lunes, 10 de septiembre de 2007

Tema 3: Ilustración y crisis del Antiguo Régimen

1. LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA Y EL FIN DEL FORALISMO

Carlos II murió en 1700 sin descendencia, dejando en su testamento como heredero al príncipe Felipe, nieto del rey Luis XIV de Francia. Pero no era el único candidato: el Austriaco Carlos se consideraba con los mismos derechos al trono que el francés. Dada la envergadura de los dominios europeos y transatlánticos de la monarquía hispánica, el problema de la sucesión alcanzó rango europeo. La posible unión de las coronas española y francesa rompería el equilibrio europeo algo inaceptable para Inglaterra y Austria. En febrero de 1701 Felipe V realizaba su entrada en Madrid siendo bien acogido en los diferentes territorios de Castilla. Por el momento también las cortes de Barcelona juraron al nuevo rey, obteniendo como compensación licencia para enviar dos barcos anuales a las Indias. Sin embargo en Cataluña existía un fuerte estado de opinión antifrancés que se había alimentado a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII con ocasión de las sucesivas intervenciones francesas en Cataluña.
En septiembre de 1701 se constituyó en la Haya la Gran Alianza contra Luis XIV compuesta por Inglaterra, Holanda, Austria a la que se incorporaron Saboya y Portugal, excelente glacis para intervenir en Castilla. Los aliados reconocieron como rey de España al austriaco Carlos III. El emperador Leopoldo de Austria inició la confrontación bélica atacando los dominios españoles en Italia.
1.1La guerra de Sucesión se transformó en 1705 en guerra civil cuando Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca se decantaron a favor del candidato austriaco. Desde Portugal los aliados entraron en Madrid en 1706, pero Carlos fue acogido con evidentes muestras de rechazo, en gran medida provocadas por el comportamiento del ejercito aliado y sus elementos protestantes. Estado de opinión que permitió el viraje de la guerra en 1707 cuando el ejercito franco-español, a las ordenes del duque de Berwick, ganó en Almansa a los aliados. Era el 25 de abril de 1707, día de una batalla decisiva que permitió sucesivamente la ocupación de los reinos de Valencia y Aragón por los borbónicos. Al terminar el año solo resistía Cataluña. Sin embargo a nivel internacional la suerte de las armas había sido adversa para Felipe V en Italia y los Países Bajos. Al mismo tiempo resultaba evidente el agotamiento de Francia. Luis XIV incluso pensó en aceptar a Carlos III, pero la resistencia de Felipe V fue decisiva. En 1709 las victorias de Brihuega y Villaviciosa le consolidaron.
El curso de la guerra se enderezó definitivamente para Felipe V desde 1711. De manera inesperada falleció el emperador José I de Austria y le sucedió Carlos, en principio reacio a abandonar a la corona española. Cambiaban las tornas con respecto a 1700. Ahora el peligro procedía de la formación de un eje Habsbúrgico con sus terminales en Viena y Madrid. Inglaterra y Holanda propusieron negociaciones de paz. El cansancio de Francia hizo del resto.
En abril de 1713 se firmó la paz en Utrecht que alteró significativamente el mapa europeo. Por lo que respecta a España, Felipe V insistió en su renuncia a la corona de Francia y perdió sus dominios europeos, en Italia y los Países Bajos. Inglaterra retuvo Gibraltar, conquistada en 1704, y penetraba en el imperio español-americano a través de un navío de permiso y el asiento de negros, es decir, el monopolio del comercio esclavista.
Carlos III no reconoció Utrecht. Tras luchar solo durante un tiempo renunció a la corona de España a cambio de concesiones en Italia: ducado de Milán, reino de Nápoles y Cerdeña, que luego cambió a Saboya por Sicilia. Así la guerra de Sucesión volvió a una dimensión interior. Cataluña continuó resistiendo hasta el 11 de septiembre de 1714, con la entrada de las tropas borbónicas en Barcelona. Un año después le llegó el turno a Mallorca.
El reinado de Felipe V.
Felipe V planteo la reforma administrativa e institucional del Estado, siguiendo los mismos cánones que Luis XIV en Francia: un poder central decisorio, una ley, un territorio. El resultado de la guerra de Sucesión facilitó la tarea, a través de los decretos de Nueva Planta.
1.2 Fin del federalismo: En 1707,como consecuencia del triunfo de la batalla de Almansa, quedaron abolidos los fueros de Valencia y Aragón y sus respectivos derechos privados, aunque Aragón lo recobro en agosto de 1711. En 1716 Cataluña perdía su tejido institucional propio, la Diputación del General y el Consejo de Ciento, a la par que el castellano se convertía en la lengua de la administración de Justicia; sin embargo, conservaba su derecho privado. Una estrategia similar se había aplicado en el reino de Mallorca en 1715. Igualmente entró en funcionamiento un régimen fiscal basado en la contribución única. El capitán general y la Audiencia constituyen la cúspide del gobierno de los cuatro reinos como máximos representante del poder del monarca. Solo subsistió el régimen foral delos territorios vasco-navarros que habían mostrado su adhesión a Felipe V desde los primeros momentos.
El poder central se desarrolla alrededor del rey de manera bicéfala: los consejos y las secretarias de despacho. Esta se fijan en numero de 5 en 1721: Estado, Justicia, Hacienda, Guerra, Marina e Indias, configurando un tejido estable de gobierno que un siglo después desembocará en el Consejo de Ministros. El consejo de Castilla se convirtió en el inductor intelectual de las reformas durante el reinado de Carlos III. Fue el canto de cisne del sistema de consejos, que entrará en irreversible decadencia en tiempos de Carlos IV. Felipe V instauró la figura de los intendentes encargados de reproducir el poder central a escala regional, como una especie de puente entre el corregidor y el monarca.
La política exterior de Felipe V dio inicio a una estrategia que se extenderá durante todo el siglo XVIII, tendente a garantizar la conservación del imperio americano. Los primeros años después de Utrecht Felipe V trató de alterar las consecuencias del tratado desarrollando en Italia una política de prestigio destinada a recuperar el dominio de aquellos territorios o al menos imponer una influencia decisiva. Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V , y heredera del ducado de Parma, pesó poderosamente en esta orientación para asegurar un futuro a sus hijos imponiendo como privado a Alberoni. La aventura italiana tuvo que subordinarse al problema fundamental que era América. Una tarea que exigía entrar de lleno en la política europea y mantener unas estrechas relaciones con Francia, potencia naval que al igual que España sentía con inquietud que Inglaterra consiguiera una hegemonía decisiva al otro lado del Atlántico. En 1733 se inauguraron los Pactos de Familia. España colaboró con Francia frente a Austria en la guerra de sucesión de Polonia. Las victorias en Italia permitieron que el príncipe Carlos, hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, se convirtiera en rey de Nápoles entre 1734 y 1759.
El segundo pacto de familia se estableció en 1743 con motivo de la guerra de sucesión en Austria y se extendió hasta el tratado de Aquisgran en 1748, es decir dos años después de la muerte de Felipe V. La conclusión fue un nuevo incremento de la influencia en Italia que consolidó a otro hijo del rey, el príncipe Felipe como duque de Parma.
A Felipe V le sucedió su segundo hijo Fernando VI, que reinó de 1746 a 1759. El primogénito de Felipe V, Luis I, había tenido un brevísimo reinado en 1724. Fernando VI llevó a cabo una política de neutralidad que sorteó las dos tendencias contrapuestas de los dos principales privados de la época: el probritánico Carvajal y el francófilo Marqués de la Ensenada. Una neutralidad en parte impuesta por la acumulación de deudas heredada de la época de Felipe V. Importante esta contradicción entre las exigencias de una política exterior activa y los limitados recursos del erario público porque a corto plazo hará evidente la necesidad de una política reformista en profundidad. Por el momento asistimos al primer ensayo del Marqués de la Ensenada para cuantificar la riqueza del reino y elaborar un catastro minucioso como paso previo para la reforma impositiva, que finalmente no culmino.
Carlos III reeditó los Pactos de familia con Francia. Inglaterra y Prusia estaban enfrentados a Francia y Austria desde 1756. En 1761 se diseñó el tercer pacto de familia. España entró en el conflicto en un momento de debilidad de Francia. Los ingleses conquistaron dos posiciones básicas para el comercio español oceánico: La Habana y Manila. Por el tratado de Paris de febrero de 1773 España recobró estos dos puertos, cedió la península de la Florida a Inglaterra pérdida compensada por Francia con la Luisiana. En este contexto se inscribe el apoyo español, siempre de la mano de Francia, a la guerra de independencia de las Trece colonias americanas contra el dominio británico. La paz de Versalles de septiembre de 1783 significó la recuperación de la Florida y de la isla de Menorca, pero no de Gibraltar.
2. LA ILUSTRACIÓN
En toda Europa el siglo XVIII es mucho más que una mera referencia cronológica: es el siglo de las luces, de la Ilustración. Representa el nacimiento de la modernidad y a lo largo de su transcurrir se colocaron los fundamentos del mundo contemporáneo. La Ilustración rompió con el sistema metafísico como forma de conocimiento y su referente doctrinal reposó en las corrientes empiristas y racionalistas de finales de siglo XVII, a la par que desarrollaba una moral en la bondad natural del ser humano y en su derecho a la felicidad. La Ilustración encontró su culminación intelectual en Inglaterra y, sobre todo, en Francia donde la Enciclopedia se nos ofrece como la principal codificación de estas formas de pensamiento. En palabras de D’Alambert el pensamiento ilustrado "discutió, analizó y agitó todo".
Es, por tanto, la ideología y la cultura elaborada por la burguesía europea en su lucha con el absolutismo y la nobleza. También puede ser definida como la culminación del racionalismo renacentista. Se trata de un fenómeno iniciado en Francia, que se va extendiendo por toda Europa a lo largo del siglo XVII. La Ilustración es la postura crítica que adopta la burguesía frente al orden establecido.
Las características de la Ilustración son las siguientes:
Racionalismo
Búsqueda de la felicidad
Creencia en la bondad natural del hombre
El Optimismo
El Laicismo
El ideal de la Ilustración fue la naturaleza a través de la razón. En realidad no es más que el espíritu del Renacimiento llevado hasta sus últimas consecuencias, en manifiesta oposición con lo sobrenatural y lo tradicional.. El Ilustrado llegaba al amor al prójimo partiendo de la razón y no de la Revelación.
La razón también podía llevarle a Dios creador del orden universal o bien en no creer en principio Supremo alguno. Por ello, la mayoría de los ilustrados eran deístas, aunque o sencillamente ateos
En España el desarrollo del pensamiento ilustrado se vio favorecido por la entronización de la nueva dinastía borbónica y la apertura de múltiples contactos intelectuales con otros países europeos. A pesar de la ya inoperante Inquisición y de la oposición de ciertas elites tradicionales, la irrupción de los nuevos debates e ideas se asentó paulatinamente hasta alcanzar su ápice en la segunda mitad del XVIII durante el reinado de Carlos III. El papel difusor que en Francia tuvieron los salones nobiliarios y burgueses o las sociedades de sabios, recayó en España en las Sociedades Económicas de Amigos del País en las que destacaron personalidades influyentes del mundo de los hidalgos. La importancia de la Ilustración en España, residió más que en la aportación de un valor añadido, en los métodos de aplicación a la realidad española de los principios reformistas en forma de programas políticos. En el campo de la política el reformismo ilustrado tiene unos precedentes en tiempos de Felipe V en discursos que ideológicamente entroncan sobre todo con el arbitrismo del siglo precedente. Sería el caso del libro del ministro de Hacienda José del Campillo, titulado Lo que hay de más y de menos en España.
La política reformista tuvo mayor calado durante el reinado de Fernando VI con la figura de Cenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, para llegar a su plenitud en época de Carlos III con la espléndida rigurosidad intelectual y actividad de Campomanes, la figura central del reformismo español, o la más tímida de Floridablanca. El reformismo ilustrado entró en crisis durante el reinado de Carlos IV. El mundo intelectual ilustrado quedó apartado de la política. Es el caso de Jovellanos cuyas reflexiones y propuestas no pudieron concretarse en programas de acción política. El autor del Informe sobre la Ley Agraria, obra prohibida por la Inquisición, sólo pudo ser, en 1797, ministro de Gracia y Justicia.
En efecto, el reinado de Carlos III (1759-1788) marca la culminación del reformismo ilustrado siguiendo la estela de su etapa como rey de Nápoles. Para empezar cabe señalar una contradicción entre los proyectos de reforma y la realidad que alcanzaron en la práctica. Además del tono intelectual las reformas venían impuesta por la necesidad de robustecer el poder del Estado, la modernización de la política y el mantenimiento de una política exterior que asegurase la conservación del imperio. La política reformista se apoyó en una capa de profesionales bien preparados, de procedencia hidalga. El problema residía en que muchas de estas reformas cuestionaban la existencia del mundo de privilegios que conformaban el Antiguo Régimen. Por tanto esta clase de política era contemplada con temor por sectores de las elites tradicionales, sobre todo de la grandeza de España. Así emergen un cúmulo de tensiones entre el mundo hidalgo que ejerce parcelas básicas en la gobernación del Estado y las elites tradicionales que en un principio se oponen a los ministros extranjeros de Carlos III, con tintes casticistas que esconden el temor a una excesiva radicalidad de los proyectos reformistas. Un ejemplo de ello seria el motín de Esquilache que estalló en 1766, con epicentro en Madrid y que se extendió a otras ciudades españolas. El encarecimiento del precio de los alimentos provocado por las malas cosechas, el aumento de impuestos y otras medidas de control multiplicaron el descontento popular que explotó en forma de motín. La cuestión se saldó con la destitución del ministro Esquilache y el abaratamiento del pan. Aunque no cabe hablar de conjura por parte de las elites tradicionales cabe plantearse cierta instrumentalización del descontento que provocó una disminución del calado reformista en un futuro inmediato. Un año después los jesuitas fueron expulsados de España, considerándoles inductores del motín.
Campomanes y la política ilustrada.
Si consideramos las reformas a la luz de la producción intelectual de los ministros ilustrados llegaremos a la conclusión de que su aplicación hubiese transformado radicalmente las estructuras económicas y sociales, pero como hemos señalado la realidad fue más tímida. Precisamente el político ilustrado más consecuente fue Pedro Rodríguez Campomanes (1723-1803), posteriormente conde del mismo nombre. De origen hidalgo estudió Derecho, desarrolló una importante actividad como historiador hasta entrar en la Academia de la Historia en 1748 y dirigirla en 1764. En 1762 era fiscal de lo civil en el consejo de castilla , con gran capacidad de decisión en temas económicos. Su producción intelectual resulta interminable: desde temas fiscales hasta religiosos pasando por las mejoras de la agricultura , el fomento de la industria popular o las reformas agrarias. Fue artífice del establecimiento del libre comercio de granos en 1765; completó intelectualmente la justificación del regalismo; planteó medidas para evitar la extensión de manos muertas y la reducción del poder de la Inquisición; como presidente del Concejo de Mesta en 1779 controló los abusos de la misma; participó en la reforma de la administración municipal; elaboró por encargo del conde Aranda un dictamen sobre el motín de Esquilache favorable a la expulsión de los jesuitas; colaboró con Aranda y Olavide en los proyectos de colonización de Sierra Morena, y fijó las claves parra una futura modernización global del campo: el aumento de la superficie cultivable, el predominio de la pequeña propiedad con los repartos de baldíos y comunales, la desvinculación de mayorazgos y el establecimiento de arrendamientos a largo plazo. En 1786 obtuvo en propiedad el cargo de gobernador del Consejo de Castilla. En 1791 su antiguo amigo el conde de Floridamente, del cual se había apartado en los últimos años, le destituyó de sus cargos.
La consolidación del poder del Estado y el fomento de la economía exigían una articulación más sólida del territorio, primera condición para la construcción posterior del gran espacio nacional de la política y de la economía. Los primeros conatos de una política caminera corresponden al reinado de Fernando VI. El camino de Guadarrama unió las dos Castillas en 1750. El camino de Reinosa a Santander, terminado en 1752 permitió la comunicación entre Santander y el Cantábrico.
Desde los inicios del reinado de Carlos III, se intensificó la construcción de la red vial con un evidente formato radial con centro en Madrid. El 10 de junio de 1761 se expedió una real orden "para hacer caminos rectos y sólidos en España que faciliten el comercio de unas provincias a otras, dando principio por las de Andalucía, Cataluña, Galicia y Valencia". La Corona financió esta red radial, dejando a los municipios la de las redes comarcarles y regionales. En la segunda mitad del siglo se levantaron mil setecientos kilómetros de carreteras, sobre todo cuando el conde de Floridablanca fue nombrado secretario de estado en 1777. Prioritario fue la carretera Madrid-Cádiz que hizo más ágil la comunicación entre la Corte y las Américas. También se pavimentaron otros trescientos kilómetros de carreteras transversales aparte de la construcción de posadas, casas de posta y de la nueva Casa del Correo en la madrileña Puerta del Sol, emblema de un servicio postal que en la segunda mitad del XVIII supera su naturaleza aúlica anterior para convertirse progresivamente en un servicio público que permite la movilidad creciente de la información de todo tipo
El reinado de Carlos IV.
Hijo de Carlos III y María Amalia de Sajonia, Carlos IV ascendió al trono en diciembre de 1788. Sus veinte años de reinado están jalonados por la primacía de los acontecimientos exteriores que determinan la evolución interna española y de las posesiones transoceánicas. La revolución francesa provocó la crisis de los postulados reformistas y de la política afín, ya francamente ralentizada en los últimos tiempos de Carlos III. Es el final de una generación. Los Campomanes, Floridablanca o Aranda atemperan sus discursos y acaban desplazados por la velocidad de los acontecimientos en el país vecino y por la inquietud que éstos generan en las clases dirigentes españolas.
Al frente del ministerio, el conde de Floridablanca practicó la política represora de cordón sanitario frente a la propaganda revolucionaria que llegaba del país vecino, lo que no evitó su caída en febrero de 1792 y posterior procesamiento, en un momento de amplio debate sobre la estrategia que se debía seguir con respecto a los revolucionarios franceses: bien una actitud rupturista y belicosa –Floridablanca-, bien una actitud más transigente que no fracturara enteramente la política anterior de los Pactos de Familia. Aranda era partidario de la segunda opción. En suma, a qué se daba prioridad: ¿a la inquietud de la monarquía y de las clases privilegiadas por el contagio de la revolución o al secular peligro inglés en las rutas del Atlántico, vitales para la conservación de los territorios americanos agitados por el ejemplo de la independencia de las trece colonias del dominio inglés y por los discursos que llegaban desde la Francia revolucionaria.
Tampoco Aranda consiguió consolidarse. En noviembre de 1792 le sucedió Manuel Godoy, quien dominaría la política española y la voluntad de los reyes hasta 1808. Godoy era un intrigante y ambicioso personaje de origen hidalgo que aprovechó sus relaciones íntimas con la reina María Luisa para lograr un rapidísimo y suculento ascenso social y político. Había ingresado en los guardias de Corps en 1784; en 1791 ya era teniente general, con veinticuatro años, y un año después obtuvo el ducado de Alcudia con la grandeza de España. En cualquier caso su llegada a la cúspide de la política fue bien recibida por las clases privilegiadas, porque le consideraban un dique de contención de las ideas revolucionarias.
La guerra contra la Convención se inició en 1793 con los éxitos del general Ricardos en el Rosellón, pero pronto cambió el curso de los acontecimientos. La invasión de las tropas republicanas en territorio vasco obligó a pedir la paz, que se firmó en Basilea en julio de 1795 y significó un triunfo diplomático para Godoy: Francia abandonaba su conquista a cambio de la parte española de la isla de Santo Domingo. Fue nombrado Príncipe de la Paz.
En 1796 Godoy propugnó el giro de la política exterior: la alianza con el Directorio francés, en una especie de revitalización de la antigua política de los Pactos de Familia. En octubre del mismo año España declaró la guerra a Inglaterra, una guerra que se saldó con varios reveses y la caída temporal de Godoy en 1798, siendo sustituido sucesivamente por Saavedra y Urquijo.
En diciembre de 1800 Godoy volvió al poder. A partir de este momento la alianza con Francia entra de lleno en la lógica de la expansión napoleónica y su enfrentamiento con Inglaterra. En 1801 la breve guerra de las naranjas contra Portugal –que se negaba a entrar en la política de bloqueo antibritánico de Napoleón- acabó con la cesión de la plaza de Olivenza a España. El nuevo episodio bélico iniciado en 1804 culminó con la derrota marítima de la escuadra hispano-francesa en la batalla de Trafalgar. Las repercusiones a corto y medio plazo resultaron extraordinariamente lesivas para el futuro del Estado transoceánico español. El almirante Nelson había asestado un golpe decisivo al poderío naval español que, posteriormente, facilitaría la independencia de los territorios americanos.
A corto plazo la derrota de Trafalgar cortó las comunicaciones españolas con América, generando una sensación acusada de debilidad que exageraba las virtudes de la alianza con Francia. Napoleón necesitaba a España en su política de bloqueo antibritánico de forma directa, pero también indirecta, como vía para la conquista de Portugal. El 27 de octubre de 1807 los representantes de Francia y España firmaban el tratado de Fontainebleau. El proyecto dividía Portugal en tres partes: la septentrional para el rey de Etruria, en compensación por la incorporación a Francia de la Toscana italiana en 1807 (solución bien recibida por la Corte española, puesto que se trataba de un nieto de Carlos IV); el sur, es decir, las regiones de El Algarce y El Alentejo, se cedería a Godoy, y la posesión de la zona central quedaba indefinida hasta la conclusión de la paz con Portugal. En todo caso los tres principados quedarían bajo la protección del Rey de España. Hipótesis de reunificación peninsular muy bien acogida en la corte de Madrid, que además era instrumento y coartada de unos planes de mayor alcance: la ocupación militar de España, ya que el tratado permitía, sancionando una situación ya de hecho, la libre entrada y acantonamiento de las tropas francesas en territorio español como paso hacia Portugal. En un mes el ejército francés, al mando del general Junot, entraba en Lisboa, y el príncipe regente Juan de Braganza huía a Brasil.
La alianza con Francia desde 1796 y su correlato bélico consumió la inmensa mayoría de los recursos disponibles. La hacienda estatal, siempre maltrecha en sus vías de alimentación, contemplaba con inquietud la merma de ingresos y el deterioro del comercio con los territorios americanos. Así la crisis financiera de la monarquía amenazaba con una reordenación del sistema de impuestos que afectaría a las clases privilegiadas. Paradójicamente cuando el discurso reformista de la época de Carlos III se había apagado, el cúmulo de circunstancias adversas hacía más visibles las limitaciones del Antiguo Régimen y la necesidad de reformas en profundidad. La desamortización de los bienes eclesiásticos, antecedente de la que posteriormente realizara Mendizábal, fue entendida como el primer episodio de una cadena de reformas. Las elites tradicionales habían visto empequeñecidas sus atribuciones, poderes y posiciones en la corte por el control que ejercían Godoy y su camarilla. Un sector de estas elites buscó el apoyo del príncipe de Asturias, Fernando, como alternativa a Carlos IV y Godoy.
Estas tensiones políticas, con nudo en Palacio, fueron adquiriendo mayores dimensiones, mezclándose con la política internacional para hacer crisis en la conjura de El Escorial en 1807, y en el motín de Aranjuez de 1808. Ambos episodios son una especie de revuelta de privilegiados. La conjura de El Escorial, que intentaba situar a Fernando en el trono, acabó en fracaso, con el perdón del monarca para su hijo y el destierro de los implicados de una camarilla cuyas cabezas visibles eran el influyente clérigo Escoiquiz y los duques de San Carlos y del Infantado. El siguiente intento fue el motín de Aranjuez, la noche del 17 de marzo de 1808, esta vez adobado con una proyección popular que expresaba el descontento por la mayor actividad de las tropas francesas. Una proclama de Carlos IV el 16 de marzo, con el fin de tranquilizar los ánimos, insistía en la actitud amistosa y de colaboración de los franceses, a la par que desmentía el presunto viaje de la familia real a Andalucía para embarcar hacia América. Esta vez el éxito de la camarilla fernandina fue concluyente: la destitución de Godoy y la renuncia a la corona de Carlos IV el 19 de marzo, a favor del príncipe Fernando. No por ello la crisis política y dinástica quedó cerrada.
En efecto, el 23 de marzo el general Murat, lugarteniente del emperador en España, entraba en Madrid. En la doble estrategia de Napoleón, la parte militar parecía concluida. Faltaba culminar la vertiente política, cuyo fin último suponía el cambio de dinastía. El escenario fue la ciudad francesa de Bayona. Allí acudieron Godoy, Carlos IV y Fernando VII buscando la protección del emperador. Durante los diez primeros días de mayo se sucedieron las abdicaciones de Bayona, en una ambientación humillante de conflicto de la familia real española ante Napoleón. La Corona pasó vertiginosamente por varias manos: Fernando VII retrotrae a Carlos IV, éste abdica a favor de Napoleón, quien a su vez eligió a su hermano Luis como rey, pero éste rechazó el ofrecimiento. La Corona acabó en el primogénito de los Bonaparte, José, quien después de muchas dudas la aceptó, el día 6 de junio. José I era el nuevo monarca de un país que así se incluía e la red endogámica-familiar de estados satélites que el emperador había diseñado para Europa.
LA POLÍTICA EXTERIOR E INTERIOR DEL SIGLO XVIII
Los Borbones, excepto la neutralidad de Fernando VI, desarrollaron una política exterior caracterizada por los pactos de familia con Francia que tenían como objetivo frenar la expansión de Inglaterra y proteger las posesiones americanas. Esto condujo a la entrada de España en la Guerra de los Siete Años y en la Independencia de Estados Unidos.
En política interior se producen hondas transformaciones, basado en un espíritu reformista de los Borbones, que tienden a reforzar el poder del rey frente a las instituciones y los estamentos privilegiados. Se pasa así de la monarquía descentralizada de los Austrias al modelo centralizado de los Borbones en Francia, la llamada monarquía absoluta que se basaba en:
- La concentración del poder en manos del rey, de forma absoluta.
- Unos secretarios (verdaderos ministros) para ayudar en la toma de decisiones.
- La supresión de los anteriores Consejos Territoriales, vigentes con los Austrias, que se encargaban de la administración de los diversos Reinos y de la Justicia.
- La creación de las Cortes Generales del Reino, cuya única función era la jura del heredero de la Corona.
La reorganización de la administración se orientó a la unificación política de los reinos bajo las leyes de Castilla. Los cambios introducidos fueron los siguientes:
- Abolición de la autonomía política en Aragón, que por haberse enfrentado a Felipe en la Guerra de Sucesión pierden sus fueros, equiparándolos a los de Castilla mediante los Decretos de Nueva Planta. Sólo conservan sus fueros Navarra y País Vasco.
- Se instaura un modelo administrativo único, para lo que se suprimen los virreyes y España se divide en Provincias gobernadas por un Capitán General y por las Audiencias.
- Los municipios toman el modelo castellano, con cargos en manos de la nobleza.
- Desaparecieron las barreras aduaneras entre Castilla y Aragón, y éste accede al comercio de Indias.
El regalismo borbónico representa la defensa por parte de la Corona de las prerrogativas concedidas por Roma y que suponían la supeditación de las autoridades eclesiásticas al rey. Se concretó en las siguientes medidas:
- Disminuyeron las competencias de la Inquisición.
- El Estado nombrará los cargos eclesiásticos por el Concordato de 1753.
- Decreto de Expulsión de los jesuitas en 1767, que significó una merma de la influencia eclesiástica en el ámbito de la enseñanza en Universidades y Colegios Mayores, de donde salían las personas destinadas a ocupar puestos claves en los Consejos Reales.
LA ECONOMÍA EN EL SIGLO XVIII
LA AGRICULTURA
España basaba su economía en el sector primario con carencias importantes como:
- Deficiencias técnicas (aperos rudimentarios, escasa utilización de abonos, etc.).
- Inexistencia de un mercado nacional por la falta adecuada de comunicaciones.
- Régimen arcaico de propiedad de la tierra, con una dicotomía entre:
· propiedades amortizadas, exentas del pago de impuestos, entre las que están las tierras en manos de los estamentos privilegiados (nobleza y clero, que no podían ser confiscadas, enajenadas o divididas para asegurar el mantenimiento de una posición social) y las propiedades colectivas (bienes de comunes, que eran aprovechas por todos los vecinos ; y bienes de propios, que se arriendan mediante subastas). Todas estas tierras son bienes de manos muertas, inmovilizadas en manos de un mismo dueño vinculadas a perpetuidad.
· propiedades libres, que eran menos del 40 % de las tierras productivas y se concentraban en mayor medida en la parte oriental de la Península.
Consciente de dichas carencias, el Consejo de Castilla elaboró un Expediente General sobre los problemas agrarios en España, que serviría como punto de partida para elaborar una Ley Agraria. A partir del Expediente General se elaboraron una serie de informes en los que se aportaban posibles soluciones. Entre ellos destacan: la “Respuesta del fiscal en el expediente de la provincia de Extremadura” de Floridablanca (1770); el “Memorial ajustado” de Campomanes (1771) y el “Informe de la Ley Agraria” de Jovellanos (1794), el cual se centra en los problemas derivados de la existencia de grandes extensiones de tierra que no se podían vender, en manos nobiliarias y religiosas, que debían ponerse en producción. Esta ley no se pudo llevar a cabo, a pesar de su conveniencia.
Los gobiernos ilustrados sólo intentaron acometer algunas reformas que se concretan en:
- La introducción de nuevos cultivos (maíz, patata, tomate…).
- Puesta en práctica de una tímida reforma agraria, colonizando zonas despobladas (como Sierra Morena) y realizando obras hidráulicas.
- Reparto de tierras municipales entre los vecinos más pobres mediante arrendamiento.
LA INDUSTRIA
Tres son las características más sobresalientes:
- Predominio de una producción artesanal poco avanzada, apoyada en gremios urbanos (que por los privilegios de los que disfrutaban constituían un freno para el desarrollo del tejido industrial) y en la artesanía rural (que apenas abastecía el mercado local).
- Los esfuerzos estatales por crear un tejido industrial a nivel nacional. Las ideas económicas mercantilistas (predominio de las exportaciones sobre las importaciones), llevaron a la corona a crear manufacturas reales para suplir la falta de iniciativa privada, reducir la dependencia exterior y promover el desarrollo económico del país. Los resultados no fueron los esperados por la falta de demanda de una industria basada en la producción de tapices, sedas, porcelanas y vidrios, de lujo en su mayoría.
- Escasa importancia de la iniciativa privada. Sólo los sectores siderúrgicos y textiles localizados en la periferia mantenían un nivel de producción (Barcelona en el textil y el País Vasco en el sector siderúrgico).
Para favorecer el desarrollo industrial se pusieron en marcha las siguientes reformas:
- Medidas proteccionistas, frente a la competencia exterior.
- Reducción de impuestos a los productores, para aminorar costes de fabricación.
- Eliminación de las normas gremiales, para aumentar la producción.
- Decreto de Libre Comercio (1788), por el que todos los territorios peninsulares podían comerciar con América.
EL COMERCIO
El comercio del s. XVIII vive un periodo de expansión, centrado en potenciar tanto el mercado interior como el exterior. El primero tiene una escasa demanda, con aduanas interiores que entorpecen la circulación de productos, y una deficiente red de comunicaciones. Con las reformas acometidas se suprimen casi todas las aduanas y se lleva a cabo una mejora de la red de comunicaciones, pero hasta Carlos III no se configurara un mercado nacional. El mercado exterior se orientó hacia la Europa atlántica y América. Las reformas que se adaptaron fueron la creación de compañías comerciales para recuperar el control de las importaciones y las exportaciones, a la par que se decretaba el libre comercio.
A pesar de las medidas, no se acabó por completo con el déficit crónico de la balanza comercial, que sólo se cubría con la plata americana. Tampoco llegó a controlarse el mercado americano, con un 50 % en manos de otros países.
DEMOGRAFÍA Y SOCIEDAD DEL S. XVIII
El S. XVIII es un período de crecimiento demográfico motivado por estas causas:
- Reducción de la mortalidad catastrófica (hambre, guerra y peste)
- Mejoras higiénicas sanitarias, puestas en práctica por los Borbones.
- Incremento de la alimentación con la desaparición de las crisis de subsistencia.
- Política pronatalista del Estado, que consideraba el potencial demográfico como base de la riqueza del país.
No todas las regiones experimentaron el mismo crecimiento y, además, éste se estancó a finales de siglo por la crisis económica.
La sociedad aún era estamental e inmovilista; pero irá evolucionando hacia un tipo de sociedad en la que el dinero será el que empiece a establecer las diferencias sociales.
- La nobleza mantiene sus privilegios, que no se verán amenazados por las reformas borbónicas. Es una nobleza terrateniente, viviendo de forma holgada los más notables (condes, marqueses, etc.), pero con estrecheces la baja nobleza. Como éstos ya no cumplen las funciones asignadas en la E. Media (guerrera y cortesana), serán objeto de críticas por parte de los ilustrados. Carlos III en una Real Cédula compatibilizará el status nobiliar con el trabajo manual.
- El clero es igual de heterogéneo (alto y bajo clero), con gran diferencia entre obispos y abades (hijos segundones de la nobleza) con el clero parroquial o las órdenes mendicantes.
- El estado llano es el más numeroso. Los campesinos suponían el 90 % de la población del tercer estado, pero no tenían conciencia de grupo, debido a las diferencias económicas que hay en su seno entre jornaleros, arrendatarios, propietarios... Entre los sectores urbanos destaca un pequeño núcleo de comerciantes enriquecidos en las ciudades más industriales, cuya mayor aspiración era la de ennoblecerse.
3. SEÑORÍOS:
El señorío es una institución, propia de la Edad Media y la Edad Moderna en España, en cierto modo similar al feudo del Imperio Carolingio. Se trata de una donación hereditaria de tierras y vasallos, incluida la jurisdicción, dada por monarcas a nobles como pago por servicios prestados.
Prerrogativas del señorío: - Autoridad
- Ejercer jurisdicció a los habitantes de territorio con o sin propiedad
- Imponer rentas
En España fueron abolidos por la Constitución de 1812.
Su pervivencia en el tiempo (hasta el siglo XIX) y su carácter de base económica de la posición social de la nobleza, sobre todo tras perder ésta su poder político ante la monarquía, pusieron al señorío en el eje que articulaba los sistemas social, económico y político, por lo que puede considerarse que todos ellos formaban parte de un régimen señorial que caracterizó al Antiguo Régimen en España.
· Señorío territorial sería el más similar al feudo
· Señorío jurisdiccional, en el que las prerrogativas del señor son fundamentalmente el cobro de los derechos señoriales de origen político y judicial.
Esta diferenciación es muy confusa, la confusión de derechos y jurisdicciones es una de las características del feudalismo.
El señor territorial supuestamente tiene una vinculación más estrecha con la tierra, y su forma típica de extraer el excedente es mediante prestaciones de trabajo o pagos en especie o dinero (de escasa circulación). De un modo sutil, el señor jurisdiccional tiene una diferente relación con la tierra (el dominio eminente, quedando al siervo el dominio útil), aunque en el fondo también realice la extracción del excedente. Lo fundamental para el señor es la percepción de la renta de la tierra; las vías de obtenerla eran innumerables, pues mediante un conjunto difuso de derechos señoriales conseguía gravar cualquier movimiento de la producción o aumentos de la prosperidad de los campesinos (derechos de paso, de pontazgo, por la explotación de los bosques, de los ríos... monopolios de molino, de tienda, de taberna...), a lo que hay que añadir los cobros derivados de la jurisdicción (multas, penas de cámara, todo tipo de impuestos cedidos por el rey...)
Propiamente, el campesino sujeto a señorío territorial sería un siervo sin libertad personal, figura que en los reinos hispánicos medievales se usa, pero no generalizadamente, y el que sólo lo está a un señorío jurisdiccional es un vasallo del señor, al igual que un noble lo es de otro o del rey. En España no hubo ningún momento espectacular de abolición de la servidumbre. La condición social de los campesinos en la Alta Edad Media no es que fuera mejor, siempre en los límites de la subsistencia y sometidos a la superioridad social de los señores, pero pasó fluidamente y con el paso del tiempo a situaciones de menor sujeción personal.
Empiezan a utilizarse los conceptos de señorío como territorio bajo jurisdicción de un noble laico (señorío laico) o eclesiástico (señorío eclesiástico). El término abadengo se aplicaba al señorío en que es un monasterio el señor, y realengo al territorio bajo jurisdicción directa del rey, aunque no sin intermediarios. De hecho, la principal parte del realengo serían las ciudades y villas privilegiadas con fueros o cartas pueblas, con Comunidades de villa y tierra y alfoces, que actuaban como señoríos colectivos en su tierra o alfoz. Algunos autores han calificado a las ciudades como islas en un océano feudal, pero son islas que mantienen sumergido a buena parte del campo.
Desarrollo de los señoríos: El proceso de la Reconquista y las prácticas jurisdiccionales de los Trastámara (Enrique II) fue el origen de los señoríos.
Durante el reinado de los Reyes Católicos, tras las guerras civiles de Castilla y las guerras de los payeses de remensa en la Corona de Aragón, se produce la consolidación del régimen señorial en toda la Península, siendo muy distinta la suerte de unos y de otros, pues la alta nobleza castellana quedó muy favorecida, consintiendo los Reyes en la perpetuación a través del mayorazgo de grandes extensiones de señoríos jurisdiccionales. En Cataluña especialmente, los campesinos tras la Sentencia Arbitral de Guadalupe quedarán en una situación muy favorable, a través de censos enfitéuticos que con el tiempo les hacen pagar cantidades cada vez menores por la renta de sus tierras.
Durante todo el periodo siguiente, la Edad Moderna, como se ha definido al comienzo, el señorío puede considerarse la forma peculiar del modo de producción feudal en la formación económico social del Antiguo Régimen en España.
Los cambios más significativos que se produjeron en el periodo fueron un nuevo proceso de refeudalización en torno al siglo XVII, con la compra de jurisdicciones debida a los apuros hacendísticos del rey, que permitió una nueva clase de señores, muchos de ellos de extracción burguesa, que aspiraban también a la propiedad de la tierra en un contexto de despoblación,
El fin del señorío. La diferenciación entre un tipo y otro de señorío fue vital cuando la supresión de los señoríos jurisdiccionales a partir de las Cortes de Cádiz va a dejar en manos de los tribunales de justicia determinar en qué casos los antiguos señores pueden conservar su dominio eminente ahora convertido en plena propiedad, tal como se entiende en el sistema capitalista. En el feudalismo o régimen señorial el concepto de propiedad sería anacrónico, pues todos (señores y campesinos) compartían algún tipo de derecho sobre la tierra.
En España no se realizó una revolución campesina como la que en Francia quemó castillos y archivos señoriales, desposeyendo a la nobleza (cuando no enviándola a la guillotina o a la emigración). La nueva clase dominante en el campo español bajo el régimen liberal estará compuesta por las familias aristocráticas tradicionales que consiguen conservar un patrimonio que ya no está protegido por el mayorazgo, aliadas a una burguesía emergente dispuesta a invertir en la Desamortización. Su representación política será el partido liberal moderado.
En la mitad norte de España los campesinos conseguirán asentarse como propietarios de pequeñas explotaciones minifundistas (a veces mayores, como en Cataluña); en la mitad sur, serán sobre todo grandes masas de jornaleros las que trabajen en los latifundios
4. ANTIGUO RÉGIMEN
Antiguo Régimen (en francés, Ancien Régime) fue el término que los revolucionarios franceses utilizaban para designar peyorativamente al sistema de gobierno anterior a la Revolución Francesa de 1789 (la monarquía absoluta de Luis XVI), y que se aplicó también al resto de las monarquías europeas cuyo régimen era similar a aquél.
El Antiguo Régimen se definiría como una formación económico social, es decir, la combinación peculiar de modos de producción y relaciones sociales para un ámbito espacio-temporal más o menos amplio, que construye su adecuada superestructura política y que se justifica por su correspondiente ideología. Para su localización en tiempo y espacio se pueden restringir a tres los requisitos que un "aspirante" debía cumplir para alcanzar tal denominación.
1º sistema económico: en transición del feudalismo al capitalismo
2º relaciones sociales: determinadas por la oposición entre la sociedad estamental y una burguesía que no puede acceder al papel de clase dominante que ocupan los estamentos privilegiados;
3º sistema político: monarquía absoluta o, como poco, monarquía autoritaria. La tensión fundamental en este ámbito es la que se produce entre la centralización del poder y el respeto a los privilegios de todo tipo (personales, estamentales y territoriales), que mantenían una gran multiplicidad de jurisdicciones y fueros.
Características del Antiguo Régimen:
En política, monarquía absoluta de carácter divino
En la cultura, homogeneidad y carácter tradicional de las ideas.
En economía, a) economía agraria; b) la producción industrial es artesanal; c) mercado comarcal ; d) intervensionismo.
En lo social, organización estamental.
Gobierno y administración: los agentes del absolutismo y las autonomías locales:
El gobierno y la administraron son poco eficiente entre: la autonomía corporativista de los gremios y el centralismo absolutista de los reyes.
Los impuestos no bien repartidos ni eficaz y recaudados. iglesia y nobleza cobraban impuestos.
La monarquía intentó establecer un sistema de control sobre la administración y el gobierno, mediante la creación de una burocracia y unos ministerios.
Económicas: base agraria. De esta depende la artesanía y el comercio.
- Agricultura: actividad económica más importante porque a ella se dedica la mayor parte de la población y es la que genera la mayor parte de la riqueza. Todo gira en torno a la tierra.
Propiedad de la tierra: otorga rentas y poder (económico, social y político). Los que poseen la tierra van a crear unos mecanismos jurídicos que les permita ostentar siempre la tierra. Siglo. XVIII la mayor parte de la tierra no sale al mercado, esta amortizada ! vinculación dando lugar al mayorazgo. Conclusión: la tierra no es una mercancía. Esta en manos de la nobleza, del clero y también hay tierras comunales de los ayuntamientos que tampoco se pueden vender.
Sistemas de cultivo: arcaicos y tradicionales: cereales. Sistema de barbecho y fuerza humana. Los propietarios de las tierras no las cultivan, viven de las rentas, del trabajo de otro y no del beneficio que da la tierra. Campesinos sometidos el régimen señorial. Sistema de cultivo anquilosado. Economía sometida a crisis, de las cosechas ! hambre entre la población. Es una economía de subsistencia.
Con el crecimiento de la población se disparan los precios y se producen los motines. Hace que el modelo de agricultura llegue a su fin. Los ilustrados lo intentan cambiar.
- Artesanía: uno de los motivos del estancamiento es la llegada de una gran cantidad de oro. Depende de la agricultura. Cuando hay buenas cosechas los campesinos tienen poder adquisitivo y comprar. Productos dirigidos a unos grupos muy reducidos: nobleza y clero. Organizada por gremios (asociaciones de artesanos por oficios) que controlan la producción, la cantidad y la calidad del producto. Inconveniente económico: no hay cambio porque los gremios lo controlan todo. Es imposible cualquier innovación. A este problema se le une en Castilla las dificultades fiscales. Castilla se dedica al comercio de la lana. En los talleres estaban el maestro, los oficiales y los aprendices. Todos los gremios tenían sus propias leyes y privilegios.
Tienen que producir para satisfacer a la población. Cambios: sistema de `adelantos': un mercader hace un préstamo, adelanta el dinero y/o materias primas al artesano. Luego recoge el producto, le da un precio inferior a lo que cuesta en el mercado y así se cobra los intereses.
- Comercio: intercambio de productos.
* Interior: débil y escaso porque la demanda es reducida y por el pago de aranceles e impuestos entre diferentes provincias. Península dividida por sistemas montañosos que implican problemas geográficos y de transporte. El principal era la lana de Burgos salida a Europa por el cantábrico aunque el más importante era el grano y cereales (alimentos básicos de la población) en manos de la nobleza y el clero que almacenaban los alimentos para comercializarlos. Si la cosecha es buena sale una pequeña cantidad, lo demás lo guardan para la crisis de hambre y las malas cosechas. Aquí interviene el Estado para evitar los motines. Cuando no se pueden controlar se producen problemas.
* Exterior: Europa ! deficitario. Se basa en la exportación de materias primas e importación de productos manufacturados. Balanza deficitaria que se compensa con el mercado americano que es sumamente importante en la economía de la Península. Es decisivo para hacer frente a todas las necesidades. La corona intenta controlarlo a través de un puerto y de una institución llamada `Casa de Contratación'. Todo lo que entra y sale paga impuestos. Así protegen los productos nacionales.
- Demografía:
Hasta el siglo. XVIII hay un crecimiento de población nulo o negativo debido a la diferencia entre natalidad y mortalidad: muy elevada. Mortalidad catastrófica: falta de higiene, hambre, enfermedades...
Siglo XVIII crecimiento demográfico importante debido al crecimiento vegetativo (más nacimiento que muertes). La población se concentra en la periferia (más posibilidades económicas)
La sociedad estamental del Antiguo Régimen:
Sociedad estamental (estamento: distintos grupos sociales) regulada por una situación jurídica y económica de privilegios (ventajas, beneficios). El privilegio emana del poder político: los privilegios son el pago que hace el monarca al servicio prestado
Rasgo que define a esta población: desigualdad legal: existen leyes para cada uno de los grupos sociales. Tienen sus propios tribunales para ser juzgados y distintos castigos. Dos grupos:

Privilegiados: no pagan impuestos y tienen derecho a la tierra. Ocupan los cargos de responsabilidad, sólo pueden ellos.

* Clero: mediador entre Dios y los hombres. Controlan las conciencias y a la población. Tiene un gran patrimonio acumulado de donaciones reales, ocupación de espacios y de donaciones particulares. Ejerce funciones que el Estado no puede como la educación y la asistencia (beneficencia) y por esos servicios el rey le permite la exención fiscal (no pagar impuestos). Va a tener una gran autonomía respecto al poder político: propias leyes, tribunales e impuestos (diezmos). A través del clero se legitima el poder real y controla que todo los súbditos le respeten. Todas sus propiedades estaban amortizadas (tierras en `manos muertas', no se pueden comprar ni vender).

* Nobleza: goza del reconocimiento de derechos por el rey a través de la `Ejecutoria de hidalguía'. Tienen propiedades entregadas por el rey por los servicios prestados. Señoríos territoriales: derecho a apropiarse del trabajo de los campesinos: rentas.
Señoríos jurisdiccionales: poder de mando. No va sobre la tierra sino sobre las personas. Poder de ejercer justicia, impuestos, juzgar... El campesino (pequeños propietarios) no entrega rentas sino que paga los impuestos que el señor les mande. Si el señor dice que le tienen que pagar una renta y el campesino no puede defenderse, con le tiempo el señorío se convierte en un señorío pleno. Este señor tiene derecho a no trabajar.
Intentan mantener su poder. Vinculan una propiedad a un título nobiliario. Esa vinculación es lo que se llama mayorazgo: las tierras no se pueden vender ni ser embargadas por los acreedores (el que deja dinero al noble). Sólo la disfruta uno de los descendientes. Los demás (los desheredados, segundones) se meten a la Iglesia o en los viajes de Conquista y colonización de América.

No privilegiados:

* Tercer Estado (Estado llano). Trabajan para vivir y sostener la sociedad. Lo tienen difícil para poseer propiedades. Tienen que pagar impuestos y no pueden ocupar cargos de responsabilidad. Unos viven en la ciudad y otros en el campo.
Ciudad: artesanía y comercio. Burguesía nobiliaria, se basa en el dinero no en las tierras. Tienen poder económico pero vedado el reconocimiento social y político aunque son ricos. Grupo más importante: masas urbanas ! miseria ! motines de hambre.
Campo: pocos propietarios. La mayoría son arrendatarios o jornaleros: trabajan de vez en cuando y reciben un jornal. Trabajan tierras que no son suyas, pagan una renta. Están sometidos al régimen señorial. Obligados a entregar la mayor parte de su trabajo en concepto de rentas. Viven una situación precaria.
Políticas: monarquía absoluta ( derecho divino). Siglo XVIII se intenta implantar con los borbones. La voluntad del rey es la ley. Tenía soberanía real pero hay una serie de límites: privilegios de la nobleza, del clero, dela provincias vascas y de Navarra. El rey gobernaba con la representación del reino: las Cortes.
Despotismo ilustradoEn el siglo XVIII se produce una variante del absolutismo, el despotismo ilustrado, en que un rey absoluto ejerce su poder, de forma paternalista, bajo el lema "todo para el pueblo pero sin el pueblo", pero sigue poseyendo la soberanía del Estado, no es necesaria una Constitución, la voluntad del rey es la ley.

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