural
Política mercantilista: ganadería lanar y exportaciones materias primas. Agricultura subordinada
Estructuras sociales: Estamentos: nobles y campesinos
[1] S. XV (1478) Luchar contra conversos que continuaban con sus prácticas. Depende del monarca. Procedimientos duros. Pesquisas secretas. Inhabilitación de descendientes
Invasión musulmana (711)
Dependencia del Califato de Damasco
Emirato Independiente
Califato de Córdoba
Crisis del s. XI · Reinos de Taifas (invasiones almorávides, almohades y benimerines)
· Reino Nazarí
Organización económica y social (influencias orientales)
Innovaciones agrarias: regadíos, nuevos cultivos
Economía agraria, importancia de las ciudades: orden público, comercio, no fueros
Sociedad urbana, no feudal
Diversidad étnica y religiosa: árabes, bereberes, mulaidíes, mozárabe, judios
Cultura: Modelos árabes + influencia persa y greco romana
+ esplendor época de taifas. Arte: mezquitas y palacios. Artes decorativas
Los procesos de reconquista y modelos de repoblación
Primeros núcleos de resistencia: · Reino de Asturias
· Reino de León
· Castilla
Frontera entre francos y árabes: · Reino de Navarra (s.IX)
· Condados Pirineo Central
· Condados catalanes (s.IX)
Reconquista: inferioridad reinos cristianos del s. VIII al XI
Avance hacía el Tajo y el Ebro (s XI y XII)
Hegemonía cristiana (s. XII y XIII)
Modelos de repoblación o colonización (diferentes según época y zonas)
Objetivo militar, estratégico y económico
Occidente · Valle del Duero (s. IX y X) Cesión regia por PRESURA de terrenos vacíos a monasterios, nobles y campesinos
· Territorios entre Tajo y Duero (s. XI) Por CONCEJOS
· Entre el tajo y Guadiana (s. XII) a ÓRDENES MILITARES
· Andalucía y Extremadura (s. XIII) Tierras habitadas por REPARTIMIENTOS a concejos, órdenes militares y alta nobleza (dió lugar a latifundios)
· (s. XV) Cesiones reales por REALENGO (similar a SEÑORÍO)
Oriente · Cataluña (hasta s. X) monasterios y magnates
(s. XII) CARTAS PUEBLA (similar a fueros)
· Aragón, Navarra, valencia y Murcia: REPARTIMIENTO
S. XII y XIII Hegemonía de los reinos cristianos: 5 reinos. Monarquía medieval
Portugal
León Fernando III Sevilla y Alfonso X Murcia y Cádiz
Castilla
Aragón: Baleares y Valencia
Navarra
Diversidad social: · Señores y alto clero
· Campesinos: relaciones feudales
Desarrollo económico: marco rural: señorío: Realengo, abadengo, solariego, colectivo
Reglamentan, jurisdicción, guerra, tributos
Agricultura y ganadería
Marco urbano: municipios: fueros
Comercio e industria (escasa)
Cortes, chancillería y Consejo Real
Castilla: fortalecimiento poder monárquico. Atlántico
Aragón: pactismo: Mediterráneo
Cultura: Camino de Santiago. Románico, Gótico. Mudéjar. Universidades. Castellano
Mudéjares y moriscos: población musulmana que permanece (+ Aragón y Valencia)
Crisis s. XIV: Peste y transformaciones económicas y s. XV recuperación demigráfica y auge económico en Castilla
Conflictos sociales urbanos y campesinos
Los Reyes Católicos: el Estado modernos
Unión de ambas coronas en una dinastía: Instituciones y funcionamiento diferenciado
Objetivos: Interior: · establecer el orden. Inquisición [1]
· Unidad religiosa Expulsión judíos
Conversión forzosa musulmanes
· Control de nobleza y clero sin quitarles privilegios
Exterior: · Incorporar Navarra, Granada, El Rosellón, Nápoles y plazas de África
· Convertir su monarquía en una potencia europea
· Conquistar las Canarias y financiar descubrimiento. Tº de Tordesillas
Organización del estado: Centralizar poder político, ceden poder económico a nobles
Castilla: Monarquía autoritaria: · Santa Hermandad
· Chancillerías (tribunal supremo)
· Corregidores (poder municipal)
· Sanear Hacienda real
· Consejos de Castilla. Consejo de Aragón. Consejo Ordenes M.
Aragón: Monarquía pactista
Evolución económica, social y cultural
Política mercantilista: ganadería lanar y exportaciones materias primas. Agricultura subordinada
Estructuras sociales: Estamentos: nobles y campesinos
[1] S. XV (1478) Luchar contra conversos que continuaban con sus prácticas. Depende del monarca. Procedimientos duros. Pesquisas secretas. Inhabilitación de descendientes
Tema 2: Del apogeo del Imperio a la crisis del Antiguo Régimen
EVOLUCIÓN DEL MODELO PILÍTICO DE LOS AUSTRIAS
Con Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, se entronizó definitivamente en las coronas de Castilla y Aragón la dinastía de los Habsburgo, también conocidos como los Austrias, por ser Austria el territorio patrimonial del que procedía su linaje por su padre Felipe El Hermoso.
Durante la mayor parte del siglo XVI gobernaron dos reyes: Carlos I en la primera mitad de siglo y Felipe II en la segunda. Es la España de los denominados Austrias Mayores por la historiografía tradicional, en un afán de exaltar su labor frente a sus sucesores, los denominados Austrias Menores, a los que se responsabilizó del declive político de España durante el siglo XVII.
Es cierto que durante el siglo XVI la monarquía hispánica se convirtió en la gran potencia hegemónica de Europa, a la que se añadía un enorme imperio colonial que incluyó la Corona de Portugal en 1580. Y también es cierto que durante el siglo XVI se fraguó el germen de su decadencia futura con el endeudamiento crónico de la monarquía y el empobrecimiento de Castilla, en beneficio de la banca, la industria y el comercio extranjero, los cuales se convirtieron en receptores de las riquezas llegadas de América.
1.- El Imperio de Carlos V (1516-1556)
1.1.- La herencia de Carlos I
Carlos I, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, nació en Gante en 1500 y heredó un importante número de territorios tras ser proclamado rey de la Monarquía Hispánica en 1517:
- Por línea materna, hereda de su abuela Isabel, la Corona de Castilla, Canarias, las plazas norteafricanas y los territorios americanos. De su abuelo materno, Fernando, hereda la Corona de Aragón y sus posesiones en Italia (Cerdeña, Nápoles y Sicilia).
- Por línea paterna, hereda de su abuela María de Borgoña, los Países Bajos, Charolais, Luxemburgo y el Franco Condado. De su abuelo paterno, Maximiliano de Austria, hereda los Estados de la Casa de Habsburgo (Austria, Estiria, Tirol y Carniola) y los derechos al trono imperial alemán (Sacro Imperio Romano Germánico).
Además, en 1519, fue elegido emperador del Sacro Imperio que por tradición solía recaer en la dinastía de los Habsburgo, con el nombre de Carlos V.
1.2.- Los conflictos internos
A la muerte del emperador alemán Maximiliano de Austria, el trono imperial quedó vacante. Pugnaron por él el nuevo rey de España y Francisco I de Francia, pero los metales preciosos que comenzaban a llegar de América y los impuestos recaudados en Castilla garantizaron los fondos que Carlos necesitaba para su sueño imperial. Estos impuestos y la actitud insolente de sus consejeros flamencos suscitó pronto una serie de revueltas internas.
1.2.1.- Las Comunidades
La presencia de extranjeros en los altos cargos políticos castellanos y la mayor preocupación del monarca por sus posesiones en Europa provocaron un movimiento hostil hacia Carlos y su política europeísta.
La sublevación de las Comunidades comenzó en la Corona de Castilla en 1520 cuando se levantaron las principales ciudades castellanas (Toledo, Segovia y Salamanca) y sustituyeron el poder municipal por comunas, integradas por artesanos, comerciantes y miembros de la baja nobleza y del bajo clero. Las reclamaciones principales del movimiento eran: el regreso a España de Carlos V, la limitación de los excesos de los consejeros flamencos en sus cargos, la reducción de impuestos y gastos de la Corona, la prohibición de la salida de oro, plata y lana y un mayor protagonismo político de las Cortes.
La aristocracia se mantuvo al margen hasta que los comuneros, para ganar apoyo popular, animaron los movimientos antiseñoriales. Entonces, la alta nobleza cerró filas con los representantes del monarca derrotando a los comuneros en Villalar en 1521, donde fueron ajusticiados sus líderes (Bravo, Padilla y Maldonado) suponiendo el final del movimiento y asegurando el triunfo del autoritarismo real.
La principal consecuencia de la revuelta comunera fue la alianza entre la monarquía y la alta nobleza que dejaría a Castilla anclada en un conservadurismo social y económico con valores medievales, más que de los tiempos modernos, que frustra los objetivos más innovadores de la burguesía.
1.2.2.- Las Germanías
La sublevación de las Germanías fue casi simultánea, con Valencia como escenario, que se extendería a Murcia y Mallorca. Sus fundamentos son menos políticos y más sociales, tratándose de revueltas antiseñoriales.
En 1519 los gremios de artesanos de Valencia pidieron permiso al rey para reclutar una milicia o hermandad (Germanía en valenciano) con el fin de defender la costa contra los piratas berberiscos. La peste provocó la huida de la nobleza y ante el vacío de poder las Germanías se reunieron en Junta y propusieron la reducción de los privilegios de la nobleza. La sublevación contó con la participación de los artesanos de las ciudades, los campesinos más pobres y el bajo clero, configurando un conflicto de clases entre éstos y la nobleza.
El final del movimiento fue similar al comunero castellano cuando los agermanados fueron derrotados por los señores aliados a las tropas del rey, y sus cabecillas (Vicente Peris) duramente castigados. La alianza entre monarquía y nobleza, en detrimento de la burguesía, también quedó sellada en el reino de Valencia.
1.3.- Los conflictos externos
Los conflictos exteriores de tan vasto imperio fueron constantes y numerosos, debido a las pretensiones imperiales y religiosas de Carlos I y provocaron enormes gastos militares que absorbieron gran parte de la riqueza económica de Castilla.
1.3.1.- Rivalidad con Francia
La lucha por la hegemonía europea llevó al emperador a enfrentarse con Francisco I de Francia, debido a la rivalidad personal existente entre ambos monarcas, la incorporación a Castilla del reino de Navarra, no aceptada por Francia, y las luchas por la hegemonía en Italia.
Carlos V hizo frente a seis guerras contra Francia. En la primera, en 1521, los franceses invadieron Navarra y desde Milán trataron de asegurar su hegemonía en el norte de Italia. Los franceses fueron rechazados en Navarra y derrotados en el Milanesado en la batalla de Pavía (1525) en la que el propio rey, Francisco I, fue hecho prisionero. Así, España afianza su predominio con el control de Milán, que se incorporó a los dominios españoles. Las luchas se reanudaron en 1536, prolongándose durante 20 años, aunque intercalando periodos de paz.
1.3.2.- Lucha contra los protestantes
El emperador consideró la lucha contra la reforma protestante como una obligación propia de quien era jefe político de la cristiandad. Además, Alemania había sido el principal escenario de la reforma de Lutero, a la que se habían adherido numerosos príncipes para fortalecer su poder mediante la confiscación de bienes a la Iglesia católica.
En 1521 Carlos V convocó la Dieta de Wörms, en la que el emperador fijó su oposición a Lutero. Algunos príncipes alemanes que ya habían aceptado las doctrinas luteranas, protestaron ante las exigencias del rey, de donde les proviene su nombre de protestantes.
Posteriormente en 1545, el papa Pablo III, apremiado por el emperador, convoca el Concilio de Trento para intentar solucionar el problema de la reforma. Finalmente, el emperador tuvo que luchar contra los príncipes protestantes a los que derrotó en la batalla de Mühlberg (1547). La victoria aumentó su poder en Alemania pero no resolvió la cuestión al seguir extendiéndose las ideas luteranas. Por la Paz de Augsburgo, en 1555, se reconoció oficialmente la ruptura religiosa de Europa entre protestantes y católicos.
1.3.3.- Lucha contra los turcos
Durante la época de Carlos V se hizo patente la necesidad de la defensa de la cristiandad contra los turcos, cuya amenaza en la zona mediterránea era constante. La confrontación tuvo dos escenarios:
- En el centro de Europa, los ejércitos del sultán turco Solimán el Magnífico ocuparon Hungría y sitiaron Viena, amenazando los territorios de la casa de Austria. Las tropas turcas fueron detenidas por el ejército imperial a las puertas de Viena.
- En el Mediterráneo occidental, los corsarios de Barbarroja ocuparon varias plazas conquistadas por Fernando el Católico en el norte de África. Incluso saquearon algunos pueblos de la costa española. Carlos V sufrió la derrota de Argel frente a los turcos a consecuencia de la cual la mayor parte del Mediterráneo se convirtió en un “lago turco”.
1.4.- Conquista, colonización y administración de América
1.4.1.- La conquista y colonización del territorio
Carlos V se encontró con un vasto imperio ultramarino del que apenas se habían puesto los cimientos. Se hacía necesario pensar en términos de economía-mundo y España se preparaba para beneficiarse de sus conquistas y para hacer frente a los problemas de gobierno y administración de unas tierras situadas a más de seis mil kilómetros de la Península.
Tras los viajes de Colón, los españoles continuaron descubriendo las tierras de lo que había resultado ser un nuevo continente. Inicialmente se ocuparon Las Antillas, y después se pasó al continente con la llegada de noticias sobre la existencia de ricos imperios en el interior.
- En 1519, Hernán Cortés salió de Cuba y desembarcó en la costa de Méjico. Tres años después, con sólo ochocientos hombres, había dominado el Imperio Azteca, conquistando su capital (Tenochtitlán) y haciendo prisionero al propio emperador Moctezuma.
- En 1532, Francisco Pizarro organizó una expedición con doscientos hombres, con los que y aprovechando la captura y ejecución del emperador Atahualpa, se hizo con el Imperio Inca, que ocupaba el actual Perú.
A estas grandes empresas siguieron otras que fueron completando la conquista del nuevo continente: Francisco de Orellana, descendió el Amazonas; Vasco Nuñez de Balboa, atravesó el istmo de Panamá, descubriendo el Océano Pacífico; Lope de Aguirre, impulsado por el afán de hallar el mítico El Dorado, atravesó el Amazonas y el Orinoco; Pedro de Mendoza llegó al río de la Plata y Buenos Aires; Cabeza de Vaca a Tejas; Pedro de Valdivia, conquistó Chile; Hernando de Soto, el Mississippi. En apenas 10 años, entre 1540 y 1550 se había explorado casi toda América, desde California hasta el río de la Plata.
En este período también se completa la primera vuelta al mundo, en 1519-1522. En un primer momento fue capitaneada por Fernando de Magallanes, navegante portugués que trabajó para Castilla y que murió durante el viaje. Le sucedió Juan Sebastián Elcano, marino vasco, quien regresó con veintisiete supervivientes y un navío de los cinco iniciales, demostrando la esfericidad de la Tierra.
1.4.2.- La administración americana
Los asuntos americanos se llevaban desde España a través de dos instituciones:
- La Casa de Contratación de Sevilla, fundada en 1503 por los Reyes Católicos, tenía como cometido organizar y controlar todo el comercio y la navegación con América: inspección de navíos, recaudación de impuestos, elaboración de mapas, etc.
- El Consejo de Indias, creado en 1523 por Carlos I, tenía jurisdicción sobre todos los territorios y organismos americanos y entre cuyas funciones estaban las de elaborar la legislación de Indias, nombrar cargos y fiscalizar los asuntos económicos americanos.
La administración territorial adquirió rasgos propios por la peculiaridad americana y la enorme distancia respecto a la metrópoli:
- El territorio americano se dividió en virreinatos, circunscripciones de rango superior. Por las Capitulaciones de Santa Fe, el título de virrey correspondía a Colón y sus herederos, pero su nieto renunció a él. Se crearon dos virreinatos: el de Nueva España, con capital en México, por Carlos I en 1535; y el de Nueva Granada, en lo que después será Perú y con capital en Lima, con las Leyes Nuevas de 1542. Los virreyes tenían amplios poderes en su calidad de representantes del rey.
- Las gobernaciones eran circunscripciones equivalentes a provincias, regidas por un gobernador subordinado al virrey.
- Las Audiencias eran tribunales superiores de justicia, además con funciones gubernativas.
1.4.3.- Consecuencias para la población indígena
La conquista americana tuvo terribles consecuencias para los pobladores indígenas:
- Descenso demográfico: por la llegada de nuevas enfermedades de origen europeo, muchas de ellas desconocidas para ellos, por lo que no tenían defensas o anticuerpos; y por la dureza del trabajo al que fueron sometidos, a los que algunos no estaban acostumbrados.
- La destrucción de sus formas tradicionales de vida, a la que contribuyó el proceso de evangelización forzosa.
Los métodos empleados en la conquista y colonización americana pronto fueron criticados, en especial por los dominicos. Las protestas se dirigían al uso de la encomienda indiana, que consistía en “encomendar” a un colonizador (encomendero) un determinado número de indios para que trabajasen a su servicio a cambio de ser evangelizados. En realidad se trataba de una forma de esclavitud encubierta.
Estos abusos desataron una polémica en torno a la legitimidad de la conquista y el empleo de la fuerza contra los indios. Los principales planteamientos en este sentido fueron defendidos por fray Bartolomé de las Casas, que anteriormente había sido encomendero. Este fraile dominico, defensor de los indios, sostenía que éstos eran seres racionales y libres, con plenitud de derechos como súbditos del rey de Castilla. La colonización sólo se podía justificar como una empresa evangelizadora y siempre que fuera pacífica.
2.- La monarquía hispánica de Felipe II (1556-1598)
En 1556, Carlos V abdicaba en Bruselas, para retirarse al Monasterio de Yuste (Cáceres), repartiendo sus dominios: su hermano Fernando recibía el título imperial y el Sacro Imperio Romano Germánico; el resto, las coronas hispánicas con su Imperio de Ultramar, las posesiones italianas y los Países Bajos, a su hijo Felipe II, a lo que añadiría más tarde Portugal, convirtiéndose en la monarquía más poderosa del momento.
2.1.- La política heredada (1556-1560)
El primer reto que como gobernante debe afrontar Felipe II es la resolución de los problemas que su padre había dejado sin resolver. Por eso, sus primeros años de reinado están dominados por la llamada "política heredada", con dos aspectos: guerra con Francia y el aumento de la tensión espiritual en Castilla.
2.1.1.- Guerra con Francia
La rivalidad entre Carlos I y Francisco I, reverdece con Felipe II y Enrique II. El conflicto tiene dos vertientes: la guerra con Francia, causada por las viejas diferencias no resueltas y el temor a que el nacimiento de un heredero del matrimonio de Felipe con María Tudor de Inglaterra significara un cerco completo a Francia; y la guerra contra el Pontificado, que ve en peligro su poder temporal, si el poderío español sigue reafirmándose en el Mediterráneo, especialmente en Italia.
Primero actúa en Italia, donde ordena al virrey de Nápoles, el Duque de Alba, que invada el Pontificado y obliga a Paulo IV a aceptar la paz, en 1557.
Prepara en Flandes un ejército para invadir Francia, mandado por Manuel Filiberto de Saboya. Ponen cerco a San Quintín, que conquistan en agosto de 1557. A continuación la guerra se centra en Flandes donde derrotan a los franceses en la batalla de Gravelinas a mediados de 1558. Desde entonces la búsqueda de la paz es clara para ambos bandos, preocupados por dos problemas comunes: la extensión de la herejía calvinista en Francia y la falta de dinero (Felipe II sufre su primera bancarrota en 1557). La Paz de Cateau-Cambresis llega en 1559 y fijaba la devolución de las conquistas, excepto Calais que quedaba para Francia; los Saboya reciben de Francia sus territorios, creándose un baluarte entre ésta e Italia; además Enrique II renunciaba a Italia. Los dos soberanos se comprometían a prestarse ayuda mutua contra la herejía y a trabajar en pro del Concilio. Los enlaces de Isabel de Valois (hija del rey francés) con Felipe II, y el de Margarita de Francia con Manuel Filiberto de Saboya, sellan la paz.
Se pone fin así a la política imperial de Carlos V y se inicia la supremacía española en Europa, el siglo de oro de las armas españolas, que durará hasta la paz de los Pirineos (1569).
2.1.2.- Castilla
La religiosidad flamenca (carente de formalismos) y el apocaliptismo de Savonarola tienen eco en España, sobre todo entre franciscanos, conversos y mujeres, convirtiéndose en un movimiento religioso encabezado por Isabel de la Cruz y Pedro de Alcaraz, que provocará la intervención de la Inquisición. Junto a esto se descubren núcleos luteranos en Valladolid y Sevilla, desmantelados por la Inquisición en cuatro Autos de Fe. Así, entre 1559-1560 se pone fin a las veleidades religiosas del interior. España se convertirá en el brazo armado de la Contrarreforma.
2.2.- Proyección de la política de Felipe II (1560-1598)
Entre 1560 y 1598 se desarrolla la política personal del rey que se articula en dos ejes:
2.2.1.- Eje mediterráneo: Madrid-Roma-Constantinopla.
La paz con Francia y el aumento de ingresos de la Corona permite al rey abrir el frente meridional contra los turcos. La primera acción acaba con la derrota de los Galves, tras el rearme atacan la isla de Malta iniciándose la recuperación española.
Pero antes del choque definitivo surgirá otro problema: la sublevación de los moriscos granadinos. En 1565 expiraba el plazo para la integración de Carlos V y se promulga un edicto en 1567 que renovaba las prohibiciones, sirviendo de detonante para la revuelta que estalla en 1568. Felipe envía a su hermanastro D. Juan de Austria que somete lentamente a los moriscos, faltos del apoyo turco. Se pone en marcha la dispersión de los moriscos por Castilla, que perjudicaría a la administración central, precipitándola hacia la crisis.
En 1570 Chipre es tomada por los turcos. Pío V está intentando organizar una Santa Liga contra ellos, que se firma en 1571 entre España, Venecia y el papado, con Juan de Austria como jefe supremo de la flota. El 7 de octubre de 1571 se produce el enfrentamiento en el golfo de Lepanto, con triunfo cristiano, pero que por las graves pérdidas no pudo explotarse. El auténtico significado de esta victoria es que se acentúa la decadencia turca; el mar, en su mitad occidental, se hace cristiano; es la última batalla medieval, al jugar la artillería un papel secundario.
Las diferencias entre España y Venecia dificultan las acciones y en 1573, Venecia firma la paz con los turcos, poniendo fin a la Santa Alianza. En 1577 España firma la tregua con el sultán Mohamet Alí, base para la larga paz del Mediterráneo.
2.2.2.- Eje atlántico: Bruselas-Lisboa-Londres.
En 1568 estalla la sublevación de los Países Bajos. Éstos eran pieza clave en la economía, así como un estado tapón que controlaba a Inglaterra, Francia y Alemania. Los motivos concretos de la rebelión son resultantes de la política de Carlos V, más que de la de Felipe II (dificultades económicas, política religiosa contra la herejía, introducción de la Inquisición, etc.). Los factores de la revuelta radican: en un sistema político con unos Estados Generales poco representativos; el fortalecimiento del poder central; el creciente deseo de libertad económica sin trabas o en que el rey se negó a tolerar el protestantismo, arraigado en amplios sectores. A todos estos elementos se unen un deterioro progresivo de la economía por la competencia inglesa, las malas cosechas y las necesidades financieras que el despliegue militar del príncipe exige.
En 1566 un movimiento iconoclasta provocó revueltas encabezadas por Guillermo de Orange. Felipe II combatirá la sublevación con la fuerza (Duque de Alba), el pactismo (D. Luis de Requesens y D. Juan de Austria) y de nuevo con las armas (Alejandro Farnesio). Farnesio consolidó el bloque católico del sur (Bélgica). La cesión de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia casada con el Archiduque Alberto en 1598, no fue más que un aplazamiento del conflicto.
El problema flamenco presenta derivaciones internas. El príncipe Carlos, hijo de Felipe II, se había aliado con los rebeldes, siendo descubierto y encarcelado en sus aposentos, donde muere, levantando sospechas de culpabilidad hacia su padre. Años más tarde, el secretario de D. Juan de Austria, Juan de Escobedo, descubre las intrigas de Antonio Pérez, secretario real, y de la princesa de Éboli, con la venta de secretos de estado. Al descubrirse la verdad Antonio Pérez se refugia en Aragón, donde se amotina y tras un enfrentamiento huye a Francia (lo que origina problemas en Aragón, donde se ejecuta al Justicia Mayor).
En la década de los ochenta se produce la anexión de Portugal, al morir sin sucesión D. Sebastián y proponerse a Felipe II como sucesor, por ser hijo de la emperatriz Isabel, hija de D. Manuel. Lo aceptan los nobles y el clero, pero las clases populares se inclinan por D. Antonio. Al morir el cardenal en 1580, Felipe inicia una rápida intervención militar y controla el país, obligando a D. Antonio a huir a Francia. En 1581 es nombrado soberano de Portugal.
En 1588 se desencadenará el enfrentamiento con Inglaterra. La anexión de Portugal daba mayor dimensión atlántica al reinado de Felipe II, compitiendo con Isabel de Inglaterra (hija de Enrique VIII) por el control del mar. Además, Inglaterra intervenía las relaciones comerciales con América a través de piratas, como Drake. Felipe Decide invadir la isla, preparando una flota en Lisboa, que iría a Flandes a recoger los tercios y cargaría contra los ingleses. Problemas técnicos y dificultades climatológicas facilitaron la victoria inglesa sobre la Armada Invencible, en la primera batalla naval moderna.
En la década de los 90 se producen las Guerras de Religión francesas. Enrique III de Francia muere sin sucesión y Felipe II hace valer los derechos de su hija Isabel Clara Eugenia. Farnesio entra con las tropas en París, sembrando la desconfianza. Cuando Enrique de Borbón, pretendiente al trono francés, se convierte al catolicismo (“París bien vale una Misa”..., dijo), todos le apoyan y ha de buscarse la paz. Se firma la Paz de Vervins (1598), por la que España abandona sus pretensiones sobre Francia.
Los 90 son una década de crisis. Se habían producido bancarrotas en 1557, 1575 y en 1596. Los costes del ejército son enormes, los empréstitos cada vez mayores, la industria inexistente y se produce despoblación agraria. Tras la bancarrota de 1596 se arruinan las ciudades del norte y supuso el final de las aspiraciones felipinas. Además, las relaciones con América habían cambiado, pues tenía una economía similar a la de la metrópolis y la necesitaba menos.
La paz podía haber servido para la recuperación, pero las circunstancias fueron nefastas: se perdieron cosechas, y se produjeron oleadas de hambre y epidemias entre 1599 y 1600, pero Felipe II ya había muerto en 1598, dejando a su hijo un negro futuro.
3.- Administración central, territorial y local de los Austrias
La monarquía hispánica del siglo XVI estaba constituida por un conjunto de reinos dispersos con un alto grado de autonomía, puesto que cada uno de ellos conservaba sus propias leyes e instituciones. El modelo político de los Austrias era una monarquía multinacional y descentralizada, bajo la primacía de la Corona de Castilla, el territorio más rico y poblado.
3.1.- El sistema polisinodial de gobierno
Se denomina polisinodial al sistema desarrollado por los Austrias, que consistía en el gobierno mediante sínodos o Consejos. Los primeros Consejos fueron creados por los Reyes Católicos y, para desarrollar este sistema, Carlos I creó nuevos Consejos especializados en los asuntos de los diferentes territorios o en cuestiones concretas. Felipe II también realizó algunas modificaciones al sistema, que al final presentaba la siguiente estructura:
- El Consejo de Estado, creado por Carlos I, tenía como competencia los asuntos más importantes como la política exterior o las altas cuestiones de Estado.
- Los Consejos territoriales, cuyo cometido eran los asuntos particulares de cada reino. Así se crearon el Consejo de Indias, el de Italia, el de Flandes y el de Portugal. El Consejo de Castilla siempre tuvo una importancia mayor que el resto, con competencias de gobierno muy amplias.
- Los Consejos temáticos tenían funciones concretas sobre asuntos que requerían una atención particular: como el de la Inquisición, el de Órdenes Militares, el de Hacienda. y el de Cruzada.
3.2.- La administración territorial
Cada territorio tenía unas instituciones propias que les conferían cierto grado de autonomía. La diversidad era amplia, pero aún así había instituciones similares en varios territorios:
- Los virreyes suplieron al monarca en los territorios no castellanos. Este cargo tenía su origen en la Corona de Aragón y hubo virreyes en Navarra, Aragón y los territorios italianos.
- Las Cortes mantuvieron las mismas funciones con las que fueron creadas. Las Cortes de Navarra y de Aragón, por la doctrina pactista, fueron más reivindicativas que las de Castilla.
- Las Audiencias desempeñaron la función del tribunal de justicia en sus respectivos territorios, creándose nuevas sedes durante el siglo XVI: como las de Cerdeña, Canarias y Mallorca.
3.3.- La administración local
En los municipios castellanos prosiguió la tendencia del control por parte de las oligarquías locales y de los corregidores, a la que se añade la venta de cargos municipales con carácter vitalicio, a fin de recaudar nuevos impuestos. En la Corona de Aragón se extendió el sistema de elección de cargos por sorteo.
4.- Cultura y arte de la España del Renacimiento
El Renacimiento surge en Italia en el siglo XV y se difunde por Europa durante el siglo siguiente. En cuanto a la arquitectura, este periodo presenta singularidades propias con tres estilos distintos: el plateresco, de la época de los Reyes Católicos, con obras como la portada de la Universidad de Salamancao la fachada de la catedral de Plasencia; el clasicismo de influencia italiana, en época de Carlos V, con obras como el palacio del emperador en la Alhambra; y el estilo herreriano, desarrollado en tiempos de Felipe II y con la austeridad como característica esencial, como lo demuestra el Monasterio del Escorial.
En escultura predominó la temática religiosa y el empleo de la madera policromada. Destacó la Escuela de Valladolid con autores como Alonso de Berruguete.
La pintura también presenta temática religiosa, destacando especialmente el Greco y el extremeño Luis de Morales “el Divino”.
5. La Inquisición
El término Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía en el seno de la Iglesia Católica. La Inquisición medieval, de la que derivan todas las demás, fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses, que en 1249, se implantó también en el reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y que en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el nombre de Inquisición española (1478 - 1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a América
La Inquisición Española fue creada en 1478 por una bula papal con la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los judeoconversos españoles. A diferencia de la Inquisición medieval, dependía directamente de la corona española. Se implantó en todos los reinos de España, en Sicilia y Cerdeña (que entonces formaban parte de la Corona de Aragón) y en los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y Cartagena de Indias). La Inquisición se convirtió en la única institución común a todos los españoles, con excepción de la propia Corona, a quien servía como instrumento del poder real: era un organismo policial interestatal, capaz de actuar a ambos lados de las fronteras entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras que los agentes ordinarios de la Corona no podían rebasar los límites jurisdicionales de sus respectivos reinos
La Inquisición española estaba dirigida por el Consejo de la Suprema, que elaboraba instrucciones para los tribunales, examinaba informes de las vistas, ordenaba inspecciones, revisaba causas, y actuaba como tribunal para los miembros del Santo Oficio que hubiesen cometido algún crimen. Su presidente era el Inquisidor general. Los demás eran prelados, letrados e inquisidores provinciales designados por el rey.
Los tribunales que juzgaban a los reos estaban formados por tres inquisidores, la gran mayoría clérigos seculares con sesuda formación jurídica, además de otros funcionarios como fiscales, secretarios, alguaciles, notarios e incluso la oscura figura de un defensor del reo, cuyo papel se limitaba por lo general a asesorar a éste en cuestiones de procedimiento.
Colaboraban también en la actividad inquisitorial los familiares, servidores laicos del Santo Oficio que tenían ciertos privilegios (estaban exentos de contribuciones fiscales, podían ir armados y poseían privilegio de jurisdicción) y cuyo prestigio social venía del hecho de que ser familiar del Santo Oficio era una prueba de limpieza de sangre.
Proceso penal
Al llegar a una población se proclamaban dos edictos, el "edicto de fe", obliga a los fieles, bajo pena de excomunión, a denunciar a los herejes y cómplices, y el "edicto de gracia", en que el hereje, en un plazo de quince a treinta días, podía confesar su culpa sin que se le aplicase la confiscación de sus bienes, la prisión perpetua ni la pena de muerte. Esto provocaba autoinculpaciones, pero también numerosas delaciones, protegidas por el anonimato. Los denunciados no conocían en ningún momento de qué se les acusaba. El secreto sumarial con que el Santo Oficio llevaba sus procesos, con el fin de evitar represalias, provocaba un gran temor en la población y convertía a cualquier ciudadano en un posible delator o colaborador del tribunal. Por otra parte, los acusados tienen derecho a proporcionar previamente el nombre de los que tendrían un motivo para perjudicarles, lo que constituye un modo de recusar su denuncia. En caso de falso testimonio, la sanción equivale al castigo previsto para el acusado. El primer interrogatorio tiene lugar en presencia de un jurado local constituido por clérigos y laicos cuya opinión se escucha antes de promulgar la sentencia. Con el fin de evitar represalias, el nombre de los acusadores es secreto, pero el inquisidor debe comunicarlo a los asesores del juicio que deben controlar e investigar la veracidad de las acusaciones. Si el acusado mantiene sus negativas, sufre un interrogatorio completo cuyo fin es el de recibir su confesión. En 1235, el concilio regional de Narbona pide que la condenación sea decidida exclusivamente a la vista de pruebas irrefutables bajo el pensamiento que más vale soltar a un culpable que condenar a un inocente.
El detenido era encarcelado en una cárcel especial. Se secuestraban sus bienes para su mantenimiento y los gastos de su proceso. Incomunicado, el reo ignoraba a menudo por completo los cargos que se le imputaban. El proceso consistía en una serie de audiencias en que se escuchaba a los denunciantes y al acusado. Este último contaba con un abogado defensor, que no la defendía sino meramente le amonestaba a que confesase sus culpas o le asesoraba en cuestiones de procedimiento. Para obtener la confesión se podía utilizar la coacción; ya sea mediante la prolongación de la prisión, ya sea por la privación de alimentos, o bien, en último lugar, por la tortura. Durante mucho tiempo la iglesia fue hostil a ello. Al final, y después de consultar al jurado, el proceso podía terminar con la libre absolución (en pocos casos), con la suspensión del proceso o con una condena. La condena podía ser leve o vehemente. En el primer caso el castigo podía ser una multa, una reprensión y llevar un sambenito para que la gente supiese que había sido penitenciado por el Santo Oficio y prestase atención a lo que decía por si volvía a cometer herejía. En el segundo caso, era, según la fórmula, "relajado al brazo secular", esto es, entregado a la jurisdicción ordinaria para su ejecución. Si el reo a ajusticiar se arrepentía, se le ahorcaba (baja condición social) o se le degollaba (alta condición social); si no abjuraba de sus errores, se le quemaba vivo. Los procesos podían hacerse también en ausencia del reo, de forma que si se sentenciaba al mismo a la máxima pena, se les podía quemar en efigie, en forma de un muñeco con sus rasgos. Si el reo había muerto ya, se desenterraban sus huesos y se quemaban.
Las ejecuciones se realizaban en los autos de fe, actos públicos en los que se buscaba la ejemplaridad del castigo y que terminaron convirtiéndose en aparatosos festejos.
6. La colonización y explotación de América
La colonización española de América fue el proceso histórico mediante el cual España organizó territorialmente bajo su soberanía a una gran cantidad de pueblos que habitaban extensas áreas del continente americano. Para ello debió desplazar a varias culturas originarias que ya estaban establecidas en el territorio americano cuando llegaron los españoles en 1492, proceso este conocido como "conquista española de América".
La colonización española de América fue parte de un proceso más amplio denominado colonialismo, mediante el cual diversas potencias europeas colonizaron una considerable cantidad de territorios y pueblos en América, Asia y África entre los siglos XVI y XX.
A partir de 1810 los pueblos que habitaban las colonias españolas en América iniciaron luchas de emancipación contra España que dieron origen a diversas naciones independientes. Los últimos pueblos americanos en separarse de España fueron Cuba y Puerto Rico en 1898
Causas
· Económicas: a falta de oro y plata, se unió la necesidad de encontrar una ruta alternativa para el comercio de las especias que, procedente de la India, había sido bloqueado por los turcos con la toma de Constantinopla en 1453.
· Culturales: con el Renacimiento, la sociedad europea había aceptado la esfericidad de la Tierra, y la proliferación de comerciantes provocó la proliferación de leyendas y crónicas exageradas (viajes de Marco Polo, leyenda del Preste Juan), que causaron un gran interés por lo desconocido en la Europa de la época.
· Tecnológicas: la aparición de nuevas naves, como las carabelas o los galeones, que permitían la penetración trasatlántica; nuevos instrumentos de navegación, como el astrolabio o la brújula, así como los avances en cartografía, fueron fundamentales para permitir la llegada europea a América
Las capitulaciones de Santa Fe Cristóbal Colón presentó su plan a Juan II de Portugal, pero, basado en cálculos erróneos sobre el tamaño de la Tierra y la distancia entre Europa y la India, no fue tenido en cuenta. A continuación se dirigió a España, involucrada entonces en la conquista de Granada, y expuso su plan a los Reyes Católicos, ayudado por los frailes de La Rábida. A pesar de los errores técnicos, se hizo con el apoyo de la reina Isabel y del Cardenal Cisneros y así, tras la toma de Granada, se comenzaron a redactar los acuerdos, o Capitulaciones de Santa Fe, por las que los reyes concedían a Colón el título de almirante, el de virrey y gobernador de las tierras por descubrir y la décima parte de los beneficios obtenidos por la nueva ruta.
Colonización y conquista
Primeros asentamientos y la cuestión del reparto
Viajes de Cristóbal Colón.: El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón llegó a América, a la isla de Guanahani, ubicada en el archipiélado de las Lucayas, creyendo en realidad que había llegado a las costas de Cipango, actual Japón. Tras éste, realizó tres viajes más. En el primero fundó la colonia de La Española, destruida después por los pobladores de la isla como reacción al maltrato de los colonizadores; como reacción, los Reyes Católicos cancelaron el contrato firmado por Colón.
La expansión hacia el oeste de España trajo tensiones con Portugal, pidiendo ambos reinos la mediación del Papa. Por la bula Inter Caetera de 1493, el papa Alejandro VI delimitó el área de influencia que cada reino podía reclamar al otro, con una línea de polo a polo situada 100 leguas al oeste de las Azores. Poco después, el Tratado de Tordesillas de 1494, trasladó la línea fronteriza a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, abriendo así una amplia zona al este de Sudamérica, para la expansión portuguesa, que se conoció luego como Brasil.
La conquista del continente
Conquista de México: Conquista del Imperio Inca
Tras el asentamiento en las zonas insulares de Centroamérica, la Corona de Castilla emprendió la colonización del continente, inicialmente en zonas despobladas, mandando después una expedición de conquista hacia el Imperio Azteca.
Sitio de Tenochtitlan; lucha de aztecas contra españoles y tlaxcaltecasÉsta, compuesta por Hernán Cortés y sus hombres, llegó a la isla de Cozumel, pasando después por la costas de la Península de Yucatán hasta llegar al río Grijalva donde se produjo una lucha. El Jueves Santo de 1519 llega toda la armada a San Juan de Ulúa, desde donde se dirige hacia la costa de la actual ciudad de Veracruz. En ese lugar Cortés recibió la primera embajada de Moctezuma Xocoyotzin, gobernante del señorío de Tenochtitlan y en ese sitio, Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz.
Una vez que Cortés funda la Vera Cruz, Moctezuma le solicitó, mediante el envío de embajadores, no continuar; pero Cortés inicia su marcha hacia el interior, el día 16 de agosto de 1519, rumbo hacia al corazón del Imperio Mexica. Esta expedición estaría formada por 400 soldados españoles, 15 caballos y la impresionante cantidad de 13.000 guerreros totonacas. Al llegar a Tlaxcala, Cortés derrota a Xicotencatl y establece una importante alianza con los tlaxcaltecas, sumando más guerreros a la alianza anti-mexica.
En su paso hacia Tenochtitlan y pretextando una posible emboscada, Cortés realiza a manera de escarnio, la sangrienta matanza de Cholula. En su paso desde Cholula, Cortés atraviesa hacia el Valle de México cruzando por entre dos volcanes, el Popocatepetl y el Iztaccíhuatl. Del otro lado, avista por primera vez el lago y la isla del Imperio Mexica y se aproxima a ella por el rumbo de Xochimilco. Moctezuma recibe a los españoles y entrega simbólicamente la ciudad. A cambio, Cortés exige ver los libros de tributos y los mapas de la tierra. Entretando, su empresa no ha pasado desapercibida en Cuba, pues llega hasta él un mensajero del resguardo de Cortés en la Vera Cruz: le avisa de una expedición capitaneda por Pánfilo Narváez con órdenes expresas de aprehenderlo y llevarlo de regreso a Cuba.
Consecuencias de la Colonización
Demográficas Catástrofe demográfica en América tras la llegada de los europeos
Con la llegada de los colonos españoles, las enfermedades europeas (viruela, influenza, sarampión y tifus) a las cuales las poblaciones nativas no tenían resistencia, y los sistemas de trabajo tales como las haciendas y el modo de explotación minera, en las que los nativos permanecían en un régimen de semi-esclavitud diezmaron a la población americana.
En muchas zonas los españoles mantuvieron relaciones sexuales con las indígenas, africanas y afroamericanas, dando origen a diversas modalidades de mestizaje. Hoy en día, la población de los paises hispanoamericanos comparten antepasados indígenas, europeos y africanos, en diversos grados.
Dos lenguas amerindias, el quechua y el guaraní, han alcanzado el rango de lenguas cooficiales en los países latinoamericanos. El guaraní es a su vez una de las lenguas oficiales del Mercosur.
Encomienda y esclavitud .
A partir de este momento la Corona Española estableció que los indígenas americanos no serían sometidos a un régimen de esclavitud, sino a un régimen de "encomienda", mediante el cual eran "encomendados" a los españoles. El régimen de encomienda establecía que los indígenas debían trabajar obligatoriamente para el español que resultara ser su encomendero, al mismo tiempo que este tenía la obligación frente a la Corona de "cristianizar" a los indígenas. La encomienda era por tanto una vieja institución feudal que establecía la servidumbre a los señores a cambio de la protección a los siervos. En el caso americano, se entregaba una comunidad indígena a un español, que debía españolizarles y adoctrinarles en la fe (pagando un doctrinero). Los encomendados entregaban al encomendero un capital anual, el tributo (en oro o en especie) y un capital-trabajo (algunas prestaciones). En ningún caso, el encomendero era propietario de la tierra donde vivían sus encomendados, que seguía siendo de la Corona y entregada en usufructo a la comunidad. Los encomenderos trataron de sacar el mayor rendimiento a los encomendados, manteniendo altos los tributos (pese a que disminuían los tributarios) y exigiéndoles trabajos adicionales, como labrar alguna parcela de maíz para sustento del señor e incluso prestaciones laborales en sus tierras particulares. Esto último era ilegal, pero solucionaba en parte el problema de la falta de mano de obra, cada vez más angustioso. La Corona intentó suprimir la encomienda en 1542 (Leyes Nuevas), impidiendo su transmisión, pero tuvo que ceder ante las presiones de los encomenderos peruanos y sostenerla. Entre los mayores críticos del sistema de encomiendas se destacaron Fray Bartolomé de las Casas, los padres jesuitas que organizaron las Misiones Guaraníes en la zona del Paraguay, Tupac Amaru, etc.
De todos modos la mayor parte de los indígenas americanos murieron en los primeros 130 años de la conquista europea. En todas las colonias europeas, la falta de mano de obra indígena fue reemplazada por personas que habían sido secuestradas en Africa subsahariana y sometidos a un régimen de esclavitud directa. Se estima que 60 millones de africanos fueron secuestrados en Africa, de los cuales solo 10 millones llegaron vivos a América.
7. Los Austrias menores: Felipe III, Felipe IV y Carlos II
Si Carlos I y Felipe II se ocuparon personalmente de los asuntos de Estado y del fortalecimiento de su autoridad, los monarcas del siglo XVII (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) delegaron sus funciones de gobierno en manos de validos (personas que gobernaban en nombre del rey por deseo de éste) que encaminaron la monarquía hacia una pérdida de poder y un desprestigio creciente.
En política exterior, el siglo XVI supuso el momento de máximo poder y hegemonía mundial; sin embargo, en el siglo XVII, tras la Guerra de los Treinta Años, España quedó relegada a un segundo plano internacional. A la crisis política se le añadió una profunda depresión económica y un notable descenso demográfico hasta 1680, fecha en la que comienzan a aparecer síntomas de recuperación.
Sólo en el plano cultural, la España del Barroco mantuvo y aumentó el nivel alcanzado durante el siglo XVI, lo que ha justificado la denominación de Siglo de Oro de las artes y las letras para la mayor parte de los siglos XVI y XVII.
7.1 La crisis del siglo XVII
Crisis demográfica
Desde 1580 puede observarse un descenso del crecimiento demográfico, debido a diversos factores: las grandes epidemias de peste que afectaron a Europa y a España, la expulsión de los moriscos de 1609 que perjudicó sobre todo a Valencia y Aragón, la emigración a las Indias, crisis agraria y las continuas guerras.
El descenso demográfico no afectó por igual a todos los territorios peninsulares, viéndose más perjudicado el centro y sur peninsular; y, aunque a finales de siglo se habían recuperado los niveles de población de sus inicios, la distribución de ésta se había alterado: el interior se despobló en beneficio de la periferia y se produjo una reducción de la población urbana en favor de la rural.
Crisis económica
Desde el punto de vista económico, las principales dificultades se produjeron en Castilla. Las manifestaciones más claras de la depresión económica son:
- La caída de la producción agraria, debida a la disminución de la mano de obra campesina por el receso demográfico (guerras, peste y emigración) y a las malas cosechas. Además, teníamos el problema de las propiedades amortizadas (pertenecientes a instituciones religiosas y civiles, que no se podían comprar ni vender, dividir o modificar).
- La reducción de la ganadería ovina, en especial la trashumante de la Mesta.
- La crisis de la industria textil castellana que, tras su etapa de prosperidad en el siglo XVI, disminuye su producción, incapaz de competir con los tejidos fabricados en el extranjero.
- La drástica disminución de las cantidades de oro y plata que venían de América.
- Los apuros de la Hacienda del rey, que resuelve con emisiones de moneda de baja calidad.
Las consecuencias de la crisis
Las consecuencias de la crisis que conmocionó a la sociedad española del siglo XVII se dejaron sentir a nivel económico y social:
- Los grupos sociales relacionados con la producción fueron los más duramente atacados por la crisis (artesanos, campesinos y comerciantes), empujándoles a la mendicidad y a la delincuencia. Mientras que la riqueza se concentra en la alta nobleza.
- La depresión económica estuvo ligada a un reforzamiento del régimen señorial, que presiona sobre el campesinado. Los grupos más poderosos, que vivían de las rentas de la tierra, aguantaron mejor la crisis, lo que explica que el modelo de prestigio social en Castilla fuera el del noble que vivía de sus rentas.
- La escasa burguesía tenía como máxima aspiración abandonar sus negocios e invertir sus beneficios en tierras, e incluso en la adquisición de un título nobiliario
La recuperación de finales de siglo
La crisis demográfica y económica del siglo XVII se puede considerar finalizada hacia 1680. Se asiste a un aumento de la natalidad, mayor en las regiones litorales que en el interior, y también se aprecia una lenta recuperación de la producción y el comercio.
Los territorios de la Corona de Aragón fueron los primeros en presentar signos de mejoría. En Cataluña la economía se vio estimulada por la exportación de vinos a Holanda e Inglaterra. Valencia asistió a la repoblación de las tierras que habían sido cultivadas por los moriscos expulsados en 1609, donde se introdujeron nuevos cultivos intensivos. Por otra parte, Castilla se recuperó más lentamente y de modo desigual, siendo el País Vasco el que antes relanza su economía basándose en la explotación de las minas de hierro y en la renovación de las actividades navales.
7. 2.- El Reinado de Felipe III (1598-1621)
Felipe III comenzó a reinar con una política de pacificación, tras el cansancio y desgaste económico de Castilla por las costosas guerras del siglo XVI. A nivel interno los hechos más destacados fueron la expulsión de los moriscos y la aparición de los validos.
Política interior
El gobierno de los validos
Felipe III inauguró la corriente política de delegar el ejercicio del poder en manos de un hombre de confianza, un valido o favorito, con el que el rey mantenía una estrecha relación de amistad, al conceder el control de la política al duque de Lerma. El valido carecía de cargo oficial, pero en la práctica actuaba como un auténtico primer ministro y concentraba en sus manos los principales mecanismos del poder político del Estado.
La aparición de la figura del valido no se debió sólo al desinterés por el poder ni a la debilidad del carácter de los últimos Austrias, sino que intervinieron otros factores: como la creciente complejidad de las tareas del gobierno y la complicada maquinaria administrativa que hacía imposible que el monarca se ocupara personalmente de todos los asuntos.
El duque de Lerma aprovechó su posición para retirar a todas las personalidades relevantes y colocar a sus parientes y amigos en los principales cargos. Además, trasladó temporalmente la capital del reino de Madrid a Valladolid en 1600, donde permaneció seis años, hasta que retornó a Madrid tras el ofrecimiento de una importante suma de dinero por parte de su ayuntamiento.
La oposición al valido y a su abuso de poder llevaron a Felipe III, en 1618, a prescindir de Lerma y sustituirlo por su hijo, el duque de Uceda, aunque con poderes mucho más recortados.
La expulsión de los moriscos
En 1609 se decretó en España la expulsión de los moriscos de los reinos de Aragón y Valencia, así como de la Corona de Castilla, acusados de seguir practicando la religión musulmana a pesar de su forzada conversión, y de colaborar con los piratas turcos y beréberes en el Mediterráneo. Pero también podría radicar en el deseo de la monarquía de demostrar su fuerza en el interior, para compensar la imagen de la inactiva política pactista exterior.
Las consecuencias fueron nefastas: 300.000 moriscos abandonaron la Península provocando una pérdida cuantitativa y cualitativa, al constituir una comunidad activa de campesinos y artesanos.
Política exterior
En el plano internacional, la política de Felipe III ha sido calificada como pactista en comparación con la actividad bélica de su padre, debido sobre todo a la muerte de Isabel I de Inglaterra y a la ruina financiera de la Corona. Felipe III firmó una serie de tratados de paz con Francia, Inglaterra y Holanda, que además de ser costosas resultaron poco efectivas:
Paz con Francia
Se firmó un acuerdo de paz en 1598, pero seguiría la guerra subterránea de Francia: apoyando a los holandeses y dificultando las comunicaciones hispanas entre Flandes e Italia.
La paz con Inglaterra
La Paz de Londres de 1604 puso término a una guerra concebida para evitar el apoyo inglés a los rebeldes holandeses, y que se había extendido a lo largo de veinte años.
El fracaso de una expedición española a las costas irlandesas en 1603 y la llegada al trono inglés ese mismo año del rey Jacobo I, tras la muerte de la reina Isabel, propició el fin de las hostilidades. Las negociaciones supusieron la concesión de facilidades al comercio inglés, a cambio de que cortara el suministro de armas a los holandeses y se suspendieran las actividades de los piratas en el Atlántico.
La Tregua de los Doce Años (1609-1621)
Los holandeses se negaron a reconocer la soberanía del rey, quien envió los tercios españoles (cuerpos especializados de infantería, artillería y caballería) al frente de Ambrosio Spínola que tomaron la ciudad de Ostende. En respuesta, los holandeses destruyeron una flota española en Cádiz. La ruina financiera de la Corona (nueva quiebra o suspensión temporal de pagos a los acreedores en 1607, incluyendo al ejército), los intereses pacificistas de los burgueses holandeses y el cansancio de ambas partes obligó a firmar la Tregua de los Doce Años. Significaba el reconocimiento, aunque no se aceptara formalmente: pues el gobierno español no tenía intención de retirarse de Flandes y en 1616, ante la evidencia de que los regentes no tendrían descendencia, Felipe III se hizo jurar fidelidad. Finalmente la tregua no fue renovada en 1621, por considerar que beneficiaba claramente a Holanda: en ese período estuvo acosando económicamente a España constantemente (en Europa y las colonias).
7. 3.- El reinado de Felipe IV (1621-1665)
Felipe IV fue un monarca muy preocupado por la cultura, que ejerció una importante labor de mecenazgo. Entregó el poder a su valido, Gaspar de Guzmán y Pimentel, que tenía los títulos de Conde de Olivares y Duque de Sanlúcar la Mayor, cuyo programa político combinó la recuperación del prestigio de la monarquía hispánica con la reforma interior.
La política exterior: la guerra de los treinta años
La política exterior de Felipe IV tiene como escenario principal la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). El objetivo español era recuperar el poderío en Europa, lo que provocó el enfrentamiento con otras potencias como Francia, Holanda, Inglaterra y Suecia.
Esa guerra comienza como un conflicto alemán y religioso: los príncipes protestantes de Alemania se habían rebelado contra el emperador Fernando II, católico intransigente, de la dinastía de los Habsburgo. Pero ese conflicto local acabó siendo general, porque las naciones europeas se alinearon con uno u otro bando, buscando la hegemonía política.
La monarquía hispánica se implicó en la guerra por dos motivos: la defensa de la religión católica y el mantenimiento de la hegemonía de la casa de los Habsburgo a través de sus dos líneas emparentadas (la española y la austríaca). Pero tuvo que luchar en demasiados frentes de batalla: (hasta con Dinamarca y Suecia).
Debido a la Guerra de los Treinta Años se reanuda en 1621 el conflicto con Holanda. Animados por las victorias militares conseguidas en los primeros momentos de ese conflicto, los españoles inician una pugna por frenar el crecimiento económico y marítimo holandés, potenciado durante la Tregua de los Doce Años.
En una primera fase, la guerra fue terrestre con grandes éxitos de los tercios españoles, dirigidos por Ambrosio Spínola, quien tomó la ciudad de Breda en 1625. La segunda fase tuvo un carácter naval y comercial, en un intento por quebrar el poderío marítimo holandés.
En 1635 Luis XIII de Francia declara la guerra a España y manifiesta su apoyo a Holanda, basándose en la política agresiva española en Europa, que hace peligrar su integridad territorial. Aunque las primeras campañas resultaron favorables a los españoles, finalmente el esfuerzo resultó excesivo para las posibilidades de la monarquía española, y la derrota de Rocroi (1643) acabó con la fama de invencibles que tenían los tercios españoles.
Todo ello obligó a la firma de la Paz de Westfalia en 1648, por la que se reconocía la independencia de Holanda y se certificaba la pérdida de la hegemonía española en Europa.
La lucha contra Francia se prolongó algunos años más, pues Inglaterra apoyó a los galos. Hasta que se firma la Paz de los Pirineos en 1659, que sancionó el predominio de Francia en Europa, de Inglaterra y Holanda en el mar, y supuso la cesión española a Francia del Rosellón y la Cerdaña.
La política interior
A nivel interno, el Conde-Duque emprendió un programa de reformas económicas, administrativas y políticas que tuvieron un resultado desigual. La idea principal era reforzar la autoridad real y alcanzar la unidad entre los distintos reinos, para la unificación de España.
Las reformas de Olivares
Olivares expresó lo esencial de su política reformista en el Gran Memorial o Secreto de 1625 dirigido a Felipe IV, quien debería convertirse en rey de España y no de una suma de reinos. El Memorial proponía una mayor uniformidad en la legislación y la contribución a las cargas de la monarquía por parte de todos los reinos. Su esfuerzo se tradujo, sobre todo, en un incremento de la presión fiscal y en la formación de un ejército permanente.
A.- Las reformas económicas y sociales
Olivares planteó, a través de la Junta Grande de Reformación, estas propuestas:
- Reducción de oficios y empleos cortesanos, para recortar los excesivos gastos de la Corte.
- Protección de tipo mercantilista de las actividades artesanales y de comercio nacionales. Para lo que se hacen obras para hacer navegables los principales ríos (como el Tajo) y la supresión de aduanas.
- Creación de una red nacional de erarios que liberase a la Corona de su dependencia de la banca extranjera. Los erarios actuarían como bancos concediendo préstamos a la Corona, que obtendría la ayuda de sus súbditos a través de sus depósitos en dinero.
- Medidas para aumentar la población, como las exenciones fiscales a los matrimonios jóvenes y con gran número de hijos.
Las resistencias a estas nuevas reformas fueron múltiples en toda la monarquía. Hubo motines contra la nueva fiscalidad y las Cortes se negaron a aprobar la propuesta de creación de los erarios y la introducción de un sistema tributario nuevo y unitario.
B.- Unión de Armas
El Proyecto de la Unión de Armas de 1626 pretendía crear un ejército permanente con hombres reclutados y pagados por todos los reinos de la monarquía, en proporción a su riqueza y población. Olivares quería igualar a todos los reinos en los esfuerzos bélicos en un proyecto no sólo con tintes militares, sino también políticos y económicos. Los objetivos pretendidos eran:
- Crear un eficaz y poderoso ejército.
- Dstribuir el coste de la guerra entre todos los reinos, aliviando las cargas de Castilla.
- Establecer lazos de solidaridad entre los súbditos por medio de la colaboración en el ejército.
Pero la Unión de Armas fracasó por la oposición de las Cortes de la Corona de Aragón (sobre todo por Cataluña), que recelaban de una monarquía a la que consideraban ajena y poco respetuosa con sus leyes. Desembocará en las revueltas catalanas de 1640.
La crisis de 1640. La caída de Olivares
La Guerra de los Treinta Años creó una serie de necesidades financieras a la Corona de Felipe IV que obligaron a aplazar las reformas y a recurrir a todo tipo de medidas de urgencia que aún agravaron más la crisis social y económica, sobre todo de Castilla: se crearon nuevos impuestos y se vendieron cargos públicos y tierras de realengo. Todo ello se traduce en una oposición a la política de Olivares por distintas razones:
- Los reinos periféricos (Portugal y Aragón) rechazaban las pretensiones unitarias y centralistas.
- La alta nobleza se quejaba de su escaso protagonismo frente al autoritarismo del valido.
- Las clases populares denunciaban su agotamiento económico y la presión fiscal sufrida.
Los conflictos y protestas fueron constantes, con continuas rebeliones, entre las que destacan los movimientos independentistas de Portugal y Cataluña en 1640. Finalmente, Olivares cayó en 1643, cuando Felipe IV lo apartó de la política. Pero este hecho no fue suficiente para restablecer la paz social en la Monarquía Hispánica.
A.- La rebelión de Cataluña
El conflicto estalló en el contexto de la guerra contra Francia, reanudada en 1635, por varias causas: Unión de Armas, los desmanes cometidos en el frente por parte de los soldados castellanos e italianos sobre la población catalana y la paralización del comercio. Hubo enfrentamientos entre soldados y campesinos, extendiéndose la rebelión a la ciudad de Barcelona donde un grupo de rebeldes, mezclados con segadores, iniciaron un motín y asesinaron al virrey en 1640 en la festividad del Corpus (Corpus de Sangre). En el fondo, se trataba de una revuelta anticentralista que obligó a los catalanes a solicitar ayuda militar del rey francés, Luis XIII, al que nombraron Conde de Barcelona.
El enfrentamiento bélico con la monarquía española finalizó en 1652, cuando los catalanes, ante la crisis económica y la opresión francesa, se rindieron a las tropas de D. Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV) con la condición de que se respetaran sus antiguos fueros.
B.- La rebelión e independencia de Portugal
En 1640 comienza un movimiento separatista en Portugal, que consideraba más inconvenientes que ventajas su unión con España: la citada Unión de Armas, nuevos impuestos y el retroceso del comercio portugués. Los enemigos españoles eran ahora los enemigos portugueses, y España era incapaz de garantizarles una defensa adecuada.
La rebelión portuguesa tuvo un marcado carácter nobiliario, anticastellano e independentista que condujo a la proclamación del Duque de Braganza como rey de Portugal con el nombre de Juan IV. Felipe IV y Olivares, incapaces de atender dos frentes (Cataluña y Portugal), optaron por concentrar los esfuerzos en el territorio catalán, pensando que el aislamiento geográfico facilitaría la recuperación de Portugal. Pero la monarquía portuguesa se consolidó con la ayuda de Francia e Inglaterra. España tuvo que reconocer su independencia en 1668, bajo el reinado de Carlos II..
Las ciudades extremeñas celebraron varias Juntas en 1647, con el fin de buscar soluciones a la situación originada por esta guerra en su territorio. En dichas juntas se gestaba la idea de comprar un voto en las Cortes Castellanas, con el fin de exponer sus problemas.
La Corona de Castilla tenía 18 provincias agrupadas en torno a las 18 ciudades con voto en Cortes. Entre ellas no figuraba ninguna ciudad extremeña, por lo que la mayor parte de sus tierras estaba integradas en la provincia de Salamanca. La iniciativa partió de Plasencia que ofreció compartir la compra del voto con otras cinco ciudades (Badajoz, Trujillo, Mérida, Llerena y Jerez) y las villas de Cáceres y Alcántara. Extremadura adquirió colectivamente en 1651 un voto en Cortes, dando lugar a la creación del distrito territorial o Provincia de Extremadura, que se separó de Salamanca. Sin embargo, este voto no se haría efectivo hasta 1655, fecha en la que quedó articulada la administración provincial extremeña.
7. 4.- El final de la dinastía: Carlos II (1665-1700)
A la muerte de Felipe IV heredó el trono Carlos II, un monarca débil y enfermizo que sólo tenía cuatro años de edad; bajo la regencia de su madre, Mariana de Austria, durante 10 años. La regente depositó su confianza en el jesuita austríaco Everard Nithard, su confesor, que actuó como un verdadero valido. Éste fue sustituido por Fernando de Valenzuela y, ya con Carlos II, los hombres fuertes se sucedieron en el poder (don Juan José de Austria, el duque de Medinaceli, el conde de Oropesa) en un clima creciente de inestabilidad política que se agudizó al final del reinado, cuando se planteó el problema sucesorio.
Durante el reinado de Carlos II, hacia 1680, se asiste a una recuperación demográfica y económica que pone fin a las crisis del siglo XVII.
Política exterior
Ante la pérdida de la hegemonía española en Europa, en 1668 se reconoce la independencia de Portugal y España se ve envuelta en la política agresiva y expansionista de la Francia de Luis XIV, que le declara la guerra. En 1668 se firma la Paz de Aquisgrán con la entrega a Francia de la ciudad de Lille y en 1678, la Paz de Nimega, por la que España entregó a Francia el Franco Condado.
El problema sucesorio
Carlos II se casó dos veces, pero no tuvo descendencia en ninguna de ellas. Aunque su esterilidad parecía evidente, se le practicó un exorcismo, porque se pensó que podría estar hechizado. Ante la necesidad de elegir un sucesor para el trono español, se fueron perfilando dos candidatos:
- El archiduque Carlos de Austria, de la línea austríaca de los Habsburgo.
- Felipe de Anjou, de la casa de Borbón y nieto del rey francés Luis XIV.
Carlos II, antes de morir, nombró heredero a Felipe de Anjou, con la intención de asegurar a la monarquía española el apoyo de Francia, cuya hegemonía en Europa era indiscutible, y evitar así su desmembramiento territorial.
El temor de Inglaterra y Austria a la formación de un bloque hispano-francés provocó, tras la muerte de Carlos II, la Guerra de Sucesión española (1700-1713), el primer gran conflicto europeo del siglo XVIII, convertido a la vez, en guerra civil y guerra europea.
7. 5.- Cultura y arte de la españa del barroco
En España, la época barroca coincidió con el llamado Siglo de Oro de las letras y de las artes. El barroco es un arte católico de fuerte sentimiento religioso y que trasmite el poder de la Iglesia de la Contrarreforma, tras el Concilio de Trento.
En arquitectura, la familia Churriguera crea un estilo propio, el “churrigueresco”, especialmente recargado, con obras como la Plaza Mayor de Salamanca.
En escultura, se sigue empleando la madera policromada para temas religiosos, destacando la escuela castellana de Gregorio Fernández y la andaluza de Juan Martínez Montañés.
La pintura se caracteriza por su temática religiosa, a la que se añaden algunos temas mitológicos, retratos y bodegones. Destacan Francisco de Zurbarán, con las pinturas de la sacristía del Monasterio de Guadalupe y Diego Velázquez, con obras como Las meninas y Las hilanderas.
En literatura, con la aparición de la primera parte de El Quijote en 1605, nació la novela moderna de la mano de Miguel de Cervantes. Sobresale, además, el teatro: con Lope de Vega y Calderón de la Barca. La poesía contó con Francisco de Quevedo, uno de los pocos que se atrevió a criticar la política del conde-duque de Olivares, que llevaba a España al desastre, con obras como el Padre Nuestro.
Ante la decadencia española hubo una enorme cantidad de propuestas o informes económicos y políticos dirigidos al rey, en los que se analizaban los problemas del país y se proponían diversas soluciones. La mayoría de estas propuestas eran simples fórmulas o arbitrios para proporcionar nuevos ingresos a la Corona. Aunque hubo propuestas razonables e inteligentes, la práctica de plantear arbitrios se extendió con auténticos disparates, surgiendo la figura satírica del arbitrista, personaje ridículo y caricaturesco, convertido en objeto de burla (ellos creían que la decadencia surgió por errores políticos, que podría remediarse con medidas de buen gobierno)..
7. 6. Mentalidad española en el siglo XVII
En la mentalidad de la España del siglo XVII hay unos rasgos que se mantienen y otros novedosos. Básicamente los aspectos de mentalidad derivados del orden social estamental, patriarcal y familiar , teocrático y moral etc. continúan, si bien es cierto que las nuevas condiciones socioeconómicas y políticas intervienen también sobre ellos, exacerbándolos en cierto modo.
Por otra parte, esas nuevas circunstancias hispanas, inmersas en las incertidumbres de la crisis barroca , provocan nuevos sentimientos, nuevos aspectos y actitudes de la mentalidad colectiva tanto hacia la vida como hacia la percepción del papel de la Monarquía.
Por ejemplo, hay una clara conciencia de decadencia y un empeño en la memoria, a través, por ejemplo, de la Historia.
La sociedad de la época estaba muy condicionada por la religión, que ocupaba un lugar muy destacado en la vida de las personas.
La fe católica, tras la reforma protestante de Lutero comenzó en muchos lugares de Europa la lucha contra las nuevas ideas, dando lugar a lo que después se conoció como la Contrarreforma. España ocupó un lugar muy importante en esta reacción. La Corona y la Iglesia unidas lucharon contra todo tipo de reformas, esto provocó una gran presión social al perseguirse cualquier desviación de la ortodoxia católica.
La Inquisición, tribunal eclesiástico creado en el siglo XV, fue instaurado para combatir la herejía. Los autos de fe (castigos públicos) se convertían en espectáculos multitudinarios
El honor uno de los principios más respetados de la época hacía referencia a la propia dignidad que tenía que ser reconocida por los demás, de este principio derivaban dos conceptos diferentes: la fama, vertiente social, una persona debía hacerse respetar y más las mujeres – infidelidad - y la honra, respetar obligaciones y normas de conducta mantenidas tanto en la fortuna como en la adversidad.
Limpieza de sangre, trataba de diferenciar a las personas que no tenían san-gre judía ni musulmana entre sus ascendientes
La Monarquía Hispánica de los Austrias, los siglos XVI y XVII, contemplaron la época de esplendor político de esa Monarquía: sus descubrimientos, sus conquistas y expansión, su predominio en Europa y en el mundo. Pero también quedó al descubierto la debilidad estructural de España para mantener ese poder: en la economía, en la organización política, etc., de modo que la pérdida de ese papel preeminente fue rotunda y definitiva y causó un gran impacto sobre la conciencia social.
Pero esos siglos tuvieron también otro esplendor, aún más radiante y de memoria mucho más perdurable: lo que conocemos como el Siglo de Oro español. El período de apogeo de la cultura y el arte español que se inició en la segunda mitad del XVI y que tiene sus cotas más brillantes en las décadas de la primera mitad del XVII, cuando ya se sentía el declive y el desencanto político.
La potencia de la creación cultural, literaria y artística concentró tales obras y figuras en tan corto espacio de tiempo que ha quedado como reconocimiento ese nombre para la herencia más valiosa de aquella época.
8. El ocaso de la hegemonía de los Austrias: La paz de Wesfalia
Por tanto la Paz de Westfalia o Tratado de Westfalia es un conjunto de tratados relacionados entre sí por el hecho de que supusieron el fin de la Guerra de los Treinta Años, reconociendo la independencia de las Provincias Unidas de los Países Bajos y de la Confederación Suiza. Entre todos los estados implicados en la guerra -(Francia, España, Provincias Unidas (Países Bajos), Sacro Imperio Romano Germánico, Suecia y Dinamarca) - hubo largas conversaciones diplomáticas y numerosos acuerdos parciales, que tuvieron lugar simultáneamente con las campañas bélicas. De hecho, el curso de las negociaciones se veía frecuentemente alterado según el éxito o fracaso de las batallas.
El acuerdo concluyente se firmó el 24 de octubre de 1648 en la Sala de la Paz del Ayuntamiento de Münster, en la región histórica de Westfalia
Consecuencias para España: La intención inicial del Emperador era incluir a España en la paz, pero las presiones de Francia lograron su neutralidad en la guerra entre ambas naciones pirenaicas. A pesar de los esfuerzos de Francia por aislar a España, ésta firmó la paz con las Provincias Unidas de los Países Bajos en junio de 1648, reconociendo su independencia. Esta independencia era un hecho desde que en 1609, durante el reinado de Felipe III, se firmara la Tregua de los Doce Años. Los Países Bajos españoles, que no buscaban la independencia, continuaron perteneciendo a la monarquía española hasta principios del siglo XVIII.
Las condiciones desmesuradas que exigía el cardenal Mazarino provocaron la continuación de la guerra hispano-francesa hasta la Paz de los Pirineos (1659).
Hasta el reinado de Felipe III España se había mantenido como una de las principales (si no la primera) potencias de Europa. Con Felipe IV ya se empiezan a ver signos claros de la decadencia, que quedan patentes tras la Paz de Westfalia. Tras la pérdida definitiva de Portugal (reconocida formalmente en 1668) y de los territorios centroeuropeos, España quedó convertida en un estado de segundo orden
Con Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, se entronizó definitivamente en las coronas de Castilla y Aragón la dinastía de los Habsburgo, también conocidos como los Austrias, por ser Austria el territorio patrimonial del que procedía su linaje por su padre Felipe El Hermoso.
Durante la mayor parte del siglo XVI gobernaron dos reyes: Carlos I en la primera mitad de siglo y Felipe II en la segunda. Es la España de los denominados Austrias Mayores por la historiografía tradicional, en un afán de exaltar su labor frente a sus sucesores, los denominados Austrias Menores, a los que se responsabilizó del declive político de España durante el siglo XVII.
Es cierto que durante el siglo XVI la monarquía hispánica se convirtió en la gran potencia hegemónica de Europa, a la que se añadía un enorme imperio colonial que incluyó la Corona de Portugal en 1580. Y también es cierto que durante el siglo XVI se fraguó el germen de su decadencia futura con el endeudamiento crónico de la monarquía y el empobrecimiento de Castilla, en beneficio de la banca, la industria y el comercio extranjero, los cuales se convirtieron en receptores de las riquezas llegadas de América.
1.- El Imperio de Carlos V (1516-1556)
1.1.- La herencia de Carlos I
Carlos I, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, nació en Gante en 1500 y heredó un importante número de territorios tras ser proclamado rey de la Monarquía Hispánica en 1517:
- Por línea materna, hereda de su abuela Isabel, la Corona de Castilla, Canarias, las plazas norteafricanas y los territorios americanos. De su abuelo materno, Fernando, hereda la Corona de Aragón y sus posesiones en Italia (Cerdeña, Nápoles y Sicilia).
- Por línea paterna, hereda de su abuela María de Borgoña, los Países Bajos, Charolais, Luxemburgo y el Franco Condado. De su abuelo paterno, Maximiliano de Austria, hereda los Estados de la Casa de Habsburgo (Austria, Estiria, Tirol y Carniola) y los derechos al trono imperial alemán (Sacro Imperio Romano Germánico).
Además, en 1519, fue elegido emperador del Sacro Imperio que por tradición solía recaer en la dinastía de los Habsburgo, con el nombre de Carlos V.
1.2.- Los conflictos internos
A la muerte del emperador alemán Maximiliano de Austria, el trono imperial quedó vacante. Pugnaron por él el nuevo rey de España y Francisco I de Francia, pero los metales preciosos que comenzaban a llegar de América y los impuestos recaudados en Castilla garantizaron los fondos que Carlos necesitaba para su sueño imperial. Estos impuestos y la actitud insolente de sus consejeros flamencos suscitó pronto una serie de revueltas internas.
1.2.1.- Las Comunidades
La presencia de extranjeros en los altos cargos políticos castellanos y la mayor preocupación del monarca por sus posesiones en Europa provocaron un movimiento hostil hacia Carlos y su política europeísta.
La sublevación de las Comunidades comenzó en la Corona de Castilla en 1520 cuando se levantaron las principales ciudades castellanas (Toledo, Segovia y Salamanca) y sustituyeron el poder municipal por comunas, integradas por artesanos, comerciantes y miembros de la baja nobleza y del bajo clero. Las reclamaciones principales del movimiento eran: el regreso a España de Carlos V, la limitación de los excesos de los consejeros flamencos en sus cargos, la reducción de impuestos y gastos de la Corona, la prohibición de la salida de oro, plata y lana y un mayor protagonismo político de las Cortes.
La aristocracia se mantuvo al margen hasta que los comuneros, para ganar apoyo popular, animaron los movimientos antiseñoriales. Entonces, la alta nobleza cerró filas con los representantes del monarca derrotando a los comuneros en Villalar en 1521, donde fueron ajusticiados sus líderes (Bravo, Padilla y Maldonado) suponiendo el final del movimiento y asegurando el triunfo del autoritarismo real.
La principal consecuencia de la revuelta comunera fue la alianza entre la monarquía y la alta nobleza que dejaría a Castilla anclada en un conservadurismo social y económico con valores medievales, más que de los tiempos modernos, que frustra los objetivos más innovadores de la burguesía.
1.2.2.- Las Germanías
La sublevación de las Germanías fue casi simultánea, con Valencia como escenario, que se extendería a Murcia y Mallorca. Sus fundamentos son menos políticos y más sociales, tratándose de revueltas antiseñoriales.
En 1519 los gremios de artesanos de Valencia pidieron permiso al rey para reclutar una milicia o hermandad (Germanía en valenciano) con el fin de defender la costa contra los piratas berberiscos. La peste provocó la huida de la nobleza y ante el vacío de poder las Germanías se reunieron en Junta y propusieron la reducción de los privilegios de la nobleza. La sublevación contó con la participación de los artesanos de las ciudades, los campesinos más pobres y el bajo clero, configurando un conflicto de clases entre éstos y la nobleza.
El final del movimiento fue similar al comunero castellano cuando los agermanados fueron derrotados por los señores aliados a las tropas del rey, y sus cabecillas (Vicente Peris) duramente castigados. La alianza entre monarquía y nobleza, en detrimento de la burguesía, también quedó sellada en el reino de Valencia.
1.3.- Los conflictos externos
Los conflictos exteriores de tan vasto imperio fueron constantes y numerosos, debido a las pretensiones imperiales y religiosas de Carlos I y provocaron enormes gastos militares que absorbieron gran parte de la riqueza económica de Castilla.
1.3.1.- Rivalidad con Francia
La lucha por la hegemonía europea llevó al emperador a enfrentarse con Francisco I de Francia, debido a la rivalidad personal existente entre ambos monarcas, la incorporación a Castilla del reino de Navarra, no aceptada por Francia, y las luchas por la hegemonía en Italia.
Carlos V hizo frente a seis guerras contra Francia. En la primera, en 1521, los franceses invadieron Navarra y desde Milán trataron de asegurar su hegemonía en el norte de Italia. Los franceses fueron rechazados en Navarra y derrotados en el Milanesado en la batalla de Pavía (1525) en la que el propio rey, Francisco I, fue hecho prisionero. Así, España afianza su predominio con el control de Milán, que se incorporó a los dominios españoles. Las luchas se reanudaron en 1536, prolongándose durante 20 años, aunque intercalando periodos de paz.
1.3.2.- Lucha contra los protestantes
El emperador consideró la lucha contra la reforma protestante como una obligación propia de quien era jefe político de la cristiandad. Además, Alemania había sido el principal escenario de la reforma de Lutero, a la que se habían adherido numerosos príncipes para fortalecer su poder mediante la confiscación de bienes a la Iglesia católica.
En 1521 Carlos V convocó la Dieta de Wörms, en la que el emperador fijó su oposición a Lutero. Algunos príncipes alemanes que ya habían aceptado las doctrinas luteranas, protestaron ante las exigencias del rey, de donde les proviene su nombre de protestantes.
Posteriormente en 1545, el papa Pablo III, apremiado por el emperador, convoca el Concilio de Trento para intentar solucionar el problema de la reforma. Finalmente, el emperador tuvo que luchar contra los príncipes protestantes a los que derrotó en la batalla de Mühlberg (1547). La victoria aumentó su poder en Alemania pero no resolvió la cuestión al seguir extendiéndose las ideas luteranas. Por la Paz de Augsburgo, en 1555, se reconoció oficialmente la ruptura religiosa de Europa entre protestantes y católicos.
1.3.3.- Lucha contra los turcos
Durante la época de Carlos V se hizo patente la necesidad de la defensa de la cristiandad contra los turcos, cuya amenaza en la zona mediterránea era constante. La confrontación tuvo dos escenarios:
- En el centro de Europa, los ejércitos del sultán turco Solimán el Magnífico ocuparon Hungría y sitiaron Viena, amenazando los territorios de la casa de Austria. Las tropas turcas fueron detenidas por el ejército imperial a las puertas de Viena.
- En el Mediterráneo occidental, los corsarios de Barbarroja ocuparon varias plazas conquistadas por Fernando el Católico en el norte de África. Incluso saquearon algunos pueblos de la costa española. Carlos V sufrió la derrota de Argel frente a los turcos a consecuencia de la cual la mayor parte del Mediterráneo se convirtió en un “lago turco”.
1.4.- Conquista, colonización y administración de América
1.4.1.- La conquista y colonización del territorio
Carlos V se encontró con un vasto imperio ultramarino del que apenas se habían puesto los cimientos. Se hacía necesario pensar en términos de economía-mundo y España se preparaba para beneficiarse de sus conquistas y para hacer frente a los problemas de gobierno y administración de unas tierras situadas a más de seis mil kilómetros de la Península.
Tras los viajes de Colón, los españoles continuaron descubriendo las tierras de lo que había resultado ser un nuevo continente. Inicialmente se ocuparon Las Antillas, y después se pasó al continente con la llegada de noticias sobre la existencia de ricos imperios en el interior.
- En 1519, Hernán Cortés salió de Cuba y desembarcó en la costa de Méjico. Tres años después, con sólo ochocientos hombres, había dominado el Imperio Azteca, conquistando su capital (Tenochtitlán) y haciendo prisionero al propio emperador Moctezuma.
- En 1532, Francisco Pizarro organizó una expedición con doscientos hombres, con los que y aprovechando la captura y ejecución del emperador Atahualpa, se hizo con el Imperio Inca, que ocupaba el actual Perú.
A estas grandes empresas siguieron otras que fueron completando la conquista del nuevo continente: Francisco de Orellana, descendió el Amazonas; Vasco Nuñez de Balboa, atravesó el istmo de Panamá, descubriendo el Océano Pacífico; Lope de Aguirre, impulsado por el afán de hallar el mítico El Dorado, atravesó el Amazonas y el Orinoco; Pedro de Mendoza llegó al río de la Plata y Buenos Aires; Cabeza de Vaca a Tejas; Pedro de Valdivia, conquistó Chile; Hernando de Soto, el Mississippi. En apenas 10 años, entre 1540 y 1550 se había explorado casi toda América, desde California hasta el río de la Plata.
En este período también se completa la primera vuelta al mundo, en 1519-1522. En un primer momento fue capitaneada por Fernando de Magallanes, navegante portugués que trabajó para Castilla y que murió durante el viaje. Le sucedió Juan Sebastián Elcano, marino vasco, quien regresó con veintisiete supervivientes y un navío de los cinco iniciales, demostrando la esfericidad de la Tierra.
1.4.2.- La administración americana
Los asuntos americanos se llevaban desde España a través de dos instituciones:
- La Casa de Contratación de Sevilla, fundada en 1503 por los Reyes Católicos, tenía como cometido organizar y controlar todo el comercio y la navegación con América: inspección de navíos, recaudación de impuestos, elaboración de mapas, etc.
- El Consejo de Indias, creado en 1523 por Carlos I, tenía jurisdicción sobre todos los territorios y organismos americanos y entre cuyas funciones estaban las de elaborar la legislación de Indias, nombrar cargos y fiscalizar los asuntos económicos americanos.
La administración territorial adquirió rasgos propios por la peculiaridad americana y la enorme distancia respecto a la metrópoli:
- El territorio americano se dividió en virreinatos, circunscripciones de rango superior. Por las Capitulaciones de Santa Fe, el título de virrey correspondía a Colón y sus herederos, pero su nieto renunció a él. Se crearon dos virreinatos: el de Nueva España, con capital en México, por Carlos I en 1535; y el de Nueva Granada, en lo que después será Perú y con capital en Lima, con las Leyes Nuevas de 1542. Los virreyes tenían amplios poderes en su calidad de representantes del rey.
- Las gobernaciones eran circunscripciones equivalentes a provincias, regidas por un gobernador subordinado al virrey.
- Las Audiencias eran tribunales superiores de justicia, además con funciones gubernativas.
1.4.3.- Consecuencias para la población indígena
La conquista americana tuvo terribles consecuencias para los pobladores indígenas:
- Descenso demográfico: por la llegada de nuevas enfermedades de origen europeo, muchas de ellas desconocidas para ellos, por lo que no tenían defensas o anticuerpos; y por la dureza del trabajo al que fueron sometidos, a los que algunos no estaban acostumbrados.
- La destrucción de sus formas tradicionales de vida, a la que contribuyó el proceso de evangelización forzosa.
Los métodos empleados en la conquista y colonización americana pronto fueron criticados, en especial por los dominicos. Las protestas se dirigían al uso de la encomienda indiana, que consistía en “encomendar” a un colonizador (encomendero) un determinado número de indios para que trabajasen a su servicio a cambio de ser evangelizados. En realidad se trataba de una forma de esclavitud encubierta.
Estos abusos desataron una polémica en torno a la legitimidad de la conquista y el empleo de la fuerza contra los indios. Los principales planteamientos en este sentido fueron defendidos por fray Bartolomé de las Casas, que anteriormente había sido encomendero. Este fraile dominico, defensor de los indios, sostenía que éstos eran seres racionales y libres, con plenitud de derechos como súbditos del rey de Castilla. La colonización sólo se podía justificar como una empresa evangelizadora y siempre que fuera pacífica.
2.- La monarquía hispánica de Felipe II (1556-1598)
En 1556, Carlos V abdicaba en Bruselas, para retirarse al Monasterio de Yuste (Cáceres), repartiendo sus dominios: su hermano Fernando recibía el título imperial y el Sacro Imperio Romano Germánico; el resto, las coronas hispánicas con su Imperio de Ultramar, las posesiones italianas y los Países Bajos, a su hijo Felipe II, a lo que añadiría más tarde Portugal, convirtiéndose en la monarquía más poderosa del momento.
2.1.- La política heredada (1556-1560)
El primer reto que como gobernante debe afrontar Felipe II es la resolución de los problemas que su padre había dejado sin resolver. Por eso, sus primeros años de reinado están dominados por la llamada "política heredada", con dos aspectos: guerra con Francia y el aumento de la tensión espiritual en Castilla.
2.1.1.- Guerra con Francia
La rivalidad entre Carlos I y Francisco I, reverdece con Felipe II y Enrique II. El conflicto tiene dos vertientes: la guerra con Francia, causada por las viejas diferencias no resueltas y el temor a que el nacimiento de un heredero del matrimonio de Felipe con María Tudor de Inglaterra significara un cerco completo a Francia; y la guerra contra el Pontificado, que ve en peligro su poder temporal, si el poderío español sigue reafirmándose en el Mediterráneo, especialmente en Italia.
Primero actúa en Italia, donde ordena al virrey de Nápoles, el Duque de Alba, que invada el Pontificado y obliga a Paulo IV a aceptar la paz, en 1557.
Prepara en Flandes un ejército para invadir Francia, mandado por Manuel Filiberto de Saboya. Ponen cerco a San Quintín, que conquistan en agosto de 1557. A continuación la guerra se centra en Flandes donde derrotan a los franceses en la batalla de Gravelinas a mediados de 1558. Desde entonces la búsqueda de la paz es clara para ambos bandos, preocupados por dos problemas comunes: la extensión de la herejía calvinista en Francia y la falta de dinero (Felipe II sufre su primera bancarrota en 1557). La Paz de Cateau-Cambresis llega en 1559 y fijaba la devolución de las conquistas, excepto Calais que quedaba para Francia; los Saboya reciben de Francia sus territorios, creándose un baluarte entre ésta e Italia; además Enrique II renunciaba a Italia. Los dos soberanos se comprometían a prestarse ayuda mutua contra la herejía y a trabajar en pro del Concilio. Los enlaces de Isabel de Valois (hija del rey francés) con Felipe II, y el de Margarita de Francia con Manuel Filiberto de Saboya, sellan la paz.
Se pone fin así a la política imperial de Carlos V y se inicia la supremacía española en Europa, el siglo de oro de las armas españolas, que durará hasta la paz de los Pirineos (1569).
2.1.2.- Castilla
La religiosidad flamenca (carente de formalismos) y el apocaliptismo de Savonarola tienen eco en España, sobre todo entre franciscanos, conversos y mujeres, convirtiéndose en un movimiento religioso encabezado por Isabel de la Cruz y Pedro de Alcaraz, que provocará la intervención de la Inquisición. Junto a esto se descubren núcleos luteranos en Valladolid y Sevilla, desmantelados por la Inquisición en cuatro Autos de Fe. Así, entre 1559-1560 se pone fin a las veleidades religiosas del interior. España se convertirá en el brazo armado de la Contrarreforma.
2.2.- Proyección de la política de Felipe II (1560-1598)
Entre 1560 y 1598 se desarrolla la política personal del rey que se articula en dos ejes:
2.2.1.- Eje mediterráneo: Madrid-Roma-Constantinopla.
La paz con Francia y el aumento de ingresos de la Corona permite al rey abrir el frente meridional contra los turcos. La primera acción acaba con la derrota de los Galves, tras el rearme atacan la isla de Malta iniciándose la recuperación española.
Pero antes del choque definitivo surgirá otro problema: la sublevación de los moriscos granadinos. En 1565 expiraba el plazo para la integración de Carlos V y se promulga un edicto en 1567 que renovaba las prohibiciones, sirviendo de detonante para la revuelta que estalla en 1568. Felipe envía a su hermanastro D. Juan de Austria que somete lentamente a los moriscos, faltos del apoyo turco. Se pone en marcha la dispersión de los moriscos por Castilla, que perjudicaría a la administración central, precipitándola hacia la crisis.
En 1570 Chipre es tomada por los turcos. Pío V está intentando organizar una Santa Liga contra ellos, que se firma en 1571 entre España, Venecia y el papado, con Juan de Austria como jefe supremo de la flota. El 7 de octubre de 1571 se produce el enfrentamiento en el golfo de Lepanto, con triunfo cristiano, pero que por las graves pérdidas no pudo explotarse. El auténtico significado de esta victoria es que se acentúa la decadencia turca; el mar, en su mitad occidental, se hace cristiano; es la última batalla medieval, al jugar la artillería un papel secundario.
Las diferencias entre España y Venecia dificultan las acciones y en 1573, Venecia firma la paz con los turcos, poniendo fin a la Santa Alianza. En 1577 España firma la tregua con el sultán Mohamet Alí, base para la larga paz del Mediterráneo.
2.2.2.- Eje atlántico: Bruselas-Lisboa-Londres.
En 1568 estalla la sublevación de los Países Bajos. Éstos eran pieza clave en la economía, así como un estado tapón que controlaba a Inglaterra, Francia y Alemania. Los motivos concretos de la rebelión son resultantes de la política de Carlos V, más que de la de Felipe II (dificultades económicas, política religiosa contra la herejía, introducción de la Inquisición, etc.). Los factores de la revuelta radican: en un sistema político con unos Estados Generales poco representativos; el fortalecimiento del poder central; el creciente deseo de libertad económica sin trabas o en que el rey se negó a tolerar el protestantismo, arraigado en amplios sectores. A todos estos elementos se unen un deterioro progresivo de la economía por la competencia inglesa, las malas cosechas y las necesidades financieras que el despliegue militar del príncipe exige.
En 1566 un movimiento iconoclasta provocó revueltas encabezadas por Guillermo de Orange. Felipe II combatirá la sublevación con la fuerza (Duque de Alba), el pactismo (D. Luis de Requesens y D. Juan de Austria) y de nuevo con las armas (Alejandro Farnesio). Farnesio consolidó el bloque católico del sur (Bélgica). La cesión de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia casada con el Archiduque Alberto en 1598, no fue más que un aplazamiento del conflicto.
El problema flamenco presenta derivaciones internas. El príncipe Carlos, hijo de Felipe II, se había aliado con los rebeldes, siendo descubierto y encarcelado en sus aposentos, donde muere, levantando sospechas de culpabilidad hacia su padre. Años más tarde, el secretario de D. Juan de Austria, Juan de Escobedo, descubre las intrigas de Antonio Pérez, secretario real, y de la princesa de Éboli, con la venta de secretos de estado. Al descubrirse la verdad Antonio Pérez se refugia en Aragón, donde se amotina y tras un enfrentamiento huye a Francia (lo que origina problemas en Aragón, donde se ejecuta al Justicia Mayor).
En la década de los ochenta se produce la anexión de Portugal, al morir sin sucesión D. Sebastián y proponerse a Felipe II como sucesor, por ser hijo de la emperatriz Isabel, hija de D. Manuel. Lo aceptan los nobles y el clero, pero las clases populares se inclinan por D. Antonio. Al morir el cardenal en 1580, Felipe inicia una rápida intervención militar y controla el país, obligando a D. Antonio a huir a Francia. En 1581 es nombrado soberano de Portugal.
En 1588 se desencadenará el enfrentamiento con Inglaterra. La anexión de Portugal daba mayor dimensión atlántica al reinado de Felipe II, compitiendo con Isabel de Inglaterra (hija de Enrique VIII) por el control del mar. Además, Inglaterra intervenía las relaciones comerciales con América a través de piratas, como Drake. Felipe Decide invadir la isla, preparando una flota en Lisboa, que iría a Flandes a recoger los tercios y cargaría contra los ingleses. Problemas técnicos y dificultades climatológicas facilitaron la victoria inglesa sobre la Armada Invencible, en la primera batalla naval moderna.
En la década de los 90 se producen las Guerras de Religión francesas. Enrique III de Francia muere sin sucesión y Felipe II hace valer los derechos de su hija Isabel Clara Eugenia. Farnesio entra con las tropas en París, sembrando la desconfianza. Cuando Enrique de Borbón, pretendiente al trono francés, se convierte al catolicismo (“París bien vale una Misa”..., dijo), todos le apoyan y ha de buscarse la paz. Se firma la Paz de Vervins (1598), por la que España abandona sus pretensiones sobre Francia.
Los 90 son una década de crisis. Se habían producido bancarrotas en 1557, 1575 y en 1596. Los costes del ejército son enormes, los empréstitos cada vez mayores, la industria inexistente y se produce despoblación agraria. Tras la bancarrota de 1596 se arruinan las ciudades del norte y supuso el final de las aspiraciones felipinas. Además, las relaciones con América habían cambiado, pues tenía una economía similar a la de la metrópolis y la necesitaba menos.
La paz podía haber servido para la recuperación, pero las circunstancias fueron nefastas: se perdieron cosechas, y se produjeron oleadas de hambre y epidemias entre 1599 y 1600, pero Felipe II ya había muerto en 1598, dejando a su hijo un negro futuro.
3.- Administración central, territorial y local de los Austrias
La monarquía hispánica del siglo XVI estaba constituida por un conjunto de reinos dispersos con un alto grado de autonomía, puesto que cada uno de ellos conservaba sus propias leyes e instituciones. El modelo político de los Austrias era una monarquía multinacional y descentralizada, bajo la primacía de la Corona de Castilla, el territorio más rico y poblado.
3.1.- El sistema polisinodial de gobierno
Se denomina polisinodial al sistema desarrollado por los Austrias, que consistía en el gobierno mediante sínodos o Consejos. Los primeros Consejos fueron creados por los Reyes Católicos y, para desarrollar este sistema, Carlos I creó nuevos Consejos especializados en los asuntos de los diferentes territorios o en cuestiones concretas. Felipe II también realizó algunas modificaciones al sistema, que al final presentaba la siguiente estructura:
- El Consejo de Estado, creado por Carlos I, tenía como competencia los asuntos más importantes como la política exterior o las altas cuestiones de Estado.
- Los Consejos territoriales, cuyo cometido eran los asuntos particulares de cada reino. Así se crearon el Consejo de Indias, el de Italia, el de Flandes y el de Portugal. El Consejo de Castilla siempre tuvo una importancia mayor que el resto, con competencias de gobierno muy amplias.
- Los Consejos temáticos tenían funciones concretas sobre asuntos que requerían una atención particular: como el de la Inquisición, el de Órdenes Militares, el de Hacienda. y el de Cruzada.
3.2.- La administración territorial
Cada territorio tenía unas instituciones propias que les conferían cierto grado de autonomía. La diversidad era amplia, pero aún así había instituciones similares en varios territorios:
- Los virreyes suplieron al monarca en los territorios no castellanos. Este cargo tenía su origen en la Corona de Aragón y hubo virreyes en Navarra, Aragón y los territorios italianos.
- Las Cortes mantuvieron las mismas funciones con las que fueron creadas. Las Cortes de Navarra y de Aragón, por la doctrina pactista, fueron más reivindicativas que las de Castilla.
- Las Audiencias desempeñaron la función del tribunal de justicia en sus respectivos territorios, creándose nuevas sedes durante el siglo XVI: como las de Cerdeña, Canarias y Mallorca.
3.3.- La administración local
En los municipios castellanos prosiguió la tendencia del control por parte de las oligarquías locales y de los corregidores, a la que se añade la venta de cargos municipales con carácter vitalicio, a fin de recaudar nuevos impuestos. En la Corona de Aragón se extendió el sistema de elección de cargos por sorteo.
4.- Cultura y arte de la España del Renacimiento
El Renacimiento surge en Italia en el siglo XV y se difunde por Europa durante el siglo siguiente. En cuanto a la arquitectura, este periodo presenta singularidades propias con tres estilos distintos: el plateresco, de la época de los Reyes Católicos, con obras como la portada de la Universidad de Salamancao la fachada de la catedral de Plasencia; el clasicismo de influencia italiana, en época de Carlos V, con obras como el palacio del emperador en la Alhambra; y el estilo herreriano, desarrollado en tiempos de Felipe II y con la austeridad como característica esencial, como lo demuestra el Monasterio del Escorial.
En escultura predominó la temática religiosa y el empleo de la madera policromada. Destacó la Escuela de Valladolid con autores como Alonso de Berruguete.
La pintura también presenta temática religiosa, destacando especialmente el Greco y el extremeño Luis de Morales “el Divino”.
5. La Inquisición
El término Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía en el seno de la Iglesia Católica. La Inquisición medieval, de la que derivan todas las demás, fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses, que en 1249, se implantó también en el reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y que en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el nombre de Inquisición española (1478 - 1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a América
La Inquisición Española fue creada en 1478 por una bula papal con la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los judeoconversos españoles. A diferencia de la Inquisición medieval, dependía directamente de la corona española. Se implantó en todos los reinos de España, en Sicilia y Cerdeña (que entonces formaban parte de la Corona de Aragón) y en los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y Cartagena de Indias). La Inquisición se convirtió en la única institución común a todos los españoles, con excepción de la propia Corona, a quien servía como instrumento del poder real: era un organismo policial interestatal, capaz de actuar a ambos lados de las fronteras entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras que los agentes ordinarios de la Corona no podían rebasar los límites jurisdicionales de sus respectivos reinos
La Inquisición española estaba dirigida por el Consejo de la Suprema, que elaboraba instrucciones para los tribunales, examinaba informes de las vistas, ordenaba inspecciones, revisaba causas, y actuaba como tribunal para los miembros del Santo Oficio que hubiesen cometido algún crimen. Su presidente era el Inquisidor general. Los demás eran prelados, letrados e inquisidores provinciales designados por el rey.
Los tribunales que juzgaban a los reos estaban formados por tres inquisidores, la gran mayoría clérigos seculares con sesuda formación jurídica, además de otros funcionarios como fiscales, secretarios, alguaciles, notarios e incluso la oscura figura de un defensor del reo, cuyo papel se limitaba por lo general a asesorar a éste en cuestiones de procedimiento.
Colaboraban también en la actividad inquisitorial los familiares, servidores laicos del Santo Oficio que tenían ciertos privilegios (estaban exentos de contribuciones fiscales, podían ir armados y poseían privilegio de jurisdicción) y cuyo prestigio social venía del hecho de que ser familiar del Santo Oficio era una prueba de limpieza de sangre.
Proceso penal
Al llegar a una población se proclamaban dos edictos, el "edicto de fe", obliga a los fieles, bajo pena de excomunión, a denunciar a los herejes y cómplices, y el "edicto de gracia", en que el hereje, en un plazo de quince a treinta días, podía confesar su culpa sin que se le aplicase la confiscación de sus bienes, la prisión perpetua ni la pena de muerte. Esto provocaba autoinculpaciones, pero también numerosas delaciones, protegidas por el anonimato. Los denunciados no conocían en ningún momento de qué se les acusaba. El secreto sumarial con que el Santo Oficio llevaba sus procesos, con el fin de evitar represalias, provocaba un gran temor en la población y convertía a cualquier ciudadano en un posible delator o colaborador del tribunal. Por otra parte, los acusados tienen derecho a proporcionar previamente el nombre de los que tendrían un motivo para perjudicarles, lo que constituye un modo de recusar su denuncia. En caso de falso testimonio, la sanción equivale al castigo previsto para el acusado. El primer interrogatorio tiene lugar en presencia de un jurado local constituido por clérigos y laicos cuya opinión se escucha antes de promulgar la sentencia. Con el fin de evitar represalias, el nombre de los acusadores es secreto, pero el inquisidor debe comunicarlo a los asesores del juicio que deben controlar e investigar la veracidad de las acusaciones. Si el acusado mantiene sus negativas, sufre un interrogatorio completo cuyo fin es el de recibir su confesión. En 1235, el concilio regional de Narbona pide que la condenación sea decidida exclusivamente a la vista de pruebas irrefutables bajo el pensamiento que más vale soltar a un culpable que condenar a un inocente.
El detenido era encarcelado en una cárcel especial. Se secuestraban sus bienes para su mantenimiento y los gastos de su proceso. Incomunicado, el reo ignoraba a menudo por completo los cargos que se le imputaban. El proceso consistía en una serie de audiencias en que se escuchaba a los denunciantes y al acusado. Este último contaba con un abogado defensor, que no la defendía sino meramente le amonestaba a que confesase sus culpas o le asesoraba en cuestiones de procedimiento. Para obtener la confesión se podía utilizar la coacción; ya sea mediante la prolongación de la prisión, ya sea por la privación de alimentos, o bien, en último lugar, por la tortura. Durante mucho tiempo la iglesia fue hostil a ello. Al final, y después de consultar al jurado, el proceso podía terminar con la libre absolución (en pocos casos), con la suspensión del proceso o con una condena. La condena podía ser leve o vehemente. En el primer caso el castigo podía ser una multa, una reprensión y llevar un sambenito para que la gente supiese que había sido penitenciado por el Santo Oficio y prestase atención a lo que decía por si volvía a cometer herejía. En el segundo caso, era, según la fórmula, "relajado al brazo secular", esto es, entregado a la jurisdicción ordinaria para su ejecución. Si el reo a ajusticiar se arrepentía, se le ahorcaba (baja condición social) o se le degollaba (alta condición social); si no abjuraba de sus errores, se le quemaba vivo. Los procesos podían hacerse también en ausencia del reo, de forma que si se sentenciaba al mismo a la máxima pena, se les podía quemar en efigie, en forma de un muñeco con sus rasgos. Si el reo había muerto ya, se desenterraban sus huesos y se quemaban.
Las ejecuciones se realizaban en los autos de fe, actos públicos en los que se buscaba la ejemplaridad del castigo y que terminaron convirtiéndose en aparatosos festejos.
6. La colonización y explotación de América
La colonización española de América fue el proceso histórico mediante el cual España organizó territorialmente bajo su soberanía a una gran cantidad de pueblos que habitaban extensas áreas del continente americano. Para ello debió desplazar a varias culturas originarias que ya estaban establecidas en el territorio americano cuando llegaron los españoles en 1492, proceso este conocido como "conquista española de América".
La colonización española de América fue parte de un proceso más amplio denominado colonialismo, mediante el cual diversas potencias europeas colonizaron una considerable cantidad de territorios y pueblos en América, Asia y África entre los siglos XVI y XX.
A partir de 1810 los pueblos que habitaban las colonias españolas en América iniciaron luchas de emancipación contra España que dieron origen a diversas naciones independientes. Los últimos pueblos americanos en separarse de España fueron Cuba y Puerto Rico en 1898
Causas
· Económicas: a falta de oro y plata, se unió la necesidad de encontrar una ruta alternativa para el comercio de las especias que, procedente de la India, había sido bloqueado por los turcos con la toma de Constantinopla en 1453.
· Culturales: con el Renacimiento, la sociedad europea había aceptado la esfericidad de la Tierra, y la proliferación de comerciantes provocó la proliferación de leyendas y crónicas exageradas (viajes de Marco Polo, leyenda del Preste Juan), que causaron un gran interés por lo desconocido en la Europa de la época.
· Tecnológicas: la aparición de nuevas naves, como las carabelas o los galeones, que permitían la penetración trasatlántica; nuevos instrumentos de navegación, como el astrolabio o la brújula, así como los avances en cartografía, fueron fundamentales para permitir la llegada europea a América
Las capitulaciones de Santa Fe Cristóbal Colón presentó su plan a Juan II de Portugal, pero, basado en cálculos erróneos sobre el tamaño de la Tierra y la distancia entre Europa y la India, no fue tenido en cuenta. A continuación se dirigió a España, involucrada entonces en la conquista de Granada, y expuso su plan a los Reyes Católicos, ayudado por los frailes de La Rábida. A pesar de los errores técnicos, se hizo con el apoyo de la reina Isabel y del Cardenal Cisneros y así, tras la toma de Granada, se comenzaron a redactar los acuerdos, o Capitulaciones de Santa Fe, por las que los reyes concedían a Colón el título de almirante, el de virrey y gobernador de las tierras por descubrir y la décima parte de los beneficios obtenidos por la nueva ruta.
Colonización y conquista
Primeros asentamientos y la cuestión del reparto
Viajes de Cristóbal Colón.: El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón llegó a América, a la isla de Guanahani, ubicada en el archipiélado de las Lucayas, creyendo en realidad que había llegado a las costas de Cipango, actual Japón. Tras éste, realizó tres viajes más. En el primero fundó la colonia de La Española, destruida después por los pobladores de la isla como reacción al maltrato de los colonizadores; como reacción, los Reyes Católicos cancelaron el contrato firmado por Colón.
La expansión hacia el oeste de España trajo tensiones con Portugal, pidiendo ambos reinos la mediación del Papa. Por la bula Inter Caetera de 1493, el papa Alejandro VI delimitó el área de influencia que cada reino podía reclamar al otro, con una línea de polo a polo situada 100 leguas al oeste de las Azores. Poco después, el Tratado de Tordesillas de 1494, trasladó la línea fronteriza a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, abriendo así una amplia zona al este de Sudamérica, para la expansión portuguesa, que se conoció luego como Brasil.
La conquista del continente
Conquista de México: Conquista del Imperio Inca
Tras el asentamiento en las zonas insulares de Centroamérica, la Corona de Castilla emprendió la colonización del continente, inicialmente en zonas despobladas, mandando después una expedición de conquista hacia el Imperio Azteca.
Sitio de Tenochtitlan; lucha de aztecas contra españoles y tlaxcaltecasÉsta, compuesta por Hernán Cortés y sus hombres, llegó a la isla de Cozumel, pasando después por la costas de la Península de Yucatán hasta llegar al río Grijalva donde se produjo una lucha. El Jueves Santo de 1519 llega toda la armada a San Juan de Ulúa, desde donde se dirige hacia la costa de la actual ciudad de Veracruz. En ese lugar Cortés recibió la primera embajada de Moctezuma Xocoyotzin, gobernante del señorío de Tenochtitlan y en ese sitio, Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz.
Una vez que Cortés funda la Vera Cruz, Moctezuma le solicitó, mediante el envío de embajadores, no continuar; pero Cortés inicia su marcha hacia el interior, el día 16 de agosto de 1519, rumbo hacia al corazón del Imperio Mexica. Esta expedición estaría formada por 400 soldados españoles, 15 caballos y la impresionante cantidad de 13.000 guerreros totonacas. Al llegar a Tlaxcala, Cortés derrota a Xicotencatl y establece una importante alianza con los tlaxcaltecas, sumando más guerreros a la alianza anti-mexica.
En su paso hacia Tenochtitlan y pretextando una posible emboscada, Cortés realiza a manera de escarnio, la sangrienta matanza de Cholula. En su paso desde Cholula, Cortés atraviesa hacia el Valle de México cruzando por entre dos volcanes, el Popocatepetl y el Iztaccíhuatl. Del otro lado, avista por primera vez el lago y la isla del Imperio Mexica y se aproxima a ella por el rumbo de Xochimilco. Moctezuma recibe a los españoles y entrega simbólicamente la ciudad. A cambio, Cortés exige ver los libros de tributos y los mapas de la tierra. Entretando, su empresa no ha pasado desapercibida en Cuba, pues llega hasta él un mensajero del resguardo de Cortés en la Vera Cruz: le avisa de una expedición capitaneda por Pánfilo Narváez con órdenes expresas de aprehenderlo y llevarlo de regreso a Cuba.
Consecuencias de la Colonización
Demográficas Catástrofe demográfica en América tras la llegada de los europeos
Con la llegada de los colonos españoles, las enfermedades europeas (viruela, influenza, sarampión y tifus) a las cuales las poblaciones nativas no tenían resistencia, y los sistemas de trabajo tales como las haciendas y el modo de explotación minera, en las que los nativos permanecían en un régimen de semi-esclavitud diezmaron a la población americana.
En muchas zonas los españoles mantuvieron relaciones sexuales con las indígenas, africanas y afroamericanas, dando origen a diversas modalidades de mestizaje. Hoy en día, la población de los paises hispanoamericanos comparten antepasados indígenas, europeos y africanos, en diversos grados.
Dos lenguas amerindias, el quechua y el guaraní, han alcanzado el rango de lenguas cooficiales en los países latinoamericanos. El guaraní es a su vez una de las lenguas oficiales del Mercosur.
Encomienda y esclavitud .
A partir de este momento la Corona Española estableció que los indígenas americanos no serían sometidos a un régimen de esclavitud, sino a un régimen de "encomienda", mediante el cual eran "encomendados" a los españoles. El régimen de encomienda establecía que los indígenas debían trabajar obligatoriamente para el español que resultara ser su encomendero, al mismo tiempo que este tenía la obligación frente a la Corona de "cristianizar" a los indígenas. La encomienda era por tanto una vieja institución feudal que establecía la servidumbre a los señores a cambio de la protección a los siervos. En el caso americano, se entregaba una comunidad indígena a un español, que debía españolizarles y adoctrinarles en la fe (pagando un doctrinero). Los encomendados entregaban al encomendero un capital anual, el tributo (en oro o en especie) y un capital-trabajo (algunas prestaciones). En ningún caso, el encomendero era propietario de la tierra donde vivían sus encomendados, que seguía siendo de la Corona y entregada en usufructo a la comunidad. Los encomenderos trataron de sacar el mayor rendimiento a los encomendados, manteniendo altos los tributos (pese a que disminuían los tributarios) y exigiéndoles trabajos adicionales, como labrar alguna parcela de maíz para sustento del señor e incluso prestaciones laborales en sus tierras particulares. Esto último era ilegal, pero solucionaba en parte el problema de la falta de mano de obra, cada vez más angustioso. La Corona intentó suprimir la encomienda en 1542 (Leyes Nuevas), impidiendo su transmisión, pero tuvo que ceder ante las presiones de los encomenderos peruanos y sostenerla. Entre los mayores críticos del sistema de encomiendas se destacaron Fray Bartolomé de las Casas, los padres jesuitas que organizaron las Misiones Guaraníes en la zona del Paraguay, Tupac Amaru, etc.
De todos modos la mayor parte de los indígenas americanos murieron en los primeros 130 años de la conquista europea. En todas las colonias europeas, la falta de mano de obra indígena fue reemplazada por personas que habían sido secuestradas en Africa subsahariana y sometidos a un régimen de esclavitud directa. Se estima que 60 millones de africanos fueron secuestrados en Africa, de los cuales solo 10 millones llegaron vivos a América.
7. Los Austrias menores: Felipe III, Felipe IV y Carlos II
Si Carlos I y Felipe II se ocuparon personalmente de los asuntos de Estado y del fortalecimiento de su autoridad, los monarcas del siglo XVII (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) delegaron sus funciones de gobierno en manos de validos (personas que gobernaban en nombre del rey por deseo de éste) que encaminaron la monarquía hacia una pérdida de poder y un desprestigio creciente.
En política exterior, el siglo XVI supuso el momento de máximo poder y hegemonía mundial; sin embargo, en el siglo XVII, tras la Guerra de los Treinta Años, España quedó relegada a un segundo plano internacional. A la crisis política se le añadió una profunda depresión económica y un notable descenso demográfico hasta 1680, fecha en la que comienzan a aparecer síntomas de recuperación.
Sólo en el plano cultural, la España del Barroco mantuvo y aumentó el nivel alcanzado durante el siglo XVI, lo que ha justificado la denominación de Siglo de Oro de las artes y las letras para la mayor parte de los siglos XVI y XVII.
7.1 La crisis del siglo XVII
Crisis demográfica
Desde 1580 puede observarse un descenso del crecimiento demográfico, debido a diversos factores: las grandes epidemias de peste que afectaron a Europa y a España, la expulsión de los moriscos de 1609 que perjudicó sobre todo a Valencia y Aragón, la emigración a las Indias, crisis agraria y las continuas guerras.
El descenso demográfico no afectó por igual a todos los territorios peninsulares, viéndose más perjudicado el centro y sur peninsular; y, aunque a finales de siglo se habían recuperado los niveles de población de sus inicios, la distribución de ésta se había alterado: el interior se despobló en beneficio de la periferia y se produjo una reducción de la población urbana en favor de la rural.
Crisis económica
Desde el punto de vista económico, las principales dificultades se produjeron en Castilla. Las manifestaciones más claras de la depresión económica son:
- La caída de la producción agraria, debida a la disminución de la mano de obra campesina por el receso demográfico (guerras, peste y emigración) y a las malas cosechas. Además, teníamos el problema de las propiedades amortizadas (pertenecientes a instituciones religiosas y civiles, que no se podían comprar ni vender, dividir o modificar).
- La reducción de la ganadería ovina, en especial la trashumante de la Mesta.
- La crisis de la industria textil castellana que, tras su etapa de prosperidad en el siglo XVI, disminuye su producción, incapaz de competir con los tejidos fabricados en el extranjero.
- La drástica disminución de las cantidades de oro y plata que venían de América.
- Los apuros de la Hacienda del rey, que resuelve con emisiones de moneda de baja calidad.
Las consecuencias de la crisis
Las consecuencias de la crisis que conmocionó a la sociedad española del siglo XVII se dejaron sentir a nivel económico y social:
- Los grupos sociales relacionados con la producción fueron los más duramente atacados por la crisis (artesanos, campesinos y comerciantes), empujándoles a la mendicidad y a la delincuencia. Mientras que la riqueza se concentra en la alta nobleza.
- La depresión económica estuvo ligada a un reforzamiento del régimen señorial, que presiona sobre el campesinado. Los grupos más poderosos, que vivían de las rentas de la tierra, aguantaron mejor la crisis, lo que explica que el modelo de prestigio social en Castilla fuera el del noble que vivía de sus rentas.
- La escasa burguesía tenía como máxima aspiración abandonar sus negocios e invertir sus beneficios en tierras, e incluso en la adquisición de un título nobiliario
La recuperación de finales de siglo
La crisis demográfica y económica del siglo XVII se puede considerar finalizada hacia 1680. Se asiste a un aumento de la natalidad, mayor en las regiones litorales que en el interior, y también se aprecia una lenta recuperación de la producción y el comercio.
Los territorios de la Corona de Aragón fueron los primeros en presentar signos de mejoría. En Cataluña la economía se vio estimulada por la exportación de vinos a Holanda e Inglaterra. Valencia asistió a la repoblación de las tierras que habían sido cultivadas por los moriscos expulsados en 1609, donde se introdujeron nuevos cultivos intensivos. Por otra parte, Castilla se recuperó más lentamente y de modo desigual, siendo el País Vasco el que antes relanza su economía basándose en la explotación de las minas de hierro y en la renovación de las actividades navales.
7. 2.- El Reinado de Felipe III (1598-1621)
Felipe III comenzó a reinar con una política de pacificación, tras el cansancio y desgaste económico de Castilla por las costosas guerras del siglo XVI. A nivel interno los hechos más destacados fueron la expulsión de los moriscos y la aparición de los validos.
Política interior
El gobierno de los validos
Felipe III inauguró la corriente política de delegar el ejercicio del poder en manos de un hombre de confianza, un valido o favorito, con el que el rey mantenía una estrecha relación de amistad, al conceder el control de la política al duque de Lerma. El valido carecía de cargo oficial, pero en la práctica actuaba como un auténtico primer ministro y concentraba en sus manos los principales mecanismos del poder político del Estado.
La aparición de la figura del valido no se debió sólo al desinterés por el poder ni a la debilidad del carácter de los últimos Austrias, sino que intervinieron otros factores: como la creciente complejidad de las tareas del gobierno y la complicada maquinaria administrativa que hacía imposible que el monarca se ocupara personalmente de todos los asuntos.
El duque de Lerma aprovechó su posición para retirar a todas las personalidades relevantes y colocar a sus parientes y amigos en los principales cargos. Además, trasladó temporalmente la capital del reino de Madrid a Valladolid en 1600, donde permaneció seis años, hasta que retornó a Madrid tras el ofrecimiento de una importante suma de dinero por parte de su ayuntamiento.
La oposición al valido y a su abuso de poder llevaron a Felipe III, en 1618, a prescindir de Lerma y sustituirlo por su hijo, el duque de Uceda, aunque con poderes mucho más recortados.
La expulsión de los moriscos
En 1609 se decretó en España la expulsión de los moriscos de los reinos de Aragón y Valencia, así como de la Corona de Castilla, acusados de seguir practicando la religión musulmana a pesar de su forzada conversión, y de colaborar con los piratas turcos y beréberes en el Mediterráneo. Pero también podría radicar en el deseo de la monarquía de demostrar su fuerza en el interior, para compensar la imagen de la inactiva política pactista exterior.
Las consecuencias fueron nefastas: 300.000 moriscos abandonaron la Península provocando una pérdida cuantitativa y cualitativa, al constituir una comunidad activa de campesinos y artesanos.
Política exterior
En el plano internacional, la política de Felipe III ha sido calificada como pactista en comparación con la actividad bélica de su padre, debido sobre todo a la muerte de Isabel I de Inglaterra y a la ruina financiera de la Corona. Felipe III firmó una serie de tratados de paz con Francia, Inglaterra y Holanda, que además de ser costosas resultaron poco efectivas:
Paz con Francia
Se firmó un acuerdo de paz en 1598, pero seguiría la guerra subterránea de Francia: apoyando a los holandeses y dificultando las comunicaciones hispanas entre Flandes e Italia.
La paz con Inglaterra
La Paz de Londres de 1604 puso término a una guerra concebida para evitar el apoyo inglés a los rebeldes holandeses, y que se había extendido a lo largo de veinte años.
El fracaso de una expedición española a las costas irlandesas en 1603 y la llegada al trono inglés ese mismo año del rey Jacobo I, tras la muerte de la reina Isabel, propició el fin de las hostilidades. Las negociaciones supusieron la concesión de facilidades al comercio inglés, a cambio de que cortara el suministro de armas a los holandeses y se suspendieran las actividades de los piratas en el Atlántico.
La Tregua de los Doce Años (1609-1621)
Los holandeses se negaron a reconocer la soberanía del rey, quien envió los tercios españoles (cuerpos especializados de infantería, artillería y caballería) al frente de Ambrosio Spínola que tomaron la ciudad de Ostende. En respuesta, los holandeses destruyeron una flota española en Cádiz. La ruina financiera de la Corona (nueva quiebra o suspensión temporal de pagos a los acreedores en 1607, incluyendo al ejército), los intereses pacificistas de los burgueses holandeses y el cansancio de ambas partes obligó a firmar la Tregua de los Doce Años. Significaba el reconocimiento, aunque no se aceptara formalmente: pues el gobierno español no tenía intención de retirarse de Flandes y en 1616, ante la evidencia de que los regentes no tendrían descendencia, Felipe III se hizo jurar fidelidad. Finalmente la tregua no fue renovada en 1621, por considerar que beneficiaba claramente a Holanda: en ese período estuvo acosando económicamente a España constantemente (en Europa y las colonias).
7. 3.- El reinado de Felipe IV (1621-1665)
Felipe IV fue un monarca muy preocupado por la cultura, que ejerció una importante labor de mecenazgo. Entregó el poder a su valido, Gaspar de Guzmán y Pimentel, que tenía los títulos de Conde de Olivares y Duque de Sanlúcar la Mayor, cuyo programa político combinó la recuperación del prestigio de la monarquía hispánica con la reforma interior.
La política exterior: la guerra de los treinta años
La política exterior de Felipe IV tiene como escenario principal la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). El objetivo español era recuperar el poderío en Europa, lo que provocó el enfrentamiento con otras potencias como Francia, Holanda, Inglaterra y Suecia.
Esa guerra comienza como un conflicto alemán y religioso: los príncipes protestantes de Alemania se habían rebelado contra el emperador Fernando II, católico intransigente, de la dinastía de los Habsburgo. Pero ese conflicto local acabó siendo general, porque las naciones europeas se alinearon con uno u otro bando, buscando la hegemonía política.
La monarquía hispánica se implicó en la guerra por dos motivos: la defensa de la religión católica y el mantenimiento de la hegemonía de la casa de los Habsburgo a través de sus dos líneas emparentadas (la española y la austríaca). Pero tuvo que luchar en demasiados frentes de batalla: (hasta con Dinamarca y Suecia).
Debido a la Guerra de los Treinta Años se reanuda en 1621 el conflicto con Holanda. Animados por las victorias militares conseguidas en los primeros momentos de ese conflicto, los españoles inician una pugna por frenar el crecimiento económico y marítimo holandés, potenciado durante la Tregua de los Doce Años.
En una primera fase, la guerra fue terrestre con grandes éxitos de los tercios españoles, dirigidos por Ambrosio Spínola, quien tomó la ciudad de Breda en 1625. La segunda fase tuvo un carácter naval y comercial, en un intento por quebrar el poderío marítimo holandés.
En 1635 Luis XIII de Francia declara la guerra a España y manifiesta su apoyo a Holanda, basándose en la política agresiva española en Europa, que hace peligrar su integridad territorial. Aunque las primeras campañas resultaron favorables a los españoles, finalmente el esfuerzo resultó excesivo para las posibilidades de la monarquía española, y la derrota de Rocroi (1643) acabó con la fama de invencibles que tenían los tercios españoles.
Todo ello obligó a la firma de la Paz de Westfalia en 1648, por la que se reconocía la independencia de Holanda y se certificaba la pérdida de la hegemonía española en Europa.
La lucha contra Francia se prolongó algunos años más, pues Inglaterra apoyó a los galos. Hasta que se firma la Paz de los Pirineos en 1659, que sancionó el predominio de Francia en Europa, de Inglaterra y Holanda en el mar, y supuso la cesión española a Francia del Rosellón y la Cerdaña.
La política interior
A nivel interno, el Conde-Duque emprendió un programa de reformas económicas, administrativas y políticas que tuvieron un resultado desigual. La idea principal era reforzar la autoridad real y alcanzar la unidad entre los distintos reinos, para la unificación de España.
Las reformas de Olivares
Olivares expresó lo esencial de su política reformista en el Gran Memorial o Secreto de 1625 dirigido a Felipe IV, quien debería convertirse en rey de España y no de una suma de reinos. El Memorial proponía una mayor uniformidad en la legislación y la contribución a las cargas de la monarquía por parte de todos los reinos. Su esfuerzo se tradujo, sobre todo, en un incremento de la presión fiscal y en la formación de un ejército permanente.
A.- Las reformas económicas y sociales
Olivares planteó, a través de la Junta Grande de Reformación, estas propuestas:
- Reducción de oficios y empleos cortesanos, para recortar los excesivos gastos de la Corte.
- Protección de tipo mercantilista de las actividades artesanales y de comercio nacionales. Para lo que se hacen obras para hacer navegables los principales ríos (como el Tajo) y la supresión de aduanas.
- Creación de una red nacional de erarios que liberase a la Corona de su dependencia de la banca extranjera. Los erarios actuarían como bancos concediendo préstamos a la Corona, que obtendría la ayuda de sus súbditos a través de sus depósitos en dinero.
- Medidas para aumentar la población, como las exenciones fiscales a los matrimonios jóvenes y con gran número de hijos.
Las resistencias a estas nuevas reformas fueron múltiples en toda la monarquía. Hubo motines contra la nueva fiscalidad y las Cortes se negaron a aprobar la propuesta de creación de los erarios y la introducción de un sistema tributario nuevo y unitario.
B.- Unión de Armas
El Proyecto de la Unión de Armas de 1626 pretendía crear un ejército permanente con hombres reclutados y pagados por todos los reinos de la monarquía, en proporción a su riqueza y población. Olivares quería igualar a todos los reinos en los esfuerzos bélicos en un proyecto no sólo con tintes militares, sino también políticos y económicos. Los objetivos pretendidos eran:
- Crear un eficaz y poderoso ejército.
- Dstribuir el coste de la guerra entre todos los reinos, aliviando las cargas de Castilla.
- Establecer lazos de solidaridad entre los súbditos por medio de la colaboración en el ejército.
Pero la Unión de Armas fracasó por la oposición de las Cortes de la Corona de Aragón (sobre todo por Cataluña), que recelaban de una monarquía a la que consideraban ajena y poco respetuosa con sus leyes. Desembocará en las revueltas catalanas de 1640.
La crisis de 1640. La caída de Olivares
La Guerra de los Treinta Años creó una serie de necesidades financieras a la Corona de Felipe IV que obligaron a aplazar las reformas y a recurrir a todo tipo de medidas de urgencia que aún agravaron más la crisis social y económica, sobre todo de Castilla: se crearon nuevos impuestos y se vendieron cargos públicos y tierras de realengo. Todo ello se traduce en una oposición a la política de Olivares por distintas razones:
- Los reinos periféricos (Portugal y Aragón) rechazaban las pretensiones unitarias y centralistas.
- La alta nobleza se quejaba de su escaso protagonismo frente al autoritarismo del valido.
- Las clases populares denunciaban su agotamiento económico y la presión fiscal sufrida.
Los conflictos y protestas fueron constantes, con continuas rebeliones, entre las que destacan los movimientos independentistas de Portugal y Cataluña en 1640. Finalmente, Olivares cayó en 1643, cuando Felipe IV lo apartó de la política. Pero este hecho no fue suficiente para restablecer la paz social en la Monarquía Hispánica.
A.- La rebelión de Cataluña
El conflicto estalló en el contexto de la guerra contra Francia, reanudada en 1635, por varias causas: Unión de Armas, los desmanes cometidos en el frente por parte de los soldados castellanos e italianos sobre la población catalana y la paralización del comercio. Hubo enfrentamientos entre soldados y campesinos, extendiéndose la rebelión a la ciudad de Barcelona donde un grupo de rebeldes, mezclados con segadores, iniciaron un motín y asesinaron al virrey en 1640 en la festividad del Corpus (Corpus de Sangre). En el fondo, se trataba de una revuelta anticentralista que obligó a los catalanes a solicitar ayuda militar del rey francés, Luis XIII, al que nombraron Conde de Barcelona.
El enfrentamiento bélico con la monarquía española finalizó en 1652, cuando los catalanes, ante la crisis económica y la opresión francesa, se rindieron a las tropas de D. Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV) con la condición de que se respetaran sus antiguos fueros.
B.- La rebelión e independencia de Portugal
En 1640 comienza un movimiento separatista en Portugal, que consideraba más inconvenientes que ventajas su unión con España: la citada Unión de Armas, nuevos impuestos y el retroceso del comercio portugués. Los enemigos españoles eran ahora los enemigos portugueses, y España era incapaz de garantizarles una defensa adecuada.
La rebelión portuguesa tuvo un marcado carácter nobiliario, anticastellano e independentista que condujo a la proclamación del Duque de Braganza como rey de Portugal con el nombre de Juan IV. Felipe IV y Olivares, incapaces de atender dos frentes (Cataluña y Portugal), optaron por concentrar los esfuerzos en el territorio catalán, pensando que el aislamiento geográfico facilitaría la recuperación de Portugal. Pero la monarquía portuguesa se consolidó con la ayuda de Francia e Inglaterra. España tuvo que reconocer su independencia en 1668, bajo el reinado de Carlos II..
Las ciudades extremeñas celebraron varias Juntas en 1647, con el fin de buscar soluciones a la situación originada por esta guerra en su territorio. En dichas juntas se gestaba la idea de comprar un voto en las Cortes Castellanas, con el fin de exponer sus problemas.
La Corona de Castilla tenía 18 provincias agrupadas en torno a las 18 ciudades con voto en Cortes. Entre ellas no figuraba ninguna ciudad extremeña, por lo que la mayor parte de sus tierras estaba integradas en la provincia de Salamanca. La iniciativa partió de Plasencia que ofreció compartir la compra del voto con otras cinco ciudades (Badajoz, Trujillo, Mérida, Llerena y Jerez) y las villas de Cáceres y Alcántara. Extremadura adquirió colectivamente en 1651 un voto en Cortes, dando lugar a la creación del distrito territorial o Provincia de Extremadura, que se separó de Salamanca. Sin embargo, este voto no se haría efectivo hasta 1655, fecha en la que quedó articulada la administración provincial extremeña.
7. 4.- El final de la dinastía: Carlos II (1665-1700)
A la muerte de Felipe IV heredó el trono Carlos II, un monarca débil y enfermizo que sólo tenía cuatro años de edad; bajo la regencia de su madre, Mariana de Austria, durante 10 años. La regente depositó su confianza en el jesuita austríaco Everard Nithard, su confesor, que actuó como un verdadero valido. Éste fue sustituido por Fernando de Valenzuela y, ya con Carlos II, los hombres fuertes se sucedieron en el poder (don Juan José de Austria, el duque de Medinaceli, el conde de Oropesa) en un clima creciente de inestabilidad política que se agudizó al final del reinado, cuando se planteó el problema sucesorio.
Durante el reinado de Carlos II, hacia 1680, se asiste a una recuperación demográfica y económica que pone fin a las crisis del siglo XVII.
Política exterior
Ante la pérdida de la hegemonía española en Europa, en 1668 se reconoce la independencia de Portugal y España se ve envuelta en la política agresiva y expansionista de la Francia de Luis XIV, que le declara la guerra. En 1668 se firma la Paz de Aquisgrán con la entrega a Francia de la ciudad de Lille y en 1678, la Paz de Nimega, por la que España entregó a Francia el Franco Condado.
El problema sucesorio
Carlos II se casó dos veces, pero no tuvo descendencia en ninguna de ellas. Aunque su esterilidad parecía evidente, se le practicó un exorcismo, porque se pensó que podría estar hechizado. Ante la necesidad de elegir un sucesor para el trono español, se fueron perfilando dos candidatos:
- El archiduque Carlos de Austria, de la línea austríaca de los Habsburgo.
- Felipe de Anjou, de la casa de Borbón y nieto del rey francés Luis XIV.
Carlos II, antes de morir, nombró heredero a Felipe de Anjou, con la intención de asegurar a la monarquía española el apoyo de Francia, cuya hegemonía en Europa era indiscutible, y evitar así su desmembramiento territorial.
El temor de Inglaterra y Austria a la formación de un bloque hispano-francés provocó, tras la muerte de Carlos II, la Guerra de Sucesión española (1700-1713), el primer gran conflicto europeo del siglo XVIII, convertido a la vez, en guerra civil y guerra europea.
7. 5.- Cultura y arte de la españa del barroco
En España, la época barroca coincidió con el llamado Siglo de Oro de las letras y de las artes. El barroco es un arte católico de fuerte sentimiento religioso y que trasmite el poder de la Iglesia de la Contrarreforma, tras el Concilio de Trento.
En arquitectura, la familia Churriguera crea un estilo propio, el “churrigueresco”, especialmente recargado, con obras como la Plaza Mayor de Salamanca.
En escultura, se sigue empleando la madera policromada para temas religiosos, destacando la escuela castellana de Gregorio Fernández y la andaluza de Juan Martínez Montañés.
La pintura se caracteriza por su temática religiosa, a la que se añaden algunos temas mitológicos, retratos y bodegones. Destacan Francisco de Zurbarán, con las pinturas de la sacristía del Monasterio de Guadalupe y Diego Velázquez, con obras como Las meninas y Las hilanderas.
En literatura, con la aparición de la primera parte de El Quijote en 1605, nació la novela moderna de la mano de Miguel de Cervantes. Sobresale, además, el teatro: con Lope de Vega y Calderón de la Barca. La poesía contó con Francisco de Quevedo, uno de los pocos que se atrevió a criticar la política del conde-duque de Olivares, que llevaba a España al desastre, con obras como el Padre Nuestro.
Ante la decadencia española hubo una enorme cantidad de propuestas o informes económicos y políticos dirigidos al rey, en los que se analizaban los problemas del país y se proponían diversas soluciones. La mayoría de estas propuestas eran simples fórmulas o arbitrios para proporcionar nuevos ingresos a la Corona. Aunque hubo propuestas razonables e inteligentes, la práctica de plantear arbitrios se extendió con auténticos disparates, surgiendo la figura satírica del arbitrista, personaje ridículo y caricaturesco, convertido en objeto de burla (ellos creían que la decadencia surgió por errores políticos, que podría remediarse con medidas de buen gobierno)..
7. 6. Mentalidad española en el siglo XVII
En la mentalidad de la España del siglo XVII hay unos rasgos que se mantienen y otros novedosos. Básicamente los aspectos de mentalidad derivados del orden social estamental, patriarcal y familiar , teocrático y moral etc. continúan, si bien es cierto que las nuevas condiciones socioeconómicas y políticas intervienen también sobre ellos, exacerbándolos en cierto modo.
Por otra parte, esas nuevas circunstancias hispanas, inmersas en las incertidumbres de la crisis barroca , provocan nuevos sentimientos, nuevos aspectos y actitudes de la mentalidad colectiva tanto hacia la vida como hacia la percepción del papel de la Monarquía.
Por ejemplo, hay una clara conciencia de decadencia y un empeño en la memoria, a través, por ejemplo, de la Historia.
La sociedad de la época estaba muy condicionada por la religión, que ocupaba un lugar muy destacado en la vida de las personas.
La fe católica, tras la reforma protestante de Lutero comenzó en muchos lugares de Europa la lucha contra las nuevas ideas, dando lugar a lo que después se conoció como la Contrarreforma. España ocupó un lugar muy importante en esta reacción. La Corona y la Iglesia unidas lucharon contra todo tipo de reformas, esto provocó una gran presión social al perseguirse cualquier desviación de la ortodoxia católica.
La Inquisición, tribunal eclesiástico creado en el siglo XV, fue instaurado para combatir la herejía. Los autos de fe (castigos públicos) se convertían en espectáculos multitudinarios
El honor uno de los principios más respetados de la época hacía referencia a la propia dignidad que tenía que ser reconocida por los demás, de este principio derivaban dos conceptos diferentes: la fama, vertiente social, una persona debía hacerse respetar y más las mujeres – infidelidad - y la honra, respetar obligaciones y normas de conducta mantenidas tanto en la fortuna como en la adversidad.
Limpieza de sangre, trataba de diferenciar a las personas que no tenían san-gre judía ni musulmana entre sus ascendientes
La Monarquía Hispánica de los Austrias, los siglos XVI y XVII, contemplaron la época de esplendor político de esa Monarquía: sus descubrimientos, sus conquistas y expansión, su predominio en Europa y en el mundo. Pero también quedó al descubierto la debilidad estructural de España para mantener ese poder: en la economía, en la organización política, etc., de modo que la pérdida de ese papel preeminente fue rotunda y definitiva y causó un gran impacto sobre la conciencia social.
Pero esos siglos tuvieron también otro esplendor, aún más radiante y de memoria mucho más perdurable: lo que conocemos como el Siglo de Oro español. El período de apogeo de la cultura y el arte español que se inició en la segunda mitad del XVI y que tiene sus cotas más brillantes en las décadas de la primera mitad del XVII, cuando ya se sentía el declive y el desencanto político.
La potencia de la creación cultural, literaria y artística concentró tales obras y figuras en tan corto espacio de tiempo que ha quedado como reconocimiento ese nombre para la herencia más valiosa de aquella época.
8. El ocaso de la hegemonía de los Austrias: La paz de Wesfalia
Por tanto la Paz de Westfalia o Tratado de Westfalia es un conjunto de tratados relacionados entre sí por el hecho de que supusieron el fin de la Guerra de los Treinta Años, reconociendo la independencia de las Provincias Unidas de los Países Bajos y de la Confederación Suiza. Entre todos los estados implicados en la guerra -(Francia, España, Provincias Unidas (Países Bajos), Sacro Imperio Romano Germánico, Suecia y Dinamarca) - hubo largas conversaciones diplomáticas y numerosos acuerdos parciales, que tuvieron lugar simultáneamente con las campañas bélicas. De hecho, el curso de las negociaciones se veía frecuentemente alterado según el éxito o fracaso de las batallas.
El acuerdo concluyente se firmó el 24 de octubre de 1648 en la Sala de la Paz del Ayuntamiento de Münster, en la región histórica de Westfalia
Consecuencias para España: La intención inicial del Emperador era incluir a España en la paz, pero las presiones de Francia lograron su neutralidad en la guerra entre ambas naciones pirenaicas. A pesar de los esfuerzos de Francia por aislar a España, ésta firmó la paz con las Provincias Unidas de los Países Bajos en junio de 1648, reconociendo su independencia. Esta independencia era un hecho desde que en 1609, durante el reinado de Felipe III, se firmara la Tregua de los Doce Años. Los Países Bajos españoles, que no buscaban la independencia, continuaron perteneciendo a la monarquía española hasta principios del siglo XVIII.
Las condiciones desmesuradas que exigía el cardenal Mazarino provocaron la continuación de la guerra hispano-francesa hasta la Paz de los Pirineos (1659).
Hasta el reinado de Felipe III España se había mantenido como una de las principales (si no la primera) potencias de Europa. Con Felipe IV ya se empiezan a ver signos claros de la decadencia, que quedan patentes tras la Paz de Westfalia. Tras la pérdida definitiva de Portugal (reconocida formalmente en 1668) y de los territorios centroeuropeos, España quedó convertida en un estado de segundo orden
Suscribirse a:
Entradas (Atom)