miércoles, 12 de septiembre de 2007
Tema 1: Los fundamentos históricos de la España Moderna
LOS FUNDAMENTOS DE LA ESPAÑA MODERNA
1. Evolución política, econ., social y características culturales de AL-ANDALUS
Tras los visigodos, en el año 711 se produce una nueva invasión de España: esta vez por los árabes y beréberes, al mando de Tarik.
En poco tiempo, casi toda España caería fácil y rápidamente en poder de los ejércitos que provenían del norte de África, que se vieron favorecidos por la crisis política que afectaba a la sociedad y monarquía visigoda (rematada por el funesto reinado de don Rodrigo, que fue derrotado en el Guadalete). Así, los recién llegados incorporan sus esquemas administrativos, las nuevas estructuras económicas y sociales, su religión y cultura, a la vez que rebautizan a Hispania: AL ANDALUS.
El origen de los recién llegados será determinante en las posteriores aportaciones culturales, ya que los árabes, procedentes de las áreas urbanas de Arabia y sus alrededores, optan por establecerse en los fértiles valles del Guadalquivir y el Ebro (donde introducen el modelo de explotación agropecuaria denominado "aparcería"), así como en las zonas costeras; mientras que los beréberes, que en gran número venían de las comarcas montañosas del Magreb, prefieren repoblar los espacios serranos, dada su secular tradición ganadera. Aunque muy pronto se rompe el pacto entre ambos pueblos, debido a la supremacía de los árabes sobre los beréberes (éstos llegarán a ser devueltos a África).
Dada la habitual tolerancia religiosa y cultural de los árabes hacia otros pueblos, unido a la grave crisis económica y social que afectaba a los hispanovisigodos, la resistencia contra los invasores fue mínima, lo que propició las relaciones mutuas, el mantenimiento de las estructuras precedentes y la gradual islamización (aunque ésta fue muy reducida y lenta al principio).
1.1.- Evolución tras la conquista: el Emirato de Córdoba
Durante medio siglo, la España musulmana -Al Andalus- era una provincia del califato de Damasco (es decir, un "Valiato"), con capital en Córdoba y dividida en varias regiones al mando de un gobernador militar, aunque ya acuñaban moneda propia.
Sin embargo, a mediados del siglo VIII, un príncipe omeya -Abderramán I- rompe con Damasco y se proclama emir, dando origen al Emirato de Córdoba (independiente, pero respetuoso con el califa de Bagdad). Divide al territorio en "Koras" (como la de Albalat) al mando de un jeque, construyen reductos fortificados para asegurar las comunicaciones y controlar el emirato y sus fronteras.
Al surgir varias revueltas sociales, se recrudece la represión y el incremento de los impuestos, lo que se tradujo en un aumento de la islamización, aunque sólo fuera para sobrevivir mejor (los cristianos convertidos al islam reciben el nombre de "muladíes", y los que mantenían su fe eran llamados "mozárabes"). La corte cordobesa imita a la de Bagdad, en torno a una soberanía absoluta con una administración demasiado centralizada, dirigida por los "visires" encabezada por el "hachib" (primer ministro).
En esa fase también hubo un incremento demográfico en las áreas urbanas de Al Andalus, al mejorar las explotaciones agrarias y artesanales, con lo que se aviva el comercio, así como las manifestaciones artísticas e intelectuales. Se crean nuevas ciudades (como Murcia) y crecen otras más antiguas.
Las circunstancias anteriores motivan una cierta tranquilidad en el país, especialmente durante el reinado de Abderramán II; pero en base al control militar, y no voluntariamente.
Por eso, cuando al morir el emir citado antes coincide con una crisis económica y la presión de los cristianos del norte de España, numerosos colectivos se enfrentan al Emirato:
. Los propios árabes -al menos un elevado número de ellos- se oponen al despotismo de los emires cordobeses, en contra de la tradicional costumbre árabe (cuando era un "jefe de jefes": equivalente al conocido lema de "primus inter pares").
. La rebelión de un destacado contingente de mozárabes, ante el cariz que estaba tomando la situación: con un descenso del cristianismo en favor de la religión islámica, lo que tradujo en un sonado conflicto religioso donde se mezclaron las persecuciones y otros actos que nos recuerdan época romanas (como el "martirio"). A destacar los casos de Córdoba y Toledo.
. También los muladíes se enfrentan al Emirato, al sentirse inferiorizados respecto a sus hermanos árabes. Muchos de ellos se levantan en las zonas fronterizas, y algunos llegan a proclamar su independencia respecto al Emirato.
1.2.- El Califato de Córdoba
En ésas estábamos cuando llega al poder Abderramán III. Quien, tras conseguir cierta pacificación exterior (sobre todo ante las presiones de los cristianos del norte y de sus levantiscos hermanos del Magreb) e interior (frente a los citados muladíes), en el año 929 proclama el Califato de Córdoba: lo que significaba la independencia política y religiosas respecto a cualquier poder externo (caso del califato de Damasco o similares), apoyado en un poder económico y militar fuerte. Lo primero lo consiguió a través de los impuestos a sus súbditos o a los reinos cristianos (incluso con el control de las caravanas saharianas), lo segundo fue logrado con el establecimiento de un poderoso ejército de mercenarios beréberes y eslavos (fieles a sus amos).
La política de Abderramán fue continuada por su hijo Alhákam II (el Sabio, con el que Córdoba alcanza su mayor esplendor cultural). Sin embargo, a la muerte de éste, el hachib Almanzor domina al califa y al Estado, modificando la situación de relativa paz anterior: ese caudillo árabe organiza un gran ejército y se lanza a una serie de campañas (55 en total) contra los cristianos (sobre todo en el valle de Duero), lo que le proporciona numerosas victorias y botines en un principio (llegaron hasta Santiago), pero que al final (al morir Almanzor en Calatañazor, el año 1002, tras la coalición de Castilla, León y Navarra) motivó el fin del Califato de Córdoba (año 1031), que se desmembra en una veintena de Estados (Granada, Sevilla, Toledo, Badajoz, Valencia, etc.).
1.3.- De los reinos de Taifas al de Granada
En la fecha indicada, esos reinos Taifas intentan sobrevivir frente al renovado empuje cristiano (incluso luchan entre ellos mismos), para lo que tienen que recurrir a nuevos impuestos (ahora se produce lo contrario que con el Califato, pues son ellos los que tienen que abonar tributo a los cristianos) y al desarrollo del comercio y la actividad artesanal; pero, esto mismo motiva un destacado esplendor artístico y cultural.
En esas circunstancias llegamos al año 1085, fecha en que Alfonso VI (rey de León y Castilla) conquista la ciudad y el reino taifa de Toledo. Ante el peligro que eso representaba para ellos (además, son los años del Cid Campeador...), los reyezuelos taifas llaman en su ayuda a los almorávides (secta árabe muy guerrera, integrista e intolerante), que ya constituían un imperio poderoso en todo el norte de África. Quienes derrotan al año siguiente a Alfonso en la batalla de Zalaca (o Sagrajas), con lo que frenan la expansión de la Reconquista, pero también acaban por dominar a los reinos taifas.
Sin embargo, el poder de los almorávides tenía los años contados, ya que fue presionado desde tres frentes: por los propios andalusíes, que se rebelan contra un régimen riguroso en casi todos los sentidos (tanto económicos como culturales); por el rey aragonés Alfonso I el Batallador, que los expulsa del valle del Ebro y organiza una expedición contra Andalucía; y por la aparición de un nuevo imperio musulmán en el norte de África, los almohades (otra secta musulmana, defensora del monoteísmo), que se enfrenta a sus hermanos almorávides. Al final, éstos se desintegran otra vez en reinos taifas, hasta que terminan por ser absorbidos por los almohades.
Con éstos dominando la situación, Al Andalus vuelve a recuperarse. Ahora es Sevilla la capital (que sustituye a Córdoba, en casi todos los sentidos), donde florece el arte (como la Torre del Oro y la Giralda) y la cultura: es la época del árabe cordobés Averroes (médico, matemático, teólogo y filósofo aristotélico, que ejerció una gran influencia en la Edad Media y el Renacimiento) y del judío Maimónides (filósofo, médico y paisano del anterior).
Pero, como sucedió con los anteriores, también el dominio almohade duró poco, ya que en 1212 fueron derrotados en las Navas de Tolosa (por Alfonso VIII y sus aliados), lo que precipitó su final: medio siglo después perdieron Extremadura (sobre todo durante el reinado de Alfonso IX, que conquista Cáceres, Mérida y Badajoz) y el valle del Guadalquivir (a manos de Fernando III el Santo, hijo del anterior y que además une definitivamente los reinos de Castilla y León).
Mención aparte merece el reino nazarí de Granada, que se extendía hasta el Mediterráneo y constituyó un potencial económico (gracias a su riqueza agraria de la vega y comercial de la costa) y cultural de primer orden, propiciado por la voluntad de los reyes castellanos (que no la conquistaron dados los impuestos que generosamente pagaba)
1.4.- La economía, sociedad y cultura andalusí
Estuvo basada en varios parámetros:
. Una agricultura diversificada, con gran expansión del regadío (a través de norias, acequias y otros sistemas, lo que aumentó su productividad) dado su origen en áreas desérticas y mentalidad: con una obsesión enfermiza por el agua. A destacar también la ganadería ovina y el desarrollo del olivar, donde también influyó su religión (que prohibía el consumo de carne y grasa de cerdo). Introducen nuevos cultivos en España, que desde entonces se han generalizado: arroz, azúcar, alcachofa, berenjena, naranja, etc.
. Mientras que en el ámbito urbano sobresale una rica economía artesanal y mercantil, que abastecía a las cada vez más populosas ciudades e incluso permitía la exportación. Esas raíces arábigas se perpetuarían en el futuro, llegando hasta nosotros a través de numerosas manifestaciones (incluyendo los populares "mercadillos" y similares).
. La sociedad era muy variada, desde los hispanovisigodos, árabes y beréberes del principio, hasta los que más tarde se irían incorporando con la progresiva islamización: cristianos, judíos, muladíes, mozárabes, esclavos, etc. Si exceptuamos en contadas etapas (según hemos visto), en general fueron los árabes muy tolerantes con los demás.
. Ya hemos reflejado algunas manifestaciones culturales, que alcanzaron un gran esplendor, ya que las reconocidas obras filosóficas, literarias, artísticas, médicas, etc., estuvieron condicionadas por tres factores esenciales: el propio islamismo, que así lo potenciaba; los permanentes contactos con el mundo oriental, a través de unos circuitos de continuos intercambios; y las sólidas bases materiales de la sociedad andalusí, que en casi todo momento apoyó económica y moralmente dichas actividades. Dentro del arte son numerosas las muestras que han llegado hasta nosotros, especialmente en el área andaluza: como las ya citadas de Sevilla, Medina al Zahra y la Mezquita de Córdoba, Alhambra y Generalife de Granada, la Aljafería de Zaragoza y un larguísimo etcétera (incluyendo a nuestra comunidad extremeña, como en Badajoz y otro lugares).
2.Los procesos de reconquista y modelos de repoblación
La llegada de los árabes a España origina unos profundos cambios en la sociedad vigente, ya que se ruraliza, surge el feudalismo (con sus estamentos y relaciones señoriales), se renueva la cultura y se modifica el arte. Vayamos por parte.
2. 1.- El inicio de la resistencia al Islam (siglos VIII al X)
Al entrar los musulmanes en la península, la sociedad hispanovisigoda sigue distintos derroteros: unos permanecen en sus campos, pueblos o ciudades, acatando de mejor o peor grado a los recién llegados (por lo que tienen que someterse a sus impuestos y régimen de "aparcería" ya comentado); mientras que un reducido número (en su mayoría pertenecientes a los estamentos más privilegiados, caso de la nobleza visigoda o de algunos eclesiásticos) huyen hacia el norte de España, desde donde iniciarán en seguida el lento y gradual proceso de reconquista y repoblación, a veces con sus lógicos retrocesos (ante las campañas musulmanas, ya insinuadas en el tema anterior).
. El primer núcleo que se rebela contra los árabes fue el asturiano, en torno en Pelayo, que desde Covadonga (año 722) inicia la reconquista cristiana. La crisis que comienza a afectar al Emirato, unido a la orografía del terreno, a la secular oposición contra cualquier tipo de sometimiento externo que caracterizaba a los pueblos cántabros y al apoyo de la Iglesia, motivan que nazca y se desarrolle un reino a imitación del visigodo toledano, que poco a poco traspasa la cordillera Cantábrica, repuebla el valle del Duero (trasladando la capital desde Oviedo a León) y se prepara para campañas futuras más ambiciosas. En la segunda mitad del siglo X, un hijo mayor -Castilla- se independiza del hogar matriz y llevará por su cuenta el negocio expansivo hacia el sur durante casi tres siglos (hasta que los vuelve a unir definitivamente Fernando III el Santo). Con el progresivo avance de la Reconquista, la frontera se establece en el Sistema Central. Es la época de esplendor del Califato de Córdoba, bajo la dinastía de los Omeyas, y hay una fuerte pugna entre musulmanes y cristianos con sucesivos avances y retrocesos por ambas partes.
. Casi al mismo tiempo -aunque algo después-, el resto del sector septentrional español imita a los asturianos, comenzando también la "gran marcha" hacia el sur aprovechando similares circunstancias. Pero en esta caso hubo una diferencia, ya que son dos los colectivos que se enfrentan a los árabes: por un lado las fuerzas autóctonas, con parecidos objetivos que los asturianos; pero también intervienen los galos de Carlomagno, que desea aumentar sus dominios al área pirinaica, valle del Ebro y Cataluña, donde -a pesar de ser derrotado en Roncesvalle- establece condados filiales. Al final desembocan en los reinos de Navarra y Aragón, además de los Condados Catalanes (entre los que muy pronto comienza a destacar el de Barcelona); hasta que en el siglo XII la Corona de Aragón absorbe a estos últimos, y en el XIII Navarra pierde Vascongadas en favor de Castilla, por lo que se "refugia" en manos francesas.
Es la época del arte Prerrománico, de una cultura rural y clerical, donde los monasterios son los principales faros. Hasta que surge el "Camino de Santiago".
2.2.- La formación y expansión de los reinos cristianos
A partir del siglo XI, las tierras reconquistadas ya ocupan una notable extensión, repartidas entre cuatro estados:
. El reino de León: el mayor de todos ellos, pues abarcaba desde el Cantábrico al Duero (Galicia, Asturias, León, norte de Portugal y parte de Castilla).
. El reino de Navarra: compuesto por Navarra, La Rioja y lo que hoy es el País vasco.
. El reino de Aragón: que entonces era muy pequeño, entre el Ebro y el Pirineo.
. Los condados catalanes, con el de Barcelona a la cabeza.
En la segunda mitad del XI y primera mitad del XII surgen algunos cambios: se independiza Portugal, Castilla y León consiguen la hegemonía, desaparece el reino de Navarra (repartido entre León y Aragón) y se crea la Corona de Aragón (al unirse el reino de Aragón con los condados catalanes).
2.3.- Consolidación de los reinos peninsulares
En la segunda mitad del XII y casi todo el siglo XIII la situación quedó del siguiente modo:
. León y Castilla se separan temporalmente, lo que no impide que cada uno de ellos prosiga la reconquista contra el islam (Alfonso VIII de Castilla derrota a los almohades en las Navas de Tolosa, y su primo Alfonso IX de León recupera importantes territorios extremeños). Hasta que vuelven a unirse definitivamente con Fernando III el Santo en 1230, cuando Castilla toma la supremacía, formando un poderoso reino que incrementa la reconquista a costa del sur de Extremadura y Andalucía (en 1248 San Fernando conquista Sevilla). Su hijo Alfonso X el Sabio destaca más en temas jurídicos y culturales (como el Código de las Siete Partidas, donde se recogen las leyes más importantes de la Edad Media).
. Navarra vuelve a reaparecer, pero perderá Vascongadas en favor de Castilla y acaba por unirse a los franceses (hasta 1512).
. Según decíamos, en el siglo XII se crea la Corona de Aragón (aunque Cataluña y Aragón mantenían sus propias instituciones). Pero será en el XIII cuando consigue su gran expansión: sobre todo a partir de Jaime I el Conquistador, que recupera las Baleares y el reino de Valencia (el año 1236 toma la ciudad). Poco después inician su expansión por el Mediterráneo.
. Portugal avanza hacia el sur, ampliando su territorio a costa de las tierras tomadas a los árabes. efectiva y su puesta en explotación económica de los territorios conquistados.
Distinguimos diferentes tipos en las diversas fases de la reconquista:
Presura o Aprisco, en la repoblación del valle del Duero o de la plana de Vic (zonas casi desérticas)
Los campesinos, a veces pero no siempre dirigidos por un noble o un clérigo, ocupan de forma libre la tierra. El rey sanciona posteriormente la legalidad de la propiedad.
Esta repoblación genera una sociedad de campesinos libres basada en la pequeña propiedad. Estos campesinos se halla comprometidos en la defensa militar de la tierra conquistada (campesinos-villanos castellanos)
2.4 Los procesos de reconquista y los modelos de repoblación
A mediada que avanzaba la reconquista tiene lugar el proceso de repoblación: la ocupación
Repoblación concejil, en los valles del Ebro y el Tajo.
La repoblación se basa en la creación de concejos y ciudades con su alfoz, a las que se les dota de Fueros o Cartas Pueblas. Estos fueros otorgan libertades y privilegios a sus habitantes para atraer a la población a una zona peligrosa de frontera. La caballería villana queda encargada de la defensa y se configura como el grupo social hegemónico en los nuevos núcleos de población.
Esta repoblación fue dirigida por el rey y configura una sociedad basada en la mediana propiedad.
En las zonas como Toledo o Zaragoza, la abundante población musulmana fue expulsada al campo o a las zonas de los arrabales de las urbes.
Repoblación de los valles altos del Júcar-Turia y el Guadiana:
La repoblación se basó en repartimientos a las grandes Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa (Aragón).
Esta repoblación creó una zona caracterizada por los grandes latifundios ganaderos jalonados de fortalezas para la defensa del territorio de frontera.
Repoblación de Extremadura, valle del Guadalquivir y fachada levantina:
Los reyes otorgaron grandes territorios a los nobles y soldados que participaron en la conquista militar: donadíos (grandes latifundios en manos de la gran nobleza) o heredamientos (propiedades más pequeñas)
El nuevo tipo de estructura agraria se basó en la gran propiedad.
En las ciudades se organizaron concejos.
La mayor parte de los musulmanes tendieron a huir al reino de Granada. En los regadíos levantinos, sin embargo, muchos permanecieron trabajando para la nobleza cristiana.
En Baleares, hubo repartimientos entre la nobleza, siendo la población musulmana diezmada o expulsada.
Pese a estos diferentes modelos de repoblación, el modelo de sociedad feudal se consolidó a lo largo de toda la península con sus instituciones típicas como el vasallaje, el señorío territorial y señoría jurisdiccional.
2.5.- La economía
Fue muy diversa, aunque fácil de distinguir pues dependía de los distintos colectivos predominantes:
. Los campesinos cristianos sólo encontraron salida con la agricultura, dadas sus carencias en todos los sentidos (tierras, ganados, herramientas, etc.). Y, al aumentar la población (con la llegada de nuevos repobladores o inmigrantes), se ven obligados a incrementar la superficie cultivable, lo que hacen a costa de incendiar bosques o desecar zonas pantanosas. Sus escasos rendimientos (sólo aceptables en buenos suelo o en las vegas fértiles de los ríos y valles) estaban constantemente amenazados por las crisis climáticas y los excesivos impuestos con los que eran subyugados.
. Los nobles optaban por la economía pecuaria, especialmente en torno a la ganadería lanar, puesto que la lana era una fibra textil muy utilizada y valiosa entonces, controlada por el "Honrado Concejo de la Mesta" (en Castilla) o la "Casa de Ganaderos de Zaragoza" (en Aragón), y que constituía un papel importante en las exportaciones españolas.
. El resto de grupos sociales (judíos, mudéjares, etc.) se dedicaban a actividades muy variadas, entre las que destacaban las labores artesanales y comerciales, como veremos en el siguiente apartado.
La industria se basaba primordialmente en las prácticas artesanales. Y el comercio se centraba en las ciudades del interior (caso de Burgos, que gestionaba el de la corona de Castilla) y en los puertos del Cantábrico y Mediterráneo (donde destacaba Barcelona, que era el puerto principal de la corona de Aragón). Pronto empieza a brillar Sevilla, que con la epopeya americana se volcará en el Atlántico. Esa actividad comercial atraerá a numerosos mercaderes foráneos (como los genoveses y francos).
2.6 La España de las tres culturas
2.6.1.- Los grupos sociales
Con el progresivo avance de la reconquista se hace cada vez más numerosa la población hispana y cristiana, sobre todo con las incorporaciones de los mozárabes. La sociedad hispanocristiana se asentó sobre dos pilares básicos: la condición de "cristiano viejo" y la riqueza territorial. Entre estas mayorías sobresalían:
- La nobleza y el alto clero: constituida (por este orden) a su vez por señores (la nobleza propiamente dicha), ricos hombres (o magnates) e hidalgos (con títulos o herencia de sangre, pero a veces sin fortuna ya), basados en la técnica habitual del feudalismo (con su vasallaje y beneficio o feudo); y por los obispos, arcedianos y abades, dentro del ámbito religioso, en el que muchos fueron también señores. Los miembros más destacados de ambos estamentos formaban la Curia Regia, que asesoraba al rey.
- Los campesinos, que trabajaban la tierra y evolucionaron notablemente a la vez que la cronología: al principio de la Reconquista destacan los pequeños propietarios, pero poco a poco perdieron esa aparente libertad y comenzaron a depender de los señores, cuyas tierras trabajaban en enfiteusis (arrendamiento por un largo período de tiempo, a cambio de abonar una cuota fija).
- En los núcleos urbanos descollaban los comerciantes y artesanos, que formaban cofradías de oficios (asociados los de una misma actividad, bajo la advocación de un santo-patrón y que en algunos casos formaron auténticos gremios). Adquieren tanta importancia que desde finales del siglo XII algunos pasan a englobar la Curia Regia: que después se convierten en Cortes, y sería el germen de los actuales Parlamentos.
Pero también destacaban otras minorías, como eran éstas:
2.6.2.Los mudéjares, o musulmanes que se quedan a vivir en territorio cristiano, que se dedican fundamentalmente a dos actividades: como campesinos, especialmente en Aragón y otras regiones agrarias de regadío (en lo que eran grandes especialistas); o empleados en labores artesanales (sobresaliendo la construcción), caso de Castilla, donde vivían en morerías (barrios extramuros de las ciudades).
. Los judíos, que solían morar en las ciudades (en barrios llamados aljamas, donde conservaban sus autoridades religiosas y judiciales) y dedicados a actividades artesanales, comerciales y profesiones liberales (médicos, prestamistas, etc.). Al principio fueron bien tolerados (y en otras ocasiones, cuando interesaba), pero desde mediados del siglo XIII se les obligó a llevar un distintivo para su reconocimiento (el famoso sambenito). A finales del siglo XV serán expulsados por los Reyes Católicos.
. Los francos (franceses), que llegaron en gran número, sobre todo en los siglos XI y XII y se establecen junto al Camino de Santiago y otras ciudades del valle del Duero (incluso en Toledo). Su dedicación favorita sería el comercio (fueron buenos mercaderes) y la artesanía.
2.6.2.- Organización de la sociedad
. Según el aspecto físico, se distribuía por caseríos (viviendas familiares dispersas, muy abundantes al principio pero que después quedan relegadas a áreas montañosas del norte), aldeas (conjunto de varias casas, y que fue el modelo más extendido en los reinos cristianos, sobre todo en la mitad septentrional), villas (entidad mayor que la anterior, y que poseían jurisdicción propia) y ciudades (su titulación procedía, generalmente, de una concesión real). Estas últimas procedían de diversos orígenes: unas se erigieron sobre antiguos núcleos musulmanes o romanos (incluso prehistóricos), otras eran de nueva creación (en este caso se aplica una planificación urbana, normalmente radiocéntrica u ortogonal, diferente de la irregular de los árabes), y algunas surgieron al unirse varias aldeas próximas. Si se levantaron o desarrollaron en época de reconquista o de peligro (incursiones o razzias) se las protege con murallas.
. De acuerdo con los rasgos políticos, las comunidades anteriores se regían por diferentes modelos también: las aldeas se basaban en las costumbres tradicionales y tomaban decisiones en concejos abiertos (en los que participaban todos los vecinos, como sucedía en la Campana de la Mata, o en la de Albalat), hasta que fueron controlados por las ciudades o los señores; sin embargo, las villas y ciudades se regían por la costumbre y por los Fueros (conjunto de libertades y privilegios concedidos por los reyes a algunas ciudades para facilitar su repoblación, lo que les beneficiaba respecto a los señores y campesinos, como el de Plasencia). Y, en un principio, casi todas las tierras eran de señorío (es decir, que sus habitantes debían abonar rentas en dinero o especie a su señor, o realizar prestaciones personales en su favor), sobre las que el propietario tenía poder (tanto sobre la tierra como sobre las personas, ya que había señoríos territoriales y/o jurisdiccionales); se fueron incrementando con la reconquista, a través de donaciones reales (como el de Oropesa, Almaraz, Belvís, Serrejón, etc.), surgiendo así grandes latifundios en Extremadura y Andalucía; y los había de diferentes clases: de realengo, eclesiásticos (también llamados de abadengo), laico (o solariego, cuando era un noble el propietario) o colectivo (cuando pertenecía a las ciudades).
2. 3.- Manifestaciones artísticas y culturales
Las primeras fueron similares a las de otros reinos europeos, y se desarrollaron especialmente en las iglesias, donde la pintura y escultura (sobre todo en los capiteles y portadas) sirvieron para educar en la fe cristiana. El capital para edificar esos templos y sufragar ese arte procedía básicamente de cuatro estamentos: botín de guerra, impuestos que abonaban los reinos musulmanes (parias), diezmos (canon obligatorio que pagaban los cristianos) y donaciones (destacando en este caso la nobleza).
En el estilo arquitectónico constructivo destaca el Románico: primero en Cataluña (ya al comenzar el siglo XI, con la variedad lombarda), después a lo largo y ancho del Camino de Santiago, más tarde en los monasterios cistercienses y finalizando en las ciudades castellanoleonesa (Zamora, Salamanca, Ávila, etc.). Con el proceso reconquistador el Románico también llega a Extremadura, especialmente en el sector septentrional (caso de Plasencia, por un poner un claro ejemplo).
A finales del siglo XII aparece el Gótico (Ávila, Tarragona y Lérida), que durante el XIII se desarrolla y extiende con gran esplendor (León, Burgos, Toledo y un largo etcétera). También nos legará un rico repertorio en Extremadura, en sus diferentes tendencias.
Las manifestaciones culturales eran muy variadas, dependiendo de las "tres culturas" (cristiana, judía y musulmana; aunque en seguida prevalecerá la cultura de la cristiandad latina) y de si afectaba a la mayoría o a las minorías. Destacamos la progresiva transformación del latín (desde el siglo VIII) y el origen de las primeras lenguas románicas (lo que se consigue a partir del XIII): gallego, castellano y catalán, con sus correspondientes variables o dialectos (leonés, aragonés, etc.); aunque no afectó al euskera. El papel de los cantares de gesta y romances, trovadores y juglares, fue fundamental en esa evolución idiomática. Obras como el Mío Cid, las de Gonzalo de Berceo, Cantigas de Alfonso X y otras varias se recuerdan aún como hitos de nuestra lengua y literatura.
A destacar también las devociones populares (romerías, reliquias, generalización de devociones y cultos, etc.), el nacimiento de las Escuelas (de Traductores, Monacales, Catedralicias, Municipales, etc.) y de las Universidades (como las de Salamanca, Valladolid, Huesca y Lérida, tras el intento fallido de la de Palencia).
Crisis y recuperación demográfica, social y económica en los siglos XIV Y XV
Desde finales del siglo XIII, casi toda Europa se ve inmersa en una grave crisis que afecta directamente a la demografía (caso de la Peste Negra del s. XIV o de la Guerra de los Cien Años en los s. XIV y XV), pero que tendrá su lógica repercusión sobre la economía y sociedad de sus habitantes. Pero tras la tormenta vino la calma y, como es evidente, también tuvo su lógica recuperación. También se producen otros muchos cambios, entre los que destacan los culturales -el Gótico irá cediendo paso gradualmente al Renacimiento- y políticos -el origen del Estado Moderno, al imponerse la teoría de las nacionalidades sobre el vasallaje feudal-.
Crisis Demográfica
En España la situación era similar que en Europa occidental, por lo que también se vio afectada por la crisis demográfica, que estuvo propiciada por los siguientes parámetros:
. Crisis climática, al sucederse varios años en los que se generalizaron las inundaciones a destiempo con otros de sequías prolongadas. En un modelo de agricultura extensiva y básicamente de subsistencia, esas adversas condiciones meteorológicas influyen negativamente sobre la producción originando carestía y hambre; que, a su vez, incidirá directamente sobre la salud, que no podrá resistir con fortaleza ante el acoso de las epidemias (como la citada Peste Negra, que entra en España por el Mediterráneo).
. Crisis bélica: como también sucedía allende nuestras fronteras, la guerra estuvo presente en la península durante esos siglos XIV y XV, tanto en Castilla como en Aragón y Cataluña (internas, o externas entre esos reinos). Incluso hubo frecuentes casos de revueltas o conflictos sociales, que a menudo se resolvían con las armas (con mortandades incluidas).
. Crisis económica, al producirse cambios importantes en los sistemas de producción: al retroceder la agricultura cerealística en favor de otros productos más comerciales (con la lana, el vino, aceite y plantas industriales), por decisión de los señores propietarios de la tierra, lo que repercutía seriamente sobre la nutrición y subsistencia de una gran masa de población (precisamente, sobre los más necesitados).
- Sin embargo, a pesar de esos negros nubarrones, volvió a lucir el sol demográfico con la llegada del siglo XV, en el que se produce la recuperación de la población tras superar los escollos antes señalados: guerras, epidemias, carestía, etc. Esta superación no afectó a todos los reinos, territorios o épocas por igual, ya que fue más temprana e importante en Castilla, fue mayor en las ciudades que en el ámbito rural y en algunos casos hubo altibajos.
Crisis Económica
Como antes decíamos, con el retroceso de la agricultura ante los nuevos sistemas de producción y otros factores se produjo un grave problema económico, en el que se vieron involucrados casi todos los estamentos de la sociedad, pero que naturalmente afectó más a las clases menos favorecidas, especialmente a los campesinos. Esa calamitosa situación repercutió del siguiente modo:
. La mencionada crisis demográfica (por peste, guerra o emigración) originó un lógico descenso de población, sobre todo en las zonas rurales, por lo que muchas alquerías se despueblan y falta mano de obra.
. Hubo un retroceso de los cultivos, en favor de la ganadería y otros sectores productivos.
. Se desequilibran los precios y salarios, ante la lógica pugna entre oferta y demanda: al escasear mano de obra, suben los salarios, rebajando los beneficios del productor. Además, al disminuir la población, desciende la demanda y, consecuentemente, bajan lo precios, con lo que también se reducen las ganancias. De ese modo, muchas explotaciones dejan de ser rentables, siendo abandonadas o dedicándose a otra actividad (caza, ganadería, bosque, etc.). Eso también causó el incremento de los latifundios (a costa de esas propiedades abandonadas o mal vendidas) y la aparición de una figura que será clave en el futuro: el jornalero (que trabaja los bienes ajenos a cambio de un jornal o sueldo por día trabajado).
. Al descender la población en las áreas rurales bajan las recaudaciones que los señores obtenían de sus vasallos, debido a los derechos territoriales o jurisdiccionales que sobre ellos poseían.
- Pero hemos hablado al principio de recuperación en todos los sentidos que se produce a partir del siglo XV, lo que igualmente repercutió en este apartado, debido a la finalización de la crisis demográfica, a la aplicación de medidas políticas de apoyo y a la demanda de las ciudades o del comercio internacional. Se logró poniendo en cultivo tierras marginales o abandonadas, con la ganadería (que desde finales del siglo XIII había experimentado un progresivo auge con la creación de la Mesta, la demanda de la lana merina y el apoyo de la Corona) y desarrollando nuevos cultivos muy solicitados en esos momentos (como la vid y otros).
Mención aparte merece el Comercio, que se vio favorecido por la aparición de las rutas marítimas internacionales, lo que favoreció la especialización y exportación de la lana castellana, los tejidos catalanes, la siderurgia vasca, la naviera mediterránea o atlántica y la pesca. De ese modo surgen o se desarrollan las Ferias en Castilla o las Lonjas en Aragón, se incrementa el número de sociedades mercantiles y de los medios de pago (monedas, casas de cambio y letras de cambio), o se reanuda la actividad portuaria (sobre todo en el Cantábrico, Valencia y Sevilla
Crisis Social
Es comprensible que, ante tanta crisis demográfica y económica, las relaciones sociales también se verían afectadas, como veremos a continuación:
. Los señoríos continuaron dominando sobre tierras y habitantes, pero llevan a cabo algunas modificaciones para superar los tiempos críticos que se presentaron, con el fin de aumentar su poder y rentas: incrementan las facultades jurisdiccionales, usurpan tierras de realengo (aprovechando la debilidad política de algunos monarcas), se dedican también a las actividades comerciales, crean verdaderos grupos de poder (especialmente los ricos homes, y también optan al gobierno de las ciudades en pugna con los burgueses) e introducen la figura del Mayorazgo (de ese modo, el Señorío no se podía dividir, siendo heredado íntegramente por un único heredero, normalmente el hijo mayor: como sucedió con los Señoríos de Almaraz y Belvís, ambos en el siglo XIV). Esta postura de los señores origina el rechazo de los campesinos, muchos de los cuales huyen a tierras de realengo o deciden dedicarse al bandidaje.
. En esa situación, la conflictividad social fue muy elevada. Unas fueron eminentemente locales o restringidas a ámbitos reducidos (agricultores contra ganaderos, campesinos contra señores o nobles entre sí, gremios contra nobleza o villanos contra hidalgos, por poner varios conocidos casos), pero otras rebasaron los límites comarcales: como sucedió con el antisemitismo que se generaliza a partir del siglo XIV, ya que los cristianos odian a los judíos por diferentes motivos (les culpan de los males y epidemias que surgen, incluso de haber matado a Cristo; pero en el fondo son envidiados por sus riquezas y profesiones, basadas sobre todo en el comercio, la banca y el arrendamiento), por lo que muchos han de exiliarse o convertirse al cristianismo (estos últimos, llamados conversos, también recibieron su correspondiente animadversión); o con las revueltas sociales que proliferan en diversos lugares (la de los payeses de remensa en Cataluña, o las de los campesinos contra los nobles en Mallorca y Galicia).
A diferencia de los anteriores problemas, la crisis social no se resolvió con la llegada del siglo XV, sino que seguiría siendo uno de los seculares conflictos de la historia de España.
Política y administración
En la Baja Edad Media, el sistema monárquico constituía el máximo poder reconocido en cada reino, a pesar de la jurisdicción que cada señor poseía sobre su feudo y del progresivo avance que en este sentido iban experimentando las ciudades.
Sin embargo, ese poder real admitía dos versiones que diferían bastante, por lo que a veces se enfrentaron:
. Los propios monarcas, con el apoyo de algunos, defendían la teoría autoritaria: según la cual el rey tenía el máximo poder, por lo que su voluntad se convertía en ley.
. Pero muchos señores y ciudades (sobre todo los/las más importantes) no estaban de acuerdo con esa opinión, defendiendo la teoría pactista: es decir, que todo debía ser pactado.
Respecto al propio gobierno, los reyes se ayudaban del Consejo Real (heredero de la antigua Curia Regia), que le asesoraba y colaboraba en las tareas de gobierno); mientras que la Chancillería se encargaba de administrar la justicia en última instancia, dejando los temas menores para los señores o ciudades (de acuerdo con la jurisdicción de cada lugar); y las Cortes representaban en teoría al reino (constituidas por miembros de la nobleza, el clero y las ciudades), ayudando económicamente al monarca a cambio de algunas prerrogativas.
En cuanto a la administración, los señores siguieron siendo el eje fundamental. Surgen aduanas y fronteras entre los distintos reinos (no sólo con los musulmanes, sino también entre los cristianos). En Aragón aparecen las primeras capitales en sus respectivos reinos, mientras que en Castilla sigue siendo ambulante. Y aparecen otras muchas novedades: fiscalidad (como la alcabala sobre el comercio), regidores y corregidores, ejército casi nacional, tribunales de justicia, etc.
Evolución política de los reinos
El reino de Navarra
En el siglo XIII pasa a depender de la órbita francesa, unas veces regido directamente por los reyes galos y otras por dinastías francas. Durante los siglos XIV y XV continuará esa tendencia, así como las guerras o enfrentamientos entre los defensores de esa postura y los que deseaban el acercamiento a los reinos hispanos. El reino de Navarra terminará cuando Fernando el Católico lo conquista en 1512, uniéndolo a la recién unificada nación (o monarquía) española.
El reino nazarí de Granada
Era el último reducto que le quedaba a los musulmanes tras las campañas de Fernando III el Santo en la primera mitad del siglo XIII (y porque fueron sus aliados en la reconquista de Andalucía). Abarcaba el territorio de las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería (aproximadamente), y durante los siglos XIV y XV se caracterizó por estos acontecimientos:
. El relativo interés de los castellanos por apoderarse de este reino, lo que sólo se evitaba a cambio de abonar cuantiosos impuestos (en esos dos siglos, en realidad fue un reino vasallo de Castilla).
. La presión de los benimerines: árabes que, desde el norte de África, querían tomar Granada y desde ahí volver a restaurar un imperio musulmán en la península, de forma similar a como hicieron antes los almohades o almorávides. Su derrota por Alfonso XI en la batalla del Salado acabó con esa amenaza.
. Guerras internas entre los miembros de la propia dinastía nazarí, por el deseo de poder.
. Gran actividad artesanal y comercial, sobre todo desde que un grupo de genoveses se instalan en Málaga.
. Desarrollo de una valiosa campaña intelectual y artística, que nos ha legado joyas como La Alhambra (por poner su ejemplo más admirado).
La Corona de Aragón
En el apartado de política interior, este reino tuvo que superar tres destacados escollos:
. La postura autoritaria de los reyes estuvo enfrentada con los deseos pactistas de los nobles, a los que a veces tuvo que conceder privilegios (sobre todo durante las campañas del Mediterráneo): como el Privilegio General (o de la Unión) a los aragoneses en el s. XIII, o la Generalitat a los catalanes en el XIV (que aún perdura, como órgano de representación de los ciudadanos).
. El problema sucesorio que surgió al morir Enrique III de Castilla, regente de Aragón (al morir sin descendencia Martín I, el Humano), se solucionó con el Compromiso de Caspe (1412, eligiendo a Fernando I de Antequera, castellano, de la familia de los Trastámara).
. La Guerra Civil catalana del siglo XV.
¨ En el aspecto exterior, una vez que alcanza su apogeo peninsular en el siglo XIII con Jaime I el Conquistador, tomando Baleares y Valencia, a finales de ese siglo los reyes aragoneses inician una serie de campañas de expansión por el Mediterráneo, dirigiéndose hacia el Este:
. Aprovechando la crisis surgida en el Reino de las Dos Sicilias (la isla de Sicilia y el sur de Italia, con capital en Nápoles), y ante la petición de ayuda a cargo de algunos sicilianos, las flotas de Roger de Lauria y Roger de Flor (al servicio del rey Pedro III de Aragón) se apoderan de Sicilia y la incorporan a la Corona de Aragón a principios del S. XIV. En el siglo XV, el rey aragonés Alfonso V (el Magnánimo) conquista Nápoles, donde instala su corte renacentista.
. Córcega y Cerdeña: casi similar al anterior, en competencia con Francia y repúblicas italianas, aunque su conquista fue posterior (comienzos del siglo XV). En el siglo XV, el mencionado Alfonso V renuncia a Córcega, pero se reafirma en Cerdeña.
. Zona oriental del Mediterráneo (Grecia y su entorno): en el siglo XIV, la flota del citado Roger de Flor consigue arrebatar a los turcos los ducados de Atenas y Neopatria.
La Corona de Castilla
Como en el caso anterior, también hay que distinguir entre sus relaciones internas y externas, de las que resumimos las siguientes:
¨ En política interior, cuatro fueron los acontecimientos más destacados:
. También hubo enfrentamiento entre el deseo autoritario de los reyes con las pretensiones pactistas de los nobles y ciudades: como ocurrió en el siglo XIII entre el rey Alfonso X y su hijo Sancho IV el Bravo, o en el XIV con Alfonso XI el Justiciero y las ciudades (a las que concede los regimientos y corregidores, a la vez que unifica el código judicial con el Ordenamiento de Alcalá y la fijación del Código de las Siete Partidas (que ya será la fuente definitiva del derecho español hasta el siglo XIX).
. Y guerras fratricidas, como las sostenida entre Pedro I el Cruel y hermanastro Enrique II de Trastámara, con la muerte del primero a manos del segundo.
. A finales del siglo XIV, el rey Juan I de Castilla intenta incorporar Portugal a la corona castellana, al ser su esposa hija del difunto rey del país luso. Pero la oposición de las ciudades portuguesas (sobre todo de la burguesía) y parte de la nobleza de ese país hermano, que se inclinaban por la alianza con su tradicional amiga Gran Bretaña, así como por la expansión marítima y comercial (por lo que apoyan al maestre de Avís, futuro Juan I de Portugal), acaban con los deseos españoles derrotándonos en la batalla de Aljubarrota.
. Y, como en el caso aragonés, también hubo Guerra Civil en Castilla durante la segunda mitad del siglo XV, entre el Enrique IV y su hermana Isabel (la Católica): en la que se mezclaron problemas sucesorios (como la opinión de que la heredera, Juana, no era hija suya), posturas divergentes de nobles y ciudades (unos apoyan a Juana y otros a su tía Isabel), pactos o enfrentamientos externos con Francia o Gran Bretaña (y Portugal), el matrimonio de Isabel con Fernando de Aragón, las teorías autoritarias y pactistas, etc. (como veremos en el tema siguiente).
¨ En lo referente a la política exterior, otros hechos también llamaron la atención de los castellanos:
. Al contrario que Aragón, Castilla se orienta hacia el Atlántico: tanto por el norte, a través de los puertos del Cantábrico (que transmitían el comercio organizado en Burgos); como por el sur, a través de Sevilla, una vez que se libera el estrecho de Gibraltar (tras la toma de Tarifa y, especialmente, una vez que Alfonso XI derrota a los benimerines en la batalla del Salado, casi a mediados del siglo XIV). Esa apertura del estrecho motiva que tanto Francia como Gran Bretaña se fijen en Castilla, pero no porque estuvieran enamorados de nosotros, sino porque ambos deseaban la fuerza naval castellana en la Guerra de los Cien Años que ambos mantenían entre sí: por eso intervinieron en la citada guerra fratricida, ya que Pedro I se alió con los ingleses y su hermanastro Enrique con los franceses, a los que ayudaron respectivamente.
Relacionado con lo anterior (mirada hacia el Atlántico) podría estar la conquista de Canarias, en la que intervinieron marinos andaluces y cántabros, así como nobles franceses (como Juan de Bethencourt) al servicio de la corona castellana (fruto de las buenas relaciones que imperaron con Francia tras la victoria de Enrique II sobre su hermanastro Pedro I). Si inicia la conquista y colonización (muy pronto se vieron sus excelentes posibilidades agrarias, comerciales y de puente), aunque no se ocupan definitivamente hasta el reinado de los Reyes Católicos.
Como contrarréplica a los avances castellanos en esas zonas, los portugueses se apoderan de Ceuta (que más adelante pasará a manos españolas, ya en tiempo de Felipe II), Azores y Madeira.
Arte y Cultura de la Baja Edad Media española
En esos dos siglos críticos hubo cambios importantes en las mentalidades españolas, pues el hombre medieval fue evolucionando gradualmente hacia el hombre moderno. De ese modo, la variedad fue la tónica general de los hispanos: mientras unos optan por el goce mundano (como nos refleja el Arcipreste de Hita en su Libro del Buen Amor), otros prefieren reformar su vidas y comportamientos (como hacen varias órdenes religiosas), a la vez que los ejemplos moralizantes se mezclan con otros de ostentación y acaparamiento (en la novelas de caballería hay demasiados ejemplos...). En fin, un verdadero cacao el existente en esos siglos XIV y XV.
Respecto al arte, y debido a lo anterior, también fue una época marcada por la transición: en este caso desde el Gótico al Renacimiento, que ya empezaba a amanecer por el horizonte.
El reinado de los reyes Católicos puede considerarse como el punto de partida de la Edad Moderna en España, ya que en algunos aspectos marcó el comienzo de una nueva época: la autoridad monárquica se impuso sobre la poderosa nobleza; se finalizó el proceso de la Reconquista con la incorporación del reino de Granada; se implantó una política de unidad religiosa; se acabó con la tolerancia hacia las prácticas y creencias musulmanas y judías; se descubrió un nuevo continente y se fraguó la unión entre Castilla y Aragón, aunque ésta fue sólo de tipo personal, por el matrimonio de los reyes, sin que se pretendiera dar un paso hacia la integración política de sus reinos en una monarquía unitaria.
La configuración del territorio
La unión dinástica de Castilla y Aragón
A la muerte de Enrique IV de Castilla en 1474 tiene lugar una guerra civil por la sucesión al trono entre su hija Juana, apodada la Beltraneja, ya que en opinión de algunos su verdadero padre era Beltrán de la Cueva, favorito del rey, y su hermana Isabel, apoyada por la nobleza y la Corona de Aragón, dado que en 1469 había contraído matrimonio secreto con Fernando. La guerra terminó en 1479 con la derrota de Juana. Ese mismo año subía al trono de Aragón Fernando II, que con su mujer Isabel I unía por el matrimonio sus respectivos reinos.
Sin embargo, aunque los Reyes Católicos (cuyo título de Católicos les fue concedido en 1494 por el Papa Alejandro VI) decidieron gobernar conjuntamente en todos sus territorios, la unión de Castilla y Aragón fue meramente dinástica, ya que cada reino conservó sus propias leyes e instituciones. No se plantearon la posibilidad de crear una monarquía centralizada.
Aunque gobernaron en régimen de igualdad en todos sus territorios, las diferencias entre la Corona de Castilla y la de Aragón son destacables. Por un lado, Castilla superaba a Aragón en extensión territorial y población (tenía más de las tres cuartas partes de la población peninsular). También disfrutaba de una mayor riqueza económica basada fundamentalmente en la ganadería ovina trashumante, controlada por la Mesta, lo que generaba un importante comercio de exportación de lana principalmente con Inglaterra. Por otro lado, Castilla era además un estado unido (un gobierno, una moneda, unas Cortes y sin aduanas internas), al contrario que Aragón con tres reinos que poseían instituciones propias.
La conquista del reino de Granada
El reino nazarí de Granada, último reducto musulmán en la Península, se había mantenido como vasallo de Castilla desde 1246. Los Reyes Católicos, para orientar el carácter belicista de la nobleza, deciden poner fin al proceso de Reconquista conquistando Granada.
La guerra civil granadina entre bandos nobiliarios rivales (abencerrajes y zegríes) facilitó los avances cristianos. La conquista fue una guerra de asedios más que de batallas a campo abierto. La última campaña fue el largo asedio a la ciudad de Granada, que duró casi un año, finalizando con las Capitulaciones de Santa Fe entre los Reyes Católicos y el último rey nazarí, Boabdil (por las que permiten a los árabes permanecer en Granada con todas sus propiedades, costumbres, leyes, religión, etc.). El 2 de Enero de 1492 los reyes tomaron posesión de la Alhambra culminando la Reconquista frente a los árabes.
La anexión de Navarra
Si la conquista de Granada fue una de las grandes empresas de los comienzos del reinado, la incorporación de Navarra se produjo años después de la muerte de Isabel. El pretexto alegado fue una supuesta conspiración de Navarra y Francia contra Castilla, que sirvió a Fernando el Católico para enviar en 1512, al duque de Alba a ocupar militarmente Pamplona y seguidamente todo el territorio navarro.
En 1515, en las Cortes de Burgos, Fernando anexionó el reino de Navarra a la Corona de Castilla, pero en plano de igualdad, conservando la autonomía de sus fueros e instituciones y su condición de reino propio.
El fortalecimiento de la monarquía
Los Reyes Católicos se propusieron transformar una monarquía de tipo feudal, con predominio de la nobleza, en una monarquía autoritaria, con predominio de los reyes. Para ello iniciaron una serie de reformas encaminadas a restaurar la paz social y a reforzar la autoridad de la monarquía, dotándola de los necesarios instrumentos de control.
Problemas sociales
- Los payeses de remensa eran campesinos adscritos a la tierra de forma hereditaria, que podían romper dicha adscripción mediante el pago de una cantidad de dinero, la remensa. Además de la remensa, los campesinos soportaban los denominados malos usos (seis, contando la remensa). Se trataba de seis obligaciones o condiciones abusivas impuestas para mantener la relación del campesino con la tierra de trabajo. El levantamiento de los payeses contra la nobleza en 1484 determinó el apoyo de la monarquía a los nobles y tras la derrota de los insurrectos, fueron ajusticiados sus principales dirigentes.
La Sentencia Arbitral de Guadalupe de 1486 acaba con el conflicto, ya que a cambio del pago de un censo a sus señores, los payeses consiguieron la abolición de los malos usos y el reconocimiento de su domino sobre la tierra con facultad para traspasarla. El señor seguía teniendo la propiedad de la tierra mientras que el campesinado conservaba el dominio útil a cambio de una renta.
- La nobleza era el grupo social que más podía truncar las aspiraciones autoritarias de la Corona. Por ello se redujo su poder político apartándola de los cargos superiores de la administración, que fueron ocupados por juristas y letrados universitarios. Como compensación, se consolidó su riqueza económica y su poder social y apenas se menoscabó su poder jurisdiccional.
- Las Órdenes Militares creadas en el siglo XII, con el espíritu de cruzada de la Reconquista, se habían convertido en poderosas instituciones con elevadísimas rentas y un inmenso patrimonio territorial. Los Reyes Católicos se propusieron controlarlas, tanto para limitar su poder político como para beneficiarse de sus rentas, que compensarían las pérdidas de la Corona. Para ello presionaron a las Órdenes Militares castellanas para que eligieran al rey como gran maestre de cada una de ellas. De este modo, Fernando fue nombrado gran maestre de la Orden de Calatrava en 1487, de la de Alcántara en 1494 y de la de Santiago en 1499.
Reorganización institucional
Los Reyes Católicos desarrollaron una política de fortalecimiento de las instituciones de gobierno, creando una serie de organismos nuevos y reforzando los existentes.
- Crearon la Santa Hermandad, cuerpo armado que debía garantizar la seguridad en las ciudades y los campos, y reprimir el bandidaje en los caminos.
- En la milicia crearon el núcleo de un ejército profesional, basado en la movilidad de la caballería ligera y la infantería, que alcanzó notables éxitos en la guerra de Italia.
- En materia de justicia, consolidaron la Chancillería, con función de tribunal superior con dos sedes: una en Valladolid y otra en Granada y la Audiencia, como tribunales de rango inferior a las Chancillerías, también con dos sedes: una en Santiago y otra en Sevilla.
- Crearon la figura del corregidor, especie de alcalde delegado del rey en las ciudades y municipios. El cargo estaba directamente designado por el rey y costeado por el municipio, lo cual otorgaba a la figura del corregidor un carácter impopular.
- Modernizaron el Consejo Real, al desbancar de éste a la alta nobleza y el clero, sustituidos por burgueses letrados fieles a la Corona, convirtiéndole en el órgano de gobierno más importante. Se constituyeron consejos especializados en ciertas materias, como el de Aragón, la Inquisición o el de Indias. Los demás asuntos los seguía tratando el Consejo Real, que estaba por encima de todos los demás y que acabó denominándose Consejo de Castilla, como prueba del predominio de esta corona.
- En la fiscalidad, los reyes aseguraron la capacidad recaudadora de la Hacienda Real. En las Cortes de Toledo de 1480 sometieron a revisión las mercedes concedidas por los reyes anteriores, lo que permitió recuperar parte del patrimonio real.
De esta forma, el poder real crece y se centraliza, y se impondrá a la nobleza que cada vez dependerá más de la monarquía. Se impone, pues, la teoría autoritaria que defendían.
La política religiosa
Los Reyes Católicos representan el final de la tolerancia medieval en materia religiosa, utilizando la religión como un instrumento más de control político y social.
Para ello llevaron a cabo una reforma de la Iglesia, a través de la cual los reyes ejercieron un control muy estricto en el nombramiento de obispos, afirmando el regalismo por el cual los reyes tenían privilegios en asuntos eclesiásticos. También iniciaron una reforma disciplinaria de las órdenes religiosas, con el apoyo del Cardenal Cisneros, para acabar con la vida disoluta y frívola del clero.
Crearon el Tribunal de la Inquisición en 1478, única institución junto a la Corona con jurisdicción sobre todos los reinos hispanos, para luchar contra los conversos que continuaban con sus prácticas religiosas y acabó convertida en un instrumento también de control político e ideológico de la población. El primer inquisidor general fue el dominico Fray Tomás de Torquemada.
En 1492 los Reyes Católicos decretaron que los judíos debían convertirse al cristianismo o abandonar la Península en el plazo de cuatro meses. Las causas de esta decisión pueden radicar en el antisemitismo de la población, el afán de apropiarse de sus bienes o impedir que arrastrasen a los conversos al judaísmo. La principal consecuencia fue una pérdida cuantiosa de población que además formaba un grupo que desempeñaba actividades económicas de gran utilidad (médicos, artesanos, prestamistas…).
A partir de 1499, el Cardenal Cisneros emprendió una política de conversiones forzosas para los mudéjares granadinos. El descontento de la población islámica estalló en las rebeliones del Albaicín (barrio de Granada) y de las Alpujarras, que acabaron con una dura represión que obligaba a los mudéjares a abandonar España o a convertirse al cristianismo. Los mudéjares se transformaron así en moriscos (musulmanes cristianizados) que también serían expulsados un siglo después.
La proyección exterior
La política matrimonial
Los Reyes Católicos intentaron reforzar sus relaciones exteriores mediante una estudiada política de enlaces matrimoniales de sus hijos, que perseguía dos objetivos:
- Consolidar la amistad con Portugal y poner los medios para una futura incorporación de Portugal a la monarquía hispánica. Para ello casaron a su hija mayor Isabel con el heredero de la corona portuguesa y tras su muerte, con el propio rey Manuel I, quien tras enviudar de Isabel se casó con María, la cuarta hija de los Reyes Católicos. Si el príncipe Miguel, hijo del primer matrimonio de Manuel con Isabel, no hubiese muerto en 1500 siendo niño, habría heredado todos los reinos de la Península.
- Estrechar relaciones con los vecinos y rivales de Francia (Inglaterra y el Imperio Romano Germánico) con el fin de aislarla:
- Para obtener la amistad de Inglaterra, casan a su hija menor, Catalina, primero con su príncipe heredero Arturo de Inglaterra y, tras su muerte, con el rey Enrique VIII (quien la repudiará más tarde).
- Para establecer vínculos con el Imperio, se concertó un doble matrimonio: el del primogénito Juan y su hermana Juana (futura Juana I, la Loca) con los hijos del Emperador Maximiliano de Austria, Margarita de Austria y Felipe el Hermoso, respectivamente.
La expansión mediterránea: Italia y norte de África
El Mediterráneo era un ámbito de interés tradicional para la Corona de Aragón desde la incorporación de Sicilia en 1282. También Castilla tenía intereses en el Norte de África demasiado próximo a las costas andaluzas como para no suponer una amenaza.
Las guerras de Italia
La tradicional rivalidad aragonesa con Francia es heredada por Castilla y se convierte en una constante en la política exterior española hasta finales del siglo XVII. El escenario de los enfrentamientos será Italia, dividida en pequeños estados codiciados por las dos grandes potencias militares del momento: la monarquía francesa y la española.
Con los Reyes Católicos las guerras de Italia se desarrollan en dos fases, donde los protagonistas fueron, por un lado Carlos VIII y Luis XII de Francia, y por otro Fernando el Católico, cuyas tropas fueron dirigidas por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. El objetivo era el Reino de Nápoles, conquistado por Alfonso V de Aragón, pero separado a su muerte de la corona aragonesa. El resultado fue la victoria de Fernando frente a las pretensiones francesas. Así se reincorporaron a la Corona de Aragón los condados catalanes de Rosellón y Cerdaña, en posesión francesa y el Reino de Nápoles.
La ocupación de las plazas del norte de África
Desde el siglo XIII Castilla había pretendido conquistar Marruecos y desde la toma de Granada, la expansión hacia el Magreb parecía una solución para contener la piratería y los posibles ataques de los berberiscos a las costas españolas. Sin embargo la ocupación española del Norte de África quedó limitada a un reducido número de plazas fuertes en la costa: Melilla, Orán, Bugía, Trípoli…, cuya eficacia contra la piratería era prácticamente nula.
La expansión atlántica: Canarias y América
La conquista de Canarias
Las primeras iniciativas de conquista de las islas Canarias datan de 1402 cuando el rey de Castilla Enrique III otorgó a Juan de Bethencourt el señorío de las islas para su conquista y evangelización frente a las pretensiones portuguesas, reconociéndose a mediados del siglo XV su soberanía sobre las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y Hierro. Pero fue tras la guerra de sucesión castellana y el Tratado de Alcaçovas, cuando los Reyes Católicos tomaron a su cargo la conquista las tres islas restantes: Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Para ello utilizaron el sistema de capitulaciones. Por este procedimiento se establecía un contrato con capitanes y eclesiásticos para que llevaran a cabo la conquista y evangelización de los nuevos territorios en nombre de la monarquía, pasando a ser tierras de realengo. Este método sería aplicado después en América. Las islas estaban habitadas por gente que se hallaban en grado de desarrollo neolítico. El grupo más numeroso era el de los guanches en Tenerife, bajo la jefatura de los menceys. Los pobladores canarios asimilaron la cultura de los conquistadores y se mezclaron sin conflictos. Por su situación geográfica, las Islas se convirtieron en una escala de aprovisionamiento de gran valor en las expediciones del descubrimiento y colonización de América.
Las grandes exploraciones oceánicas
Durante la Edad Media, Europa había mantenido un activo comercio con Oriente (China, Indonesia e India), basado en la importación de especias, sedas y piedras preciosas. Las rutas de comercio atravesaban el continente asiático controladas por caravanas de comerciantes musulmanes hasta llegar al Mediterráneo donde eran distribuidas por genoveses y venecianos. Los largos y peligrosos trayectos, así como los numerosos intermediarios encarecían los precios de las mercancías. Además, la caída de Constantinopla en 1453 terminó de cerrar el comercio con las Indias. De ahí que castellanos y portugueses iniciaran la exploración del Atlántico con el fin de descubrir nuevas rutas en las que accedieran de manera directa a los centros de producción orientales.
Los primeros protagonistas son los portugueses. Su objetivo era circunnavegar la costa atlántica africana para hallar una vía marítima alternativa a la terrestre. Logran establecer la ruta del Atlántico sur entre 1487, cuando Bartolomé Díaz dobla el cabo de Buena Esperanza, y 1498, cuando Vasco da Gama llega al puerto de Calicut (India).
Colón y el descubrimiento de Ámérica
En 1482, Cristóbal Colón, expone al rey de Portugal su proyecto de llegar a las Indias por el oeste. Según él esta ruta era más corta que la del este. Calculó que la distancia entre Canarias y Cipango (Japón) era de 2.400 millas marinas y que se podía realizar en un mes de navegación, pero la distancia real es de 10.600. Rechazado por los portugueses, que ya estaban a punto de lograr su objetivo por la ruta africana, en 1485 pasa a España y pone todo su empeño en convencer a los Reyes Católicos. Aunque los científicos de la Corte no niegan la posibilidad teórica del proyecto, lo que sí discuten es la distancia y la duración real del viaje. A pesar de ello, una vez concluida la conquista del reino musulmán de Granada, los Reyes firman con Colón las Capitulaciones de Santa Fe, en 1492. Con la participación de los armadores de Cádiz, los hermanos Pinzón, y la financiación de la Corona junto a la de Luis de Santangel y Francisco Pinelo, salen del puerto de Palos (Huelva) dos carabelas, la Pinta y la Niña, y una nao, la Santa María, el 3 de agosto. El 12 de octubre de 1492 pisan las primeras tierras americanas, la isla de Guanahaní (San Salvador) en el archipiélago de las Bahamas. Después, descubrió Colón Cuba y La Española (Haití) y emprendió el regreso a la península Ibérica en 1493.
Ante el éxito de la expedición, Colón realizó tres viajes más a los nuevos territorios entre 1493 y 1504, aunque murió convencido de haber llegado a las Indias. La confirmación de que se trataba de un nuevo continente la proporcionó Américo Vespucci en 1499. Las anotaciones que Colón registró de ese viaje (Diario de Colón) nos han servido para conocer la travesía, con sus peripecias.
Tras el primer viaje de Colón a América, en 1493 los Reyes Católicos obtuvieron del Papa Alejandro VI una bula Inter caetera o decreto que les concedía los derechos exclusivos sobre las tierras descubiertas y sobre las que pudiera descubrir al oeste de una línea de demarcación imaginaria, trazada de polo a polo a cien leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo Verde, correspondiendo las situadas al este a Portugal.
Pero el arbitraje papal no satisfizo a los portugueses y los Reyes Católicos, interesados en mantener buenas relaciones con el reino vecino, propiciaron un nuevo acuerdo en 1494, mediante la firma del Tratado de Tordesillas, que desplazaba la línea divisoria entre ambas zonas de expansión a trescientas setenta leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Esto dejaba a Portugal la ruta que bordeaba África y le permitía la futura ocupación de Brasil.
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